4. Maldita mocosa

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Miércoles. Ocho A.M.

Tengo resaca. Maldición.

-Phoebe...-bramé hacia mi habitación.

Maldición, otra vez me duele el brazo.

¿No tendré una torcedura o algo?

-¡Phoebe Emilia!-llamé otra vez. Willbur salió corriendo hacia la sala, donde yo me encontraba tendida en el suelo por haber caído nuevamente del sofá, lanzándose a lamer mi cara.

Maldito perro, sé que tus intenciones son buenas, pero déjame en paz.

-¡Maldita mocosa, levanta el trasero de una jodida vez!-Phoebe salió del baño con una toalla en la cabeza y otra alrededor del cuerpo, tranquilamente dirigiéndose a la cocina, tomó una manzana y me miró.

-Buen día.-sonrió, burlesca.

Trepé de vuelta al sillón, enterré mi cara en una almohada y levanté la mano en señal de saludo. Levanté la mirada con toda la pereza del mundo.-Tenemos que ir a inscribirte a la escuela.

-Vas tarde al trabajo.-canturreó, entrando de vuelta a mi habitación.

Maldita niña.

-Bien, irás de nuevo al trabajo conmigo, y llevarás al maldito perro.-bramé, antes de entrar al baño y cerrar la puerta de un portazo.

-¿Y mi escuela?-la escuché gritar con leve desespero desde afuera.

Ja.

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-Buen día, Señorita Darcy.-saludó Bethany.

¡Maldición, tengo una jodida asistente personal!

-Que tal, Bethany.-saludé con la cabeza. Phoebe apenas se digno a hacer un saludo con la mano.

-¿Está todo bien en su oficina?-asentí.-excelente. El jefe irá a hablar con usted en un momento.

¿QUÉ?¿PRIMER DÍA Y EL JEFE YA VA A REGAÑARME?

-Bien... bien, está bien.-asentí.-ven, Phoebe, camina.-Phoebe sacó un puñado de dulces de la mesa de Bethany y me siguió.

Uh, interesante, mi oficina ahora tiene muebles.

-Siéntate ahí, mocosa, y no me metas en problemas.-amenacé, indicándole un berger de cuero negro junto a mi escritorio de vidrio.

-Bien, jefa.-asentí y me senté en el escritorio.

Oh, genial, una torre de manuscritos que debo aprobar o desechar.

Maldición.

Tocaron la puerta.-Adelante.-murmuré, sumida en las reseñas que se me habían entregado de algunos manuscritos.

-Buenos días, Darcy.-Lucas entró a la oficina, con un traje azul y una camisa y corbata negras.-¿todo bien? ¿Te hace falta al-se detuvo en Phoebe, que masticaba tranquilamente un dulce con los pies sobre mi escritorio mientras acariciaba el lomo de Willbur.-¿que hace aquí tu hija? ¿Y por qué trajo a su perro?-Phoebe sonrió, dejando ver sus dientes llenos de masticable.

Maldición, ya me está dejando en vergüenza.

-No es mi hija.-gruñí.-y, no, señor Preston, todo está perf-

-¿Señor Preston? ¿Así que esta vez no planeas insultarme?-inquirió, alzando una ceja.

-No, señor, y lamento los incidentes-

-Darcy, no te contraté para formalidades, te contraté por tu nombre.-vaya, pero que halago.-no sé si notaste la facilidad con la que conseguiste el trabajo.-agaché la cabeza, resignada.

El Diario de Emily DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora