Engaños y mentiras

28 1 0
                                    


—Así que por eso no querías regresar a Londres...

—¿Eh?

Se encontraban sentados a la orilla del camino, sobre el capó del auto algo rayado y roto pero aún funcionaba. No se habían dicho nada durante todo el trayecto, hasta que se detuvieron y se sentaron mirando el horizonte. Ella se abrochó un poco más el abrigo, había olvidado lo húmedo que se volvía Londres por las noches. Él metió sus manos a los bolsillos.

—No quería regresar, Londres me trae malos recuerdos.

—Aun así volviste...

—A veces no se puede seguir huyendo.

Ambos se quedaron mirando las estrellas, ambos sabían lo que sucedería, aunque él no quería aceptarlo y ella quería salir huyendo... de nuevo.

—¿Es a quién amas?

—¿Eh?

Se volvió a mirarlo fijo a los ojos, nunca desde que lo conoció tiempo atrás en Glasglow había estado tan serio. Pero ¿era como él decía? ¿Aún amaba a aquel? Se perdió en los ojos verdes que esperaban una respuesta impaciente.

—No.

—Creí que sí, ¡lo defendiste! A mí también me defendías cuando peleaba, pero con él fue diferente...

—Es la costumbre, lo defiendo desde que lo conocí, era mi mejor amigo...

—¿Y aún lo es?

Otra vez la duda sembró sus semillas en la cabeza ¿era aún su mejor amigo? Hace años que no sabía nada de él, hace años que él no la buscaba y ahora que había regresado las cosas no cambiaron mucho. Suspiró, ella sabía que las cosas serían difíciles pero no pensaba que no podría siquiera volver a ser su amiga... Las palabras de la niña volvieron a dar vueltas en su cabeza.

—No, ya no, y menos después de lo de hoy...

—¿Esos niños son sus hijos?

—Sí.

—Vaya, no ha estado perdiendo el tiempo desde que te fuiste.

—Nacieron antes que me fuera... antes que arrancara...

—Él no te eligió a ti...

Aquellas palabras remecieron su corazón, ya lo había olvidado —o creía haberlo hecho—. Miró al frente y bajó la mirada, sintió que sus ojos le picaron pero no quiso llorar, además ¿hace cuánto que no lloraba por aquel? Ya lo había olvidado, igual como había olvidado sus promesas, ella dijo que no se enamoraría, él dijo que no la olvidaría ni cambiaría... Pero ella había cumplido, no se había enamorado, él no...

—Yo te elegiría a ti, sobre cualquiera, pasara lo que pasase, siempre tú... Y esperaría por ti todos los años que sean necesarios hasta que me ames.

Ella lo miró nuevamente, ya esas palabras se las había dicho, no todo pero sí lo de esperarla, ella las conocía muy bien. Pero ¿podría amarlo algún día? ¿En Londres? ¿Con la sombra de su antiguo amor rondando? ¿Era bueno engañarse y mentirle a él con algo que no sucedería?

—Dame otra oportunidad, sólo una...

Le sonrió, ¿por qué no? Al fin y al cabo el otro no la quería y ella merecía ser feliz. Asintió.

Él la abrazó por la cintura y sonrió de oreja a oreja, no sabía por cuánto tiempo más la tendría así que no desaprovechó la oportunidad y la besó, allí en aquel mirador, bajo la luna y las estrellas, mientras la humedad de Londres le helaba hasta las orejas... Pero no les importó, después de todo se tenían el uno al otro... y él ni siquiera notó la lágrima que rodó por la mejilla de ella.

RecovecosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora