Epílogo

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Epílogo

En la vida hay tres sentimientos que predominan. El amor, el odio y la ambición. Cualquiera que elijas de ellos, dominara tu vida y afectara cada mínimo aspecto de ti.

En el pasado elegí el odio de aliado, me regí por el hasta que la ambición se hizo parte de la ecuación. Descontrol y caos. Así fueron mis años hasta Emilie Greystone.

Me mostro el amor, los detalles pequeños pero significativos de la vida. Un toque, una caricia o esos te amo que siempre me susurra.

—No, Damon —regañó con voz firme. Sus ojos grises me observan fijamente, desafiantes. Se que en algún punto se terminaran de tornar azules, idéntico a mí pero hasta el momento siguen grises como su tío Raze. Ellie a su lado parpadea con el pulgar en su boca balbuceando alguna clase de queja. Tiene su pequeño vestido rojo lleno de tarta de chocolate. Son dos pequeños terremotos, suspiro alzando a Emma y dejándola en la encimera—. Es chico, lucecita. Según tu mami somos estúpidos por naturaleza.

Bambino —dice en italiano.

Es uno de los idiomas que se le da mejor y con el cual se siente cómoda. Gracias a los maestros especializados y la constancia de Emilie con nuestros hijos, Emma se integra al aprendizaje normal. Tiene algunos rasgos físicos, sus ojos pequeños y alargados por lo demás aprende, tarda más que un bebé promedio pero su desarrollo marcha bastante normal. La cargo moviéndola a la sala de juegos, donde podrá seguir sus videos de aprendizaje, ya que Damon ha roto la pantalla de su Tablet.

—¿Qué sucede? —pregunta mi bella esposa bajando las escaleras. Dios, está hermosa con un vestido amarillo corto, un poco antes de la rodilla, un escote en V dejándome apreciar esos pechos que me vuelven literalmente loco. Siento a Emma en su silla, inclinándome para dejar un beso en su frente.

—Compraré otra —Prometo.

—Papi mío.

—Si, Lucecita.

La despeino, es algo que la hace feliz.

—Damon rompió la Tablet de Emma y Ellie saco la tarta de chocolate de refrigerador —explicó acunando su rostros y robándome su boca para mí en un beso caliente y no acto para menores. Saqueo su boca. Maldita sea, estoy realmente duro. Tener un minuto para nosotros con los niños es complicado. Emilie hace todo el trabajo con ellos y no tiene ayuda de ningún tipo. Conseguir una niñera aparte de Nonna es un asunto que tratamos de postergar. Ninguno tiene confianza en nadie más de nuestro círculo. Entro mi mano debajo de su vestido cuando recibo una fuerte palmada.

—Contrólese, señor Cavalli —ordena sonriendo contra mi boca.

—Dios, necesito follarte Em. Entremos en el cuarto de lavado.

—Y que nuestros hijos destruyan la casa.

—Solo necesito cinco minutos —garantizo. Se muerde el labio, la oferta muy tentadora. Y el jodido timbre decide sonar—. ¡Joder!

—¡Mala palabra! —chilla Emma tapándose sus oídos. Emilie me pega en el hombro así que sin más remedio la suelto. Se aleja hacia la cocina contoneando el trasero, provocándome.

—No la repitas —ordenó a Emma antes de caminar hacia la puerta. No deberían tocar la puerta, Roth seguro ha desactivado la línea de seguridad para que estén dentro del terreno.

Abro encontrando a Raze con una sonrisa enorme de oreja a oreja y Bess Miller a un lado, con su enorme vientre. Si mal no recuerdo está a unas semanas de tener a la pequeña Nikov. Roth esta unos pasos más atrás con cara de pocos amigos.

—¿Te golpea Emma cuando dices malas palabras?

—Jodete, Raze.

—¡Mala palabra! —chilla más alto Emma indignada. La sonrisa del hijo de puta crece. Ya lo veré cuando sea su turno, ¡Ja!

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora