Viaje en autobús

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Él tenía la nariz perfilada, a pesar que lo veía de perfil, ella sabía que la tenía perfilada y algo respingada. Y eso le gustaba, siempre le miraba la nariz primero y luego el resto.

El cabello lo tenía corto, aunque no al estilo militar, quizás como de tres o cuatro centímetros, y de color castaño oscuro. Se lo cubría con una gorra, de esas de beisbolista, aunque ella alcanzó a ver todos los otros detalles antes que él se pusiera aquella cosa horrorosa, porque era horrorosa para ella, no sabía muy bien por qué, pero lo era... a pesar que nunca le atrajeron los chicos de cabello corto, debió haberse alegrado por la gorra, pero no.

Los ojos los tenía de color verdes, aunque bien oscuros, casi castaños, pero le encantaron. Los vio cuando él volteó a mirar por la ventana de más atrás, así pudo ver mejor su perfilada y respingada nariz.

Y las cejas, no tenía muchas pero no eran pocas. No era de esos que se las sacaban, otra cosa más que odiaba en un hombre, no había hombre más feo que ese que se quitaba las cejas, por lo menos para sus ojos era así. Por suerte este chico no y eso le gustó aún más, aparte era mejor, así no le tendría que regalar unas pinzas... Sonrió por pensar así.

No tenía bigote pero sí una barba que se notaba no había cortado por lo menos en dos meses, aunque sólo en el mentón, el resto de la piel estaba perfectamente afeitada. Su piel era trigueña y se veía suave al tacto. Quiso tocarlo.

Aprovechó que lo tenía en frente, ya que él se acomodaba para dejar pasar a algunas personas por el pasillo, para mirarlo por completo... ¡Y cómo le gustó lo que vio! Se notaba que debajo de aquella ropa había un cuerpo muy bien trabajado. Y nada que decir del pantalón... «Ese chico está para comérselo» pensó y casi se mordió el labio, pero luego recordó a todas esas que salen en películas y libros aburridos que hacen lo mismo y se arrepintió.

Lo que no pudo evitar fue un suspiro, se sentía enamorada a primera vista, había conocido el amor real en un bus, de camino a casa. Un bus atiborrado de gente, ya poco le quedaba para que empezaran a salirse por las ventanas... Por suerte ella iba sentada, pero no el chico y por eso podía verlo de lo mejor. Si era tan lindo...

Quizás sólo había un problema, pequeño, pero problema... Él miraba al chico sentado junto a ella... Y no hubiera sido nada de raro, pero lo miraba de la misma manera que ella a él: con gesto ansioso y goloso... Soltó un suspiro más largo, quizás sí tendría que regalarle pinzas...

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