11. ¿OTRO FAVOR?

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-Emily...

Pasé corriendo frente a su escritorio.-Ya lo sé, Lucas me quiere matar, ¿no?

-Am, parecido. Te espera en su oficina.-lancé mi bolso sobre el escritorio de Bethany y me tomé la cabeza.

Maldición.

-Lo siento, lo siento, lo siento, Phoebe me pidió que la llevara a probarse el vestuario que la jodida novia de tu hermano la está obligando a usar, no me despidas, voy a terminar todo el trabajo, juro que es la última vez que esa mocosa me hace salir del trabajo en horas de-abrí los ojos. Lucas me miraba confundido mientras se arreglaba los botones de las mangas de la chaqueta.-¿No estás furioso?

-No.-arqueó una ceja.-solo te llamé para preguntarte si te ibas conmigo o llegabas más tarde a la casa de mi madre. Ni siquiera había notado que no estabas.

Maldición.

-Eh, no, me voy más tarde. Tengo muchísimo trabajo que terminar.-suspiro.-me quedan unas tres horas.

-Como quieras. Recuerda, a las ocho tienes que estar en casa de mi madre, ¿bien?-asentí.-¿necesitas algo?

-¿Algo como qué?

-No sé, podría ser que tomaras algún tipo de agua o comieses algo en especifico, para pedirle a alguna de las sirvientas que te compre.-alzó los hombros.

Que extraño, éste hombre siendo amable.

-No, señor Preston, gracias.

-¿VAS A SEGUIR CON ESO?

Rodé los ojos.-Bueno, no planeo volver a decirle Lucas, jefe.

-¡Maldición, Darcy, no me gusta que me digas Señor Preston!

-¿Me puede explicar por qué?-exhaló fuertemente y se puso una mano en la sien.

-Porque me agradas. No me gusta que la gente que me agrada me diga ¨señor¨.-bufa.

Alcé las cejas, sorprendida. Sonreí de lado.-Una lástima, señor Preston, porque no me gusta-es más, me niego- a decirle por su nombre a una persona que soy propensa a insultar.-alcé los hombros.-¿necesita algo más, señor?

Puso los ojos en blanco y suspiró.-No, Darcy, puedes irte.

-Gracias.

Caminé a mi oficina y me lancé de espaldas en el Berger de Phoebe.

Son más de seis kilos de papel que tengo que entregar revisados mañana por la mañana. Dios me ayude.

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¨...una de las frases que más me han marcado en la vida, fue cuando oí a un intelectual amante del futbol, diciendo que el fútbol es muy similar a la vida: puedes ir encaminado perfectamente al arco, corriendo tranquilamente con el balón en los pies, y llega alguien de repente y te lo quita, arruinando lo que habría sido una jugada perfecta.¨

No, nop, esto es demasiado para mí.

Lancé el manuscrito sobre mi laptop y vi la hora en el reloj de la pared. Siete treinta. Suspiré, alcé las cejas mirando al cielo e hice lo que toda mi vida esperé no tener que hacer: tomar trabajo para terminarlo en casa.

Tomé el manuscrito de Ronaldo y unos seis manuscritos más que espero no me den tanta jaqueca como me está dando esta cosa, los lancé en m Chanel (otro bolso ostentoso regalado por la abuela... me pregunto de donde sacará tanto dinero para estupideces) tanteé en el escritorio hasta que di con las llaves de mi auto y salí de la oficina.

El Diario de Emily DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora