|𝐋𝐀 𝐎𝐑𝐃𝐄𝐍| 14

52.9K 5.4K 2.1K
                                    


Emilie

De pie, en la sala donde tuve uno de mis mejores momentos con Dominic en Navidad, ahora me he quedado paralizada, con la respiración a duras penas artificial. Las imágenes que se reproducen en mi cabeza son de sangre y muerte desde diferentes tipos de ángulos.

Mis sentidos han colapsado, mi cordura se ha quebrado en más de una manera. A duras penas escucho a Roth hablar mientras el Capo de la mafia italiana lo atiende, revisando su cuerpo por alguna posible herida.

—Lo hizo desde el rancho, toda nuestra seguridad fue comprometida. —Nikov habla rápido, sin dar crédito—. Intenté avisarte... Kain está herido.

—¡Roth! —Dominic gruñe acunando su rostro—. No ha sido tu culpa, no existía forma de que lo supieras. Ha sido listo y nos ha atacado desde ambos frentes, pero no ha vencido, ¿me escuchas? Seguimos de pie.

—Te llamé. —Roth insiste.

—Llegué en el helicóptero, ha sido una maldita suerte.

El ruso afirma y sigue narrando su parte de la historia, cómo Kain entró al rancho y violó la seguridad, le informa de su plan de escape donde solo se mencionan ellos dos y los siguientes pasos a continuación. Yo los observo ida, como si fuera un espectro invasor en su mundo. No han sido los repartidores de comida rápida o los del cable quienes violaron la seguridad, sino desde el rancho de Nikov, de alguna manera Kain logró ingresar. Finalmente, Dominic se gira, parece que acaba de recordar algo cuando me observa entre la fascinación y el asombro. Sus ojos se encuentran dilatados y más oscurecidos que nunca. Se dirige a mí en dos zancadas casi tumbándome cuando rodea mi cuello y arremete contra mi boca, mi cuerpo le corresponde incluso dentro del shock del momento. Introduce su lengua, nuestros dientes chocan, mi piel hormiguea y me sostengo tanto como puedo de su camisa mojada por el líquido viscoso de la sangre. Ardo y me quemo en su fuego, en la adrenalina de todo el momento, en la ansiedad de creer que lo perdería. Dominic parece ido, a regañadientes se separa, respirando entrecortado une su frente a la mía y limpia mis mejillas húmedas, esta vez las lágrimas no son las culpables de mi estado.

—Te amo —susurra íntimamente, suave, apenas un soplo de ambas palabras. Mis piernas se debilitan y tiene que rodear mi cintura para evitar que me deslice de su agarre—. A ti. —Complementa.

Me pierdo en su mirada, el tiempo marchando en una sincronía desigual e imperfecta, mi eje colisiona. Sabía que me amaba, lo demostró en cada ocasión necesaria, pero nunca creí posible escucharlo. No ahora o nunca.

—Debemos irnos, vendrán a rematarnos aquí —interrumpe Roth de pie con una botella de whisky, él nos mira de hito en hito, al parecer se ha perdido las palabras de Dominic, quizás mi imaginación me ha jugado una mala pasada... «Te amo.» Sus palabras, la mirada de adoración se repite una vez más y frunzo el ceño. Es real, jodidamente cierto.

Ellos se movilizan, Roth reúne algunas armas, dinero y papeles del despacho de Don, mi esposo busca ropa para mí y también avisa a Nonna para sacarla de la cocina, llama a alguien y la envía fuera primero que nosotros. Ellos discuten sobre dónde deberíamos irnos antes de que mi marido mencione a Raze, Roth se niega en rotundo, no quiere llevarle problemas a su hermano, pero las opciones se nos acaban. Me cambio dentro de unos vaqueros negros en el mismo lugar, en la sala con cuerpos esparcidos y ese olor a hierro en el ambiente. No tengo ninguna zapatilla cuando Dominic me carga en sus brazos y empieza a caminar hacia el ascensor conmigo a cuestas, Roth lleva dos grandes bolsos negros, se mira un poco mejor cuando da un trago más largo al alcohol. Bajamos directo al estacionamiento subterráneo y subimos al primer coche deportivo que me compró, un Lamborghini negro mate. Don se mueve rápido preparando dos armas, parece listo para enfrentar la guerra cuando salimos en la carretera, Roth detrás del volante lo hace con rapidez girando hacia la derecha y pisando a fondo, mi esposo revisa el espejo retrovisor una y otra vez.

EL CAPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora