La primera vez que la vi fue cuando pasó riendo junto a sus amigas cerca de la cancha del Instituto. Estaba junto a mis mejores amigos lanzando al aro de básquetbol en una hora libre, molestaba al mayor porque llevaba años de novio con una chica, la mejor amiga de mi hermana, decíamos que nunca nos pasaría aquello, pero ambos nos equivocamos... aunque por lo menos yo no tanto... creo...
Ella pasó y sólo la noté porque el balón rodó hasta casi sus pies, sus amigas lo detuvieron y una se agachó para recogerlo y esperó a que llegara para pasármelo con una enorme sonrisa. Le agradecí mientras me rascaba la cabeza, nunca fui muy bueno con las chicas y ella me miraba de manera extraña. Pero para su desgracia, yo me fijé en la diminuta figura que pasaba desapercibida entre las otras tres que intentaban hacerme una conversación.
Ella era pequeña, más que mi hermana, miraba al suelo con la vista perdida, estaba allí y a la vez no, su cabello colgaba medio ondulado hasta poco más debajo de los hombros y se lo amarraba con un listón, sus ojos eran del mismo color de su cabello: castaño oscuro, o por lo menos se parecían bastante. Aunque no puedo negar que lo que más me gustó fueron sus mejillas...
Sin darme cuenta, mi mejor amigo llegó y comenzó a hablar con las chicas, a él siempre se le dieron bien esas cosas, aunque hay alguien que lo controla, más bien nos controla a todos. Noté que ella alzó la mirada y lo observó fijamente, no sé por qué pero quise salir de allí, a ella le gustaba mi mejor amigo. Bateé el balón y me fui a seguir lanzando. Al fin y al cabo ella tampoco podría tener algo conmigo, ella era de alta, yo de baja. Ella tenía de todo, yo no podría ofrecerle nada. ¿Y por qué pensaba en esas cosas? Apenas la había visto una vez, unos segundos, nada de eso tenía sentido, al otro día ni siquiera existiría. Encesté varias y un grito anunció que mi hermana estaba cerca y golpearía a mi mejor amigo, ellos eran así, peleaban y todo pero en el fondo eran muy buenos amigos, aunque a mí me gustaría que fueran algo más.
Los busqué con la mirada para reírme un rato y noté la de ella sobre mí, bajó los ojos rápidamente y luego se marchó con sus amigas, sonriente como siempre. Me interrumpió un grito de mi hermana preguntando qué tanto veía, no le contesté a pesar de todos sus reclamos, ella era una celosa y no quería escándalos por algo sin sentido.
La chica arrugó la hoja hasta formarla una bola, la lanzó lejos en su habitación hasta chocar con la pared. Estaba sentada sobre su cama, dejó sus rodillas pegadas en su pecho y escondió su rostro para así poder dejar de llorar, pero no lo logró.
Ella se había enamorado de él. Él de ella, o por lo menos así salía en aquella carta que leía una y otra vez; y una y otra vez la arrugaba y la formaba una bolita, luego la tomaba, la estiraba y guardaba en el sobre que le entregó aquel día, aquel día en que todo acabó...
Ellos sabían, sabían desde un principio, desde que se miraron por primera vez, que no podrían estar juntos, ella era de alta, él de baja. Ella estaba acostumbrada a tenerlo todo, él no tenía nada que ofrecerle... Ella tenía un futuro decidido, él se tenía que forjar su futuro a base del sudor y de los estudios. Ella tenía un hermano que no descansaría hasta verla alejada de él, él tenía unos hermanos que no sabían que la tenía a ella...
Ella se sentía cobarde por no defender lo que sentía, él prefirió hacer como que nunca sintió nada, no valía la pena, al fin y al cabo ella era de ésas, esas que juegan con los sentimientos y que no les importa nada, una de alta, nada más ni nada menos.
Aunque en el fondo los dos sabían que la imagen que se querían formar del otro para odiarlo estaba equivocada. Nunca podrían olvidar lo que sintieron, nunca le dirían a nadie de las lágrimas derramadas, ella no confesaría que todos aquellos poemas que ocultaba en el rincón más apartado de su armario eran para él; él no diría nunca que todas esas cartas de amor que nunca entregó eran para ella... sólo una fue a parar a sus manos, y esa ella la arrugaba y estiraba todos los días, a la misma hora, siempre al volver de clases, siempre luego de verlo...
Nunca nadie se enteraría de su amor, porque sólo hubo uno que lo supo todo el tiempo, uno que se llevó el secreto a la tumba, uno que pagó por los errores de su mejor amigo y la chica a la que quiso. Uno que derramó su sangre a causa de una venganza, una sin pies ni cabeza... ¿o será que había algo más? Eso sólo se sabrá con el tiempo, pero de lo que sí estaban seguros, es que ellos no podrían estar juntos, porque él jamás la perdonaría, porque ella jamás dejaría su forma de vida por estar junto a él...
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Recovecos
Short StoryCuando la mente decide formar parte de la vida de las personas, aparecen muchas historias que contar, y cada una de ellas es parte de un Universo mágico que hay más allá... Recovecos es la recopilación de varios relatos que nos enseña lo que pasa po...