Suspiró y pateó el suelo con fuerza, sabía que besarla estaba mal, que por eso la perdería, y eso era lo que pasaba, ella se iba sin él, lo dejaba, lo abandonaba, todo por la culpa de un tonto beso.
Apretó sus puños con fuerza y los metió dentro de sus bolsillos en el pantalón, comenzó a caminar sin ánimos tras ella, sin decir nada, apenas respiraba. Le picaron los ojos, no quería perderla. Tan ensimismado iba dándole vueltas al asunto, que no notó que ella se detuvo y se le paró en frente, si no fuera porque ella lo tomó del brazo para que no chocara, se hubieran dado fuerte en la cabeza.
—¿Te gusto? —preguntó suavemente y él la vio sonrojada y los ojos brillosos esperando una respuesta.
Pero no dijo nada, simplemente bajó la mirada. Ella lo imitó y dio la media vuelta para seguir caminando y dando saltos, los cascabeles que adornaban su cabello repicaban y la gente se le quedaba mirando divertida. Él apretó sus labios y frunció su ceño, sus uñas se enterraron en la palma de sus manos hasta el grado que llegó a dolerle. ¿Por qué simplemente no le había dicho que sí y ya? No, tenía que quedarse en silencio y bajar la mirada, ahora ella pensaba que sólo la había besado por un tonto capricho y mucho menos lo perdonaría. «Eres un idiota, ¡un idiota!», se repitió una y otra vez mientras caminaba siguiendo el sonido de los cascabeles, se sentía muy mal como para alzar la mirada.
—Tú sí me gustas a mí...
Se detuvo de pronto y volvió a verla frente a él con los mismos ojitos brillosos. Aunque ella después de confesar aquello en un susurro, dio la media vuelta y echó a correr provocando que los cascabeles sonaran mucho más. Él se quedó estático, sin saber qué hacer o decir, simplemente la miraba correr por el parque en dirección a su casa.
—¡Idiota! —gritó para reaccionar y salió corriendo tras ella.
Cuando le dio alcance, la tomó de un brazo y la volteó. Ella lo miró asustada y él la abrazó con fuerza, dejando que escondiera la cara en su pecho, le enterró los dedos en los rizos mientras con el otro brazo la rodeó por la cintura, ella lo abrazó fuerte.
—Sí me gustas, me gustas mucho... —confesó tragándose su orgullo.
Y aquello fue el principio de algo, algo que quizás duró mucho, quizás duró poco, quizás todo fue un simple sueño dentro de alguna cabeza loca, o quizás dos cabezas locas.
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Recovecos
Short StoryCuando la mente decide formar parte de la vida de las personas, aparecen muchas historias que contar, y cada una de ellas es parte de un Universo mágico que hay más allá... Recovecos es la recopilación de varios relatos que nos enseña lo que pasa po...