De celos va la cosa

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—Entonces ¿sí vas a salir?

—Sí.

—Pero...

—¿Eh?

—No vayas... ¿y si es un asesino en serie?

—Es sólo un compañero de equipo tuyo, lo conoces mejor que yo, no exageres.

—Pero...

—Te quiero mucho.

Se quedó sin responder y luego sintió el pitido de la llamada finalizada, suspiró y apretó el puño. Se metió el teléfono al bolsillo y giró sobre sus pies. Se detuvo al ver a su novia enfrente.

—¿A dónde vas?

—No te preocupes, ya vengo.

Salió dejando a su novia sin entender y caminó por la ciudad, sabía muy bien a donde tenía que ir, no dejaría que ella, su mejor amiga, anduviera por allí con cualquier idiota, eso lo hacía enojar. Cuando su trabajo estuvo listo, regresó a su casa y marcó el teléfono.

—Hola...

—¿Qué pasa?

—¿Qué harás mañana?

—Otra vez lo mismo, ya te dije que voy a salir con tu compañero de equipo.

—Me llamaron diciendo que no podrá siquiera ir al ensayo, está enfermo.

—Pero no me ha dicho nada, así que hasta que él no me diga seguirán de pie mis planes.

—¡Es gay!

—¡Y eso qué! Sigue siendo una persona y sólo iremos a tomar helado.

—Sólo quiere besarte...

—¿No estás diciendo que es gay?

—Da igual... Vamos mañana a dar una vuelta, tú, yo y...

—No quiero salir contigo y con tu novia.

—Pero...

—Hablamos otro día.

Otra vez el maldito tono de llamada finalizada, volvió a marcar. Otra vez el maldito buzón avisando que el teléfono estaba apagado, ya se vengaría. Su novia lo abrazó por la espalda y suspiró, al menos la tenía a ella y a lo que nacería de los dos.

—¿Y cómo te fue en tu «cita»?

—Él enfermó...

—Te lo dije.

—Ya ni me sorprende, siempre que alguien me invita a algo, algo le pasa...

—Estás salada.

—Sí lo estoy, pero bueno... ¿Y tu novia e hijo cómo están?

—Bien los dos.

—Me alegro por ustedes.

Ella comenzó a caminar más adelante tomada de la mano del hermano de él, como todas las mañanas se iban juntos al colegio. Él sonrió al mirarle la espalda, ella nunca se enteraría de lo que realmente había tras todas esas «enfermedades».

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