Una pizca de nostalgia

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Sentado, en aquel sillón crema que decora la sala. Sí, aquel que nos sentamos cuando te pedí que fueras mi novia, aquel en el que te acosté tantas veces para luego recostarme encima de ti y recorrerte entera; aquel que ha sido testigo de tantas cosas...

Sentado y con la pantalla al frente observo cada uno de los movimientos de las personas que allí aparecen, a veces sonrío, a veces una lágrima recorre mi mejilla, a veces son ambas al mismo tiempo...

Sentado y mirando no puedo dejar de pensar en aquel día, ese que muestra la pantalla, ese cuando vestías de blanco, un hermoso vestido que me dejó boquiabierto al verte... No te imaginas todas las veces que soñé con ese día... no te imaginas todos los besos que ansiaba darte... No te imaginas todas las caricias que deseaba regalarte y las que aún guardo para nuestros momentos a solas...

Sentado sonrío al ver una hermosa y amplía sonrisa abarcar casi toda la pantalla, mi hermano nunca fue gran camarógrafo, pero le agradezco desde el fondo de mi corazón que me regalara esto, aquellos recuerdos de aquel día en que por fin dijiste: «Sí, acepto». Aquel día en que por fin fuiste mía...

Sentado una lágrima recorre mi mejilla, sin darme cuenta unos dedos traviesos le detienen el camino...

Sentado levanto la vista y la sonrisa que antes tenía en la pantalla, aparece frente a mí... Sin pensarlo dos veces la tomo de la cintura y la siento en mis piernas... En lugar de recordar lo que hacíamos en el sillón ¿por qué mejor no ponerlo a prueba, otra vez?

RecovecosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora