Algo más...

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Porque aquel beso, fue algo más que un beso...

Hace tanto ya que apenas lo recuerdo... pero lo recuerdo... Éramos apenas unos niños, locos, traviesos, que no se podían quedar quietos, pero allí estábamos, tú y yo y nuestra amistad, una que duró por tanto, tanto tiempo... y luego el beso, aquel primero, cuando tus labios rozaron mi mejilla, cuando yo puse cara de asco y tú sonreíste... Aquel beso, el primero que nos demostramos que sentíamos el uno por el otro un cariño más grande que simplemente dos vecinos, dos compañeros de curso, dos compañeros de travesuras...

Y así le siguieron muchos, ya después se hizo costumbre, tus labios en mis mejillas, mis labios en tus mejillas y mi hermano diciendo que un día nos casaríamos... «¡Qué bobadas!» decías, y yo te seguía...

Y la costumbre llenó de sentimientos... porque tú me querías y yo te quería, pero la vida es traviesa —así como tú y yo— y da vueltas sin parar, creando circunstancias y cambiando las cosas, creando espirales, círculos y cuadrados donde todos nos vemos envueltos y de los cuales no podemos salir... o a veces sí... tú caíste, como consecuencia yo también, porque estábamos unidos, a pesar de ser simplemente dos amigos que cuando se veían se besaban en las mejillas, aunque sin notarlo cada vez se acercaban más a los labios...

Y la consecuencia fue que se separaron...

Y la distancia es cruel, por lo menos para una parte, la otra siguió haciendo su vida que se había formado antes que uno se fuera... antes que todo cambiara...

Pero ellos sabían que la vida sigue girando y en cualquier giro sus caminos se volverán a cruzar, y será cuando las mejillas sean cambiadas por los labios, y sus vidas girarán juntas como antes, pero de una manera distinta a la vez.

RecovecosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora