40. No importa si te despiden

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Abrí mi puerta, al momento en que sentí que se abría la puerta de Phoebe. Ambas salimos de nuestra habitación tallándonos un ojo, probablemente Phoebe llamada por lo mismo que yo: el ruido en la cocina.

-¡Buen día, bellezas!

-¿El hada del campo?

-Prefiero el termino ¨agrónomo¨.-rodó los ojos.-Desayuno, vengan, de prisa.

Fruncí el ceño y ladeé la cabeza.-¿Desde cuando el hada del campo cocina?

Rodó los ojos.-Cocino lo básico.-me guiñó un ojo y Phoebe alzó las cejas.-Hola, Phoebs.-saludó, dejando un beso en la cabeza de mi sobrina cuando lo abrazó.-Café.-dejó una taza humeante frente a mi.-leche con cereal.-dejó el tazón frente a Phoebe, que frotó sus manos.-y tostadas. Nada extraordinario.

-A Emily se le quema el café.-murmuró, alzando los hombros.

-¡Eso fue solo una vez y fue con té!-ambos bufaron. Suspiré y le puse mermelada a la tostada.-¿Que hora es?

Luke miró el reloj a mis espaldas.-Siete cuarenta.-asentí.

Tocaron la puerta.

Ay, por favor, es muy temprano para problemas.-Yo voy.-Luke se sacudió las manos en el pantalón y caminó a la puerta.-¡Jefe!-saludó, abriendo la puerta.

Maldición.

Suspiré, me limpié la boca con una servilleta y caminé a la puerta, seguida por Phoebe. Lucas bufó.-No soy tu jefe.-bramó a Luke.-se ven bellas.-habló con sarcasmo.-buen día.

-Hola.-murmuró Phoebe, alzando la mano.

-¿Que quieres?-gruñí, abrazándome al torso de Luke.

Lucas rodó los ojos ¿Como es posible que sean las siete y media de la mañana y ya esté bañado, vestido y perfumado?-Recordé mientras desayunaba que olvidé preguntarle a Phoebe si va a ir a mi matrimonio. Y... -los tres fruncimos el ceño con el ¨y¨.-si quieres ser la dama de honor de Kenya.

-¡JA!-chillamos las dos al mismo tiempo, haciendo que Luke diera un respingo.

-Había perdido la costumbre.-murmuró, riendo.

-Por favor, Phoebe.-Phoebe alzó las cejas.- Bah, al menos, ¿irás?

Phoebe entornó los ojos.-Iré.-Lucas sonrió.-Pero seré tu padrina.

-¿QUÉ?

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-¿Y?-Luke estaba apoyado en el marco de mi puerta, sacudiéndose el cabello húmedo con una toalla. Sonreí.

-¿Qué?

-¿Con qué iremos a la boda?-fruncí el ceño, volviendo a enfocarme en mi imagen en el espejo, tratando de no meterme el pincel de la mascara de pestañas en el ojo.

-¿A que te refieres?

Caminó a mi cama y se sentó a los pies, quedando sentado justo atrás mío.-¿Con que ropa iremos?

-¿Como que ¨iremos¨? ¿Pretendes que entremos los dos en un vestido o algo?-me burlé.

-No.-negó, horrorizado.-Ya intentamos eso en la escuela, no resultó, ¿recuerdas?-rodé los ojos.-Los calzones de la abuela Dora nunca volvieron a ser lo que eran.-me tomo la frente para contener la risa.-¿Tienes tu vestido ya?-negué.-Apúrate, arriba.-me sacudió por los hombros.

-¡Cuidado! No quiero quedar ciega por culpa de mi mascara de pestañas.-me quejé.

-De prisa, termina y vamos a comprarlo.-habló, emocionado como niño pequeño.

El Diario de Emily DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora