Camino a su lado abrazándome, de repente siento mucho frío junto a él. Me intimida y atrae de forma ilógica. No lo comprendo, niego con la cabeza por la intensidad con la que me mira, despejando así mis pensamientos. Recorremos los alrededores el orfanato en silencio mientras las personas compran y juegan en el jardín junto a los niños.
—¡Señorita Emilie!
—¡Nial!
Chillo viendo al niño de ocho años corriendo en mi dirección.
—Disculpe, señor Cavalli. —Sin esperar respuesta giro sobre mis pies encaminándome a la pequeña cría. Viene corriendo, sus pequeñas manos al aire.
—Ya no tengo las vendas, señorita. ¡Mire mis manitas!
—¡Es cierto! —Celebro junto a él.
Examino sus manos, la piel está completamente curada, creciendo una nueva más rosada, fina, delgada y arrugada. —Ya puedes jugar con tu coche, campeón.
—Sí ¡Ya le he dicho a la madre superiora!
—¿Qué esperas? Anda, corre.
Corre alejándose, entonces se detiene y regresa sobre sus pies para darme un abrazo. Chico travieso. Finalmente se marcha hacia un costado de la edificación.
—¿Qué les sucedió a sus manos?
Me sobresalto al escuchar su voz tan cerca, por un segundo he olvidado al señor Cavalli. No esperaba tenerlo a escasos centímetros de mí, tampoco mi corazón acelerado. «Es solo una cara bonita», reprocha una voz internamente.
—Intentó salvar a su hermana pequeña en un incendio, en la casa de sus padres. Todos fallecieron, menos él. —Trago en seco—. Tiene quemaduras en su espalda. Los rescatistas lograron socorrerlo minutos antes de que fuera tarde.
—¿Todos los niños aquí son casos parecidos?
—De algún modo u otro, sí.
—Lo entiendo.
—No, no lo hace —debato—. Seguramente es el hijo de papi y mami... No tiene idea de cuánto sufre un niño aquí, ellos saben que no serán adoptados por sus condiciones. Señor Cavalli, ¿está aquí por los niños o por algo más?
—Algo más —dice sincero. Su respuesta ha sido directa, rápida, espontánea. No está mintiendo. Mierda, seguramente solo quiere ver el terreno para comprarlo y yo estoy siendo una estúpida ayudando al niño rico a conseguir lo que quiere.
—¿Un hotel lujoso? ¿Un campo de golf? ¿Qué quiere construir, señor Cavalli?
—¿Qué?
—¡No fija conmigo! Estoy segura solo está aquí para sacar dinero.
—¡No! ¡Por supuesto que no! Solo quiero ayudar a esos niños, le he pedido su ayuda porque ha sido bien recomendada como la más capacitada. Ahora entiendo por qué, quiere a esos niños y hará todo para que invierta mi dinero en ello, ¿no es así, señorita?
ESTÁS LEYENDO
EL CAPO
ActionDominic Cavalli, un hombre sin escrúpulos, de palabras intensas. Es cruel, oscuro e impredecible. Viste de traje como un filántropo, y es tan intenso como un dios. Fingiendo ser perfecto ante el mundo.Sus manos están manchadas de sangre y llenas de...