Tal para cual

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Y así era la cosa...

Se conocían de hace tantos años que ya les daba pereza contarlos, preferían decir que desde los doce años estaban juntos, aunque no revueltos... Y es que él nunca notó, en los profundos ojos de ella, lo que se ocultaba... Y es que ella era tan orgullosa, caprichosa e infantil, que la vez que tuvo la oportunidad de besarlo, le rompió la nariz...

Y así fue la cosa...

Sólo pasó lo que pasó, él se enamoró de otra, formó una familia y fue feliz... mientras duró. Ella huyó lejos, aunque no lo suficiente, con la excusa de estudiar. Allá conoció a un alguien... pero nada dura para siempre.

Y así sucedió la cosa...

Él solía recordar, acostado en su cama, solo y algo melancólico, que cuando dormía con ella (esas veces que él iba a quedarse a la casa de ella o viceversa, o esas tantas ocasiones en que se quedaron en algún campamento o en la casa de campo) sus cuerpos se amoldaban de tal manera que parecían uno solo... Ella recordaba que, con el paso de los años, los brazos de él se hicieron más fuertes y la sostenían de tal manera que la hacían sentir protegida y a salvo... Él quiso volver a acoplar su cuerpo al de ella... Ella quiso volver a sentirse protegida...

Y así pasó la cosa...

Porque mientras ambos se recordaban sin hacer absolutamente nada para estar juntos ahora que podían, el tiempo jugaba en su contra... Él abrazaba con fuerza una almohada cubierta por una vieja camiseta de fútbol con olor a colonia de bebé y vainilla... Ella miraba por la ventana las húmedas calles londinenses mientras una lágrima recorría su mejilla izquierda... Él limpió la pequeña gota que brotó de su ojo derecho...

Y tal para cual...

Porque era como siempre les habían dicho: «ustedes son tal para cual», lo recordaban muy bien... quizás demasiado... Pero era tarde, él se había enamorado de otra, había escogido a otra y ya tenía su pequeña familia... La dejó de lado... o por lo menos así pensaba ella, que después de muchos años logró decirle «sí» a un chico que intentó ganarse su corazón, pero que al volver a Londres todo acabó... Y se sintió mal por romper un corazón... al igual que como lo habían hecho con ella en el pasado, porque ahora le tocó a ella elegir...

Y así terminó la cosa...

Ya que él pudo volver a acoplar sus cuerpos, volvieron a ser uno mientras dormían abrazados, volvieron a respirar el mismo aire y ser lo primero que vieran cada mañana... Pudieron volver a hablarse sin gritarse el uno al otro... O quizás eso igual lo siguieron haciendo... Como un poco de travesuras por aquí y por allá... Haciendo cosas inusuales para demostrarse amor... Cosas que sólo ellos entendían, porque, al fin y al cabo, siempre fueron, son y serán, una pareja tal para cual.

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