Soñar no tiene nada de malo

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Y allí estaba, otra vez, sentada en el último lugar de la galería mirando el entrenamiento de fútbol de sus amigos... «Amigos», en realidad eso era mucho, debía quitarle la «S» porque por más que intentara, siempre a sus amigos les pasaba algo, y a veces ni siquiera eran amigos sino que simplemente chicos con quien cruzaba una palabra... Por suerte con las mujeres no pasaba eso, aunque no le agradaba mucho hablar con ellas porque le aburrían las conversaciones...

Suspiró y no le dio importancia, su vista se fijó en su «amigo» que pateaba la pelota con fuerza para ver si lograba meter un gol, pero falló y ella estalló en carcajadas. Su amigo dejó las manos en la cintura y bajó la cabeza, típico gesto de futbolista abatido, luego la miró a ella reír estrepitosamente, frunció su ceño y siguió corriendo, le molestaba que ella se burlara de él en aquello, pero más le molestaba cuando después ella lograba hacer el mismo movimiento que él, aunque metiendo el gol. Enfurecido siguió entrenando.

Ella se le quedó mirando y sin darse cuenta su vista se tornó nublada...

Su amigo estaba frente a ella, el baile de cada año había acabado hace poco, o eso parecía porque ya todos comenzaban a retirarse y ellos no eran la excepción. Ambos esperaban algo del otro pero ninguno se atrevía. Ella lo miraba directo a los ojos, esos celestes que tanto le gustaba mirar, y de pronto se preguntó en qué momento había quedado tan prendada a él, si al principio no lo podía ni ver, si a veces le daban ganas de golpearlo tan fuerte que la recordara por siempre. Aunque nada de eso podría hacer y menos ahora, ella lo quería, lo quería demasiado y lo sabía, y ahora que estaba prohibido lo quería aún más... Su vista se fijo en aquellos labios algo sonrosados por la blanca piel de su amigo.

Él también la miraba fijamente, aunque de manera distinta, y como ambos estaban pensando en cosas sumamente importantes, ninguno se percató de lo que hacían. Él se dejó engatusar por aquel escote tan pronunciado que ella llevaba en aquel vestido, algo le impedía quitar los ojos de allí, por primera vez en todos los años que la conocía, su vista se perdía en aquella parte que ahora lo hacía tragar grueso y sonrojarse al punto que sus mejillas comenzaron a arder... O quizás se debía al par de ponches que se bebió... o quizás un poco más que un par... Apretó los puños y su cuerpo se tensó, ¿en qué momento el frágil y tierno cuerpo de su mejor amiga se había transformado en aquello que lo hacía soñar?

Y entonces sucedió aquella explosión, en donde lo prohibido logra desatar que un montón de sensaciones se junten en una pequeña parte que hace temblar todo tu cuerpo, porque te recorre desde la punta de tus pies, hasta la más fina parte de tu cabello, y no empezando precisamente por esa parte, claro que no. Para ellos empezó en los labios, porque ella, no pudiendo aguantar más, se empinó y lo besó, aun sabiendo que él la apartaría, porque estaba prohibido, de todas maneras se armó de valor y juntó sus labios.

Quizás fue esa misma razón lo que hizo que los estómagos de ambos estallaran en mariposas multicolores que los llenaron por dentro y por fuera, que el universo mágico del primer beso los rodeara, que la sensación única de probar aquellos labios del ser amado que te hace delirar y sentir en las nubes los cubriera como un manto de terciopelo... Quizás todo no fue más que la sensación de estar haciendo algo malo.

Pero el la tomó de la cintura y la besó con más pasión...

Y todo lo malo que pasaba por la cabeza de ella desapareció, su amigo, su mejor amigo y de quien estaba enamorada la estaba besando. ¡Y qué boca tenía! ¡Qué bien besaba! Ella no lo quiso soltar por nada.

Aunque hay algunas cosas que no pueden durar por siempre y eso fue lo que a ellos les pasó. El aire se les acabó... Y así se quedaron mirando, quietos los dos, él tenía sus ojos fijos en los de ella, dándoles a entender que lo que habían hecho estaba mal, ellos no debieron hacerlo nunca... Pero a ella eso no le importó, simplemente le sonrió y lo miró entregándole todo su amor sin decir una palabra, él comprendió y la abrazó como su no hubiera un mañana, como si todo eso fuera un sueño del que deberían despertar para estar separados...

Y una lágrima rodó por su mejilla al escuchar el silbato del fin del partido...

Y allí estaba, otra vez, sentada en el último lugar de la galería... El entrenamiento de su amigo había finalizado y ahora debía esperar que él se duchara para irse. Apoyó sus codos en las rodillas y dejó su mentón sobre las palmas de sus manos, luego soltó un largo suspiro dejando salir todo lo malo que sentía.

Él nunca sería de ella, por eso debía conformarse con aquellas imágenes inventadas, a pesar que parecieran tan reales... Él nunca sería de ella porque él era el chico prohibido, lo amaba, sí, y desde hace mucho, mucho tiempo, quizás de antes que pasara lo que pasó, pero lo prohibido es lo prohibido y él ya tenía novia y un hijo... A pesar que ella lo amara de mucho antes que conociera a la que ahora era su familia...

Ella lo amaba, a pesar de todo, y estaba dispuesta a esperarlo, claro que sí. Luego frunció su ceño y apretó sus puños, ¿por qué debía esperar a alguien que no se dio el tiempo de esperarla a ella? Él la había engañado y ella no estaba dispuesta a ser el segundo plato de nadie... Aunque feliz robaría uno de esos besos, que a pesar de sólo estar en su mente, siempre llevaría consigo. Porque al fin y al cabo, soñar no tiene nada de malo.

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