|𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐏𝐎| 23

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El amanecer se asoma en el infinito, rompiendo en un azul turquesa e iluminando un cielo anaranjado, es esplendoroso verlo en primer plano, es una sensación mágica, te envuelve una paz que incluso te arrulla, la mano de mi prometido está en mi cadera manteniéndome unida a su cuerpo. Dominic descansa, sumido en una paz aterradora, acaricio los contornos angulosos de su rostro y suspiro. Su mano cede cuando intento levantarme. Al hacerlo jadeo asombrada. «¿Qué demonios?».

—¡Dominic! —grito golpeando su pecho.

Las líneas duras de sus labios se curvan en una pequeña sonrisa.

—Te traje dormida —murmura tirando de mi cuerpo hacia el suyo. Otro grito de sorpresa y emoción abandona mis labios, dirijo mi mirada a todos lados asombrada, riendo me siento sobre sus abdominales descubiertos.

—¡Estamos en un yate!

—Sí, cara mia. Mira hacia la isla —ordena de forma baja, abriendo por fin sus adormilados ojos. Salto fuera de su cuerpo, corriendo al borde de la embarcación negra con apenas su camisa azul cubriendo mi cuerpo. Es perfecto, todo es hermoso. Chillo mirando la isla, estamos anclados cerca de una pequeña porción de tierra, llamarla isla no sería un término correcto, es solo un pequeño cúmulo de tierra en medio del mar abierto, lo sorprendente son las rosas y flores sembradas. Rosas rojas, blancas y flores anaranjadas.

—Nonna lo creó —explica abrazándome desde atrás, recargo mi cabeza en su pecho—. Cuando era pequeño nos traía a este lugar, Damon y yo la ayudamos a construir los riegos de agua dulce y la tierra.

—¿Marcela es tu nonna?

—Sí, es mi madre en todo el sentido de la palabra.

—¿Qué sucedió con tu hermano? ¿Con tu madre?

Se tensa, sus manos presionándose en mi cintura.

Acabo de arruinarlo. Dominic es un hombre reservado, no me permite entrar a su vida o su pasado. No tengo ese derecho. Me asusta la forma en la cual quiero conocerlo terriblemente, desglosar sus secretos, apoyar sus miedos.

Quiero que vuelva a casa y sea capaz de hablarme de su día, aunque omita los detalles macabros de todo.

Dominic es la única persona quien ha cuidado de mí, quien a su manera me protege. Sigo en contra de nuestro matrimonio, las mentiras y la manera ruda en la cual he terminado a su lado. Algunas noches no dejo de pensar en la muerte de un hombre inocente, otras me sumo en los recuerdos de mi encuentro con el mayor de los Cavalli, en cómo fui un juguete o en Roth Nikov aferrándose a la vida, en su lucha y en que gracias a eso hoy vivo.

Aquella noche nos salvamos mutuamente. Sin darme cuenta acaricio la cicatriz en mi muñeca. Mi madre me marcó, dejó una huella indeleble, un alma fragmentada, pero Gabriel Cavalli arruinó mi capacidad de confiar en alguien ciegamente. Apuñaló lo sueños de una chiquilla, su confianza y amor propio. Confié en un monstruo quien prometió mi libertad y la protección de mi familia.

Debido a Gabriel idealicé a mi padre, colocando su imagen en un pedestal, cuando la realidad fue muy diferente.

No puedo culpar a Holden, incluso aunque quisiera por su implicación con la mafia, Joseph Greystone fue quien nos trajo a este mundo cuando decidió trabajar para un Cavalli.

El intachable hombre, quien fuera director de la CIA se vendió por unos millones al patriarca, y por consecuencia nos cedió a nosotros sus hijos a este camino de la mafia, pensé que su deuda había quedado saldada cuando le entregué a Gabriel las pruebas necesarias para hundir a los rusos en una guerra entre el cartel colombiano, pensé haber comprado mi libertad cuando dibujé las rutas de acceso a los laboratorios de metanfetaminas en territorio latino, desde Colombia hasta México. Mi padre tenía toda esa información.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora