|𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍| 07

52.8K 5.6K 2.4K
                                    

Emilie

Cada pequeña decisión que tomamos viene cargada de consecuencias, es la ley de la vida. Aquello que llamamos karma, no es más que nuestros mismos errores alineándose en el universo y esas deudas siendo saldadas. Por meses condené a mi esposo como una bestia, un monstruo cruel y despreciable, sin contar que incluso aunque su corazón estuviera lleno de oscuridad nunca he sido la receptora de ella, por el contrario, me ha mantenido protegida de sí mismo.

Llegar a Palermo enciende una llama de alegría en mi pecho, por fin tengo a mi hija, a mi pequeña y adorada Emma, la cargo obviando el dolor de mi cuerpo y solo enfocándome en el bienestar que me trae la pequeña. Savannah sigue igual de insoportable, incluso cuando Nicklaus le da una mala mirada, pero no estoy de humor para soportarla, no ahora.

La villa está diseñada para un rey, tiene vista a la playa, construida de un material en color negro con una seguridad extrema, entrar a la parcela me recuerda el rancho de Roth, desde el salón principal puedes ver un yate negro atracado en un minipuerto, la casa está rodeada de palmeras y flores y tiene mucha servidumbre con bandejas de alimentos, al igual que hombres armados merodeando la casa. Austin y Killian no ocultan estar impresionados por las armas y pronto una chica los guía a donde será la habitación de cada uno, el último me observa pidiendo mi aprobación, creo que él también se siente ligeramente culpable de mi estado, su comentario en el vehículo y su mirada terminan de delatarlo. Afirmo débilmente en acuerdo para que se marche.

¿Sabes algo de Roth o Dominic? —pregunto a Nicklaus en italiano mientras estoy sosteniendo a Emma contra mi pecho, ella juega con mi gargantilla de diamantes.

Roth está en camino —responde observando a Savannah, esta se encuentra de brazos cruzados mirando hacia el mar.

Ella no nos entiende —señalo.

Lo sé —concuerda—. Sin embargo, no confío en ella.

Dominic tampoco, pero ella ama a Emma...

¿Lo hace? —me corta— ¿O amaba la idea de ser la madrastra millonaria? Porque todo lo que hace aquí es gastarse el dinero de las tarjetas, tomar sol, beber mimosas y arreglarse el pelo, sin contar cómo maltrata a la servidumbre. No soy un hombre de levantar falsos, mi reina.

Y eso es lo más delicado. Nicklaus es el underboss de Palermo, un hombre dedicado al crimen, regido por la lealtad y el honor, quien no se pondría a hablar por el simple hecho de hacerlo, no tiene tiempo para perderlo en tonterías. Es un hombre de respeto.

No puedo tener a Emma conmigo en New York, no es seguro para ella mientras se tenga esta guerra contra Kain... Niego por el carril de mis pensamientos. No es seguro para ninguno de nosotros.

La servidumbre actúa como si fuéramos de la realeza, dos chicas buscan mis ropas, una tercera prepara un baño para mí en una tina redonda en medio de la habitación. Me ayudan a quitarme la vestimenta, una de ellas, la más joven jadea observando la mordida en mi hombro y el golpe grisáceo en mi costilla. No puedo recordar ese tiempo donde odiaba ser observada, hoy, francamente no me importa, no cuando disfruto el agua templada y mi cuerpo lo agradece. La mayor de todas empieza a lavar mi pelo y solo cierro los ojos enfocándome en recordar a mi marido, en sus manos, en su toque y en cuánto lo necesito a mi lado. Obligo a mi mente a no pensar en Kain ni en la noche anterior, no quiero darle ese poder. Me niego a que me marque de aquella manera.

No lo pienso permitir, soy más fuerte que eso. Estoy aterrada, herida emocional y físicamente, pero no darle el poder y la satisfacción de hundirme, sumado a la preocupación por mi marido y la famiglia, es lo que me mantiene a flote. No es magia, no me "curé" de la noche a la mañana, pero esto es la vida real, no puedo ni debo lamentarme, aunque quisiera. No seré una víctima más.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora