Aparcó en una enorme casona de campo. Rodé los ojos. Todo tan pijo.
-Bajarás, sonreirás a la gente, guardarás silencio y probarás lo que te entreguen.-instruyó, caminando por el gran hall de ladrillo decorado estilo campestre pero con cosas que estoy segura que cuestan más que todo el dinero que he gastado en mi vida.
-¿Y como se yo que no me envenenarás?-murmuré, sonriéndole a un hombre que pasó a mi lado.
-Simple, te necesito viva para que pruebes los demás vinos. En el último preocúpate.-me guiñó un ojo y siguió caminando. Rodé los ojos y lo seguí.
Se encontró con un hombre en un pasillo frente a un patio interno y comenzaron a hablar en un francés muy fluido. Me sorprendió, de hecho. Luego, Lucas me apuntó, el hombre me miró, sonreí, y acto seguido el hombre dio una alegre carcajada poniéndose una mano sobre su enorme barriga y comenzó a caminar hacia una mesa en el centro del mismísimo patio interno, que tenía uvas verdes, una bandeja con queso y un gran pan tibio (porque sí, me di el lujo de enterrar mi dedo en él), rodeada por plantas y pilares de ladrillo que eran soporte del enorme lugar.
-Bien.-el hombre comenzó a hablar en español con dificultad.-comenzaremos con un Chateau Lafite.-habló, moviendo la mano y haciendo que dos meseros trajeran una copa para Lucas y otra para mí.
-Anda, prueba.-me incentivó Lucas, dándole un sorbo al suyo y moviéndolo en su boca.
-Lucas, hay algo que debo decirte...
-Adelante.-asintió. Está feliz, me parece que le gustó el vino.
-Detesto el vino.
-Pero si siempre te veo tomando vino en tu casa.-respondió tranquilamente, tomando un trozo de pan que habían cortado recientemente para él.
-Vino blanco, Lucas. El vino tinto...-hice una leve arcada.-me causa repulsión.
-Está bien, pero necesito que pruebes esa. Es una reserva francesa de 1787.-¿TIENE DOSCIENTOS VEINTINUEVE AÑOS? ¡MÁS ASCO AÚN, HA DE TENER HONGOS!-Por favor, la copa que tienes ahí cuesta cientos de billetes, por favor, no puedes hacerle desprecio a semejante vino.-fruncí el ceño, desesperada, haciendo un puchero.-Solo esa y pediremos un vino blanco, o uno dulce, el mejor que haya.-suspiré y asentí, llevándomelo todo a la boca de un sorbo.
Emily, demuestra la clase Darcy que te enseñó tu padre, no lo dejes en vergüenza, tu sabes como probar un vino.
Afortunadamente, lo de llevármelo a la boca de un solo sorbo había sido solo un pensamiento, porque el vino seguía ahí, existiendo en la copa. Suspiré e hice lo primero que me enseñó papá: ver el color. Era un color muy oscuro, apenas se distinguían los toques rojos con ayuda de la luz. Me parece que es un muy buen vino.
Lo siguiente que hice fue tomarle el aroma. Notas dulces.
Lucas me miraba con las cejas alzadas, sorprendido, mientras yo hacia el ritual del vino.
Acto seguido, lo balanceé un poco bajo mi nariz para que liberara un poco más de aroma y finalmente le di un sorbo.
¿Sabor? En mi perspectiva, odioso. Pero, con todos los conocimientos Darcy inculcados en mi desde mis dieciséis años, puedo decir...-Es un excelente vino. Delicioso, realmente excelente.-hablé ante la mirada sorprendida de todos, previo a cortar un enorme trozo de pan y llevármelo a la boca con desesperación mientras cortaba un queso para comerlo luego de haber tragado el pan.
Que sabor más horroroso.
-¿No que no te gustaba el vino?-inquirió Lucas, robando sutilmente mi copa y tomándose lo que quedaba en ella (básicamente, todo lo que me habían servido).
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El Diario de Emily Darcy
ChickLitDistante. Calculador. Comprometido. La fruta ABSOLUTAMENTE prohibida, en mil y un sentidos para ella. Torpe. Astuta. Una Darcy. LA Darcy. Cualidades que la hacen absolutamente enloquecedora para él, en mil y un sentidos. Hija de un prestigioso abog...