30. Steve, el pasante de piel pálida

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Me levanté arrastrando los pies a la cocina. Gracias al cielo el efecto somnífero de las pastillas se había ido y podia caminar con mediana normalidad. Avancé a la puerta y vi que habían deslizado un par de sobres bajo ella.

Cuentas, cuentas, más cuentas...

El parte de matrimonio de Lucas.

Abrí los ojos como platos recordando el escandalo de ayer.

¿El matrimonio seguirá en pie después de que hizo que a su prometida se la llevara Phillipe, alias ¨El gorila¨ y Kevin, alias, ¨Pancho Villa¨?

Abrí el sobre sacando la botella de jugo de naranja de millonarios que me había comprado Lucas ayer, sirviéndome en un plato.

¿POR QUÉ MIERDA ACABO DE ECHAR JUGO DE NARANJA EN UN PLATO?

Suspiré, dejé desganada la botella en la barra junto al plato, fui a la cajonera junto al refrigerador y saqué una cuchara. Me senté en la barra y comencé a tomarme mi jugo de naranja con la cuchara, abriendo el sobre.

Con mucha alegría es que nos place invitar a la señorita Emily Darcy a la celebración del matrimonio civil y religioso de Lucas Laird Preston y Kenya Sophia Wayne, a realizarse el día 4 de Marzo del siguiente año.

El resto de la invitación era básicamente mierda poética sobre la belleza del matrimonio, recomendaciones de la vestimenta y donde encontrar la lista de regalos.

Kenya esta loca si cree que le daré un regalo.

Miré la hora en el reloj de la pared de la sala. 7:53.

-Phoebe...-murmuré arrastrando los pies a la habitación de Phoebe.-Phoebe despierta, debes ir a la escuela...-abrí la puerta y, ¡Oh, sorpresa, Mateo está aquí!-¡JODIDO MOCOSO! ¿QUE HACES EN LA HABITACIÓN DE PHOEBE?-chillé, quitándome una de mis pantuflas de Homero Simpson y lanzándosela en la cabeza. Mateo, que dormía plácidamente abrazando a Phoebe por la espalda, rodó bajo la cama.-¡MALDITOS ADOLESCENTES HORMONALES! ¡NO PUEDO CREER QUE-intenté seguir chillando, pero la cara de pánico de los dos me lo impidió y tuve que detenerme. Me están comenzando a dar lástima.-Ay, Dios, si pudieran ver sus caras.-comenté, doblegándome y abrazando mis piernas, sintiendo como las lágrimas de risa comenzaban a caer. Ambos me miraban debatiéndose entre comenzar a insultarme o hacerse los muertos.-Vístanse, les haré desayuno.-agité la mano, restándole importancia y caminé a la cocina.

-¡MATEO!

-¿Sí?-salió con su mejor cara de niño bueno.

-Tráeme mi pantufla, el piso está frío.

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-Buen día.-saludé, entrando con mi mejor actitud de diva a la oficina, quitándome los lentes de sol, bebiendo un chocolate caliente.

-Hasta que llegas.-Lucas estaba con los brazos cruzados y la espalda apoyada en la puerta de roble de mi oficina. Frené en seco al ver su expresión molesta.-Son las diez de la mañana.

-¿Y?

-Tu jornada comienza a las nueve, estás despedida.

-¿QUÉ?-de la impresión comenzó a dolerme la cabeza, di un traspié, boté el chocolate, me tomé la cabeza con ambas manos con desesperación para apaciguar el dolor, los lentes cayeron al suelo e hice un desastre.

Dio una carcajada.-Es una broma, Clumsy.-rio mientras se agachaba a recoger mis lentes. Maldije entre dientes.-eso te ganas por hacer que mi hermano casi se orine.-rodé los ojos.-Ven, tengo una sorpresa para ti.-puso una mano en mi espalda y me empujó a mi oficina.-Bethany, ¿puedes decirle a alguien que limpie eso? Gracias.-Lo oí murmurar. En mi oficina había un chico muy blanco y extremadamente delgado (de verdad, es como Bambi recién nacido en versión humana), de mirada emocionada y cabello café, de unos veinticuatro años (aunque parece de dieciséis).-Él es Steve.-miré a Steve con los ojos entrecerrados.-Estudia Administración de Empresas y accedió encantado a ser tu asistente por estas tres semanas.

El Diario de Emily DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora