Abrí la puerta. Levine, Marcus y Jade se encontraban de pie fuera, mirándome atentos. Crucé los brazos sobre mi pecho, apretando los labios.-Dijo que todo había sido un error.-murmuré, antes de agachar la cabeza y comenzar a llorar.
-¡Cariño!-chilló Marcus, abrazándome, tomándome por los hombros y entrándome al apartamento.-Cierra, cierra la puerta, Levine.-ordenó, sentándome en el sofá.
-Ese jodido idiota.-murmuró Levine, encendiendo su cigarrillo.-Que se joda.
Sonó la puerta y los cuatro alzamos la vista, sorprendidos. Levine se acercó a la puerta y la abrió, dejando ver a un Lucas tan impactado como nosotros.
-Emilia...-murmuró, rogando con los ojos.
Gracias al cielo mis ojos tardan en hincharse.-Vete.-rogué en un murmullo.
-Vete de acá.-habló Marcus.
-Sal de acá, maldito.
-¡LARGATE DE AQUÍ!-chilló Levine, antes de cerrarle la puerta en la cara de un portazo. Bufé y reí, tomándome la cara con ambas manos. Los tres comenzaron a reír conmigo.
-Ah...-suspiré.-¿como llegué a esto?-inquirí, dejando caer mis palmas en mis piernas.
-No lo sé, Em, no lo sé.-Marcus comenzó a frotar mis hombros.
-Pero no hay nada que tu mejor amigo no arregle.-celebró Jade, sacudiendo una botella de vino blanco en el aire.
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-Buen día, Bethany.-saludé, entrando como toda una diva al nivel, con los lentes de sol puestos para que nadie notara mis ojos rojos por tanto beber, moviendo exageradamente mis caderas, caminando como modelo, tal como me enseñó Levine, haciendo resonar mis tacones negros en el suelo, con una vestido ceñido gris hasta las rodillas, un chaleco negro y un largo abrigo del mismo color, un bolso Yves Saint Laurent gris (uno de los tantos que me regaló la abuela) y mi cabello recogido en un rodete, sacudiendo las llaves de mi nueva camioneta Wolkswagen en la mano en que llevaba el bolso colgando a la altura de mi codo.
Que no noten que estas mal, querida, es lo que decía Levine mientras comía uvas sobre mi cama, mientras Marcus elegía mi atuendo y Jade preparaba café.
-Emilia.-Lucas, en la silla frente a mi escritorio, se puso de pie como resorte apenas entré.
Predecible.
-Es muy probable que esté en tu oficina.-habló Marcus, mirándose en el espejo de cuerpo completo en la puerta de mi armario, con el vestido que traigo puesto frente a él.
-Así que tienes que comportarte como si nada.-añadió Levine, rebuscando entre mis bolsos con un puñado de uvas en una mano.
-Y hacerlo babear, principalmente hacerlo babear.-finalizó Jade, entrando con un vaso de cerámica marmolada para café de Starbucks, con café dentro de él.
-Buen día, Lucas.-saludé sonriente, entregándole mi bolso a Steve, que llegó corriendo tras de mí, y luego extendiendo los brazos hacia atrás para que me quitara el abrigo.-¿Que haces en mi oficina?-Lucas miró a Steve.-¿Desayunaste?-pregunto al flacucho, que negó.-dame mi bolso.-corrió a mi bolso y me lo entregó.-Ve al Starbucks de abajo, cómprame un café con vainilla, un brownie y come algo.-ordené, dándole mi tarjeta de crédito, mientras que con la otra mano revisaba en mi teléfono si me habían depositado mi sueldo.-¿Los sueldos?-inquirí fingiendo despreocupación. Si esta jodida empresa no me paga el sueldo, a Steve le rechazaran la tarjeta de crédito cuando vaya a comprarme el almuerzo.-Vuela, palomita.-ordené a Steve, barriendo con la mano en el aire para que se fuera. Asintió y salió de la oficina.
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El Diario de Emily Darcy
ChickLitDistante. Calculador. Comprometido. La fruta ABSOLUTAMENTE prohibida, en mil y un sentidos para ella. Torpe. Astuta. Una Darcy. LA Darcy. Cualidades que la hacen absolutamente enloquecedora para él, en mil y un sentidos. Hija de un prestigioso abog...