38. No somos pareja.

15 0 0
                                    

-Hola.-saludé, parado en el umbral de la puerta de su apartamento. Rascó su cabello, en un rodete. 

-Buenas noches.-saludó, con los ojos cerrándosele. Entornó los ojos levemente y acomodó sus gafas

-¿Te desperté?

-¿Que crees tú?

-Lo siento.-me froté el brazo izquierdo.-¿Puedo pasar?-hice ademán de entrar y me interrumpió el paso.

-No.-alcé las cejas.-¿Que quieres?

-Quería saber si tu renuncia sigue en pie, es todo.

Me miró mal.-¿Vienes a mi casa a preguntarme si renuncio o no a las dos de la mañana, cuando estoy semi inconsciente?-asentí y suspiró.-No, Preston. Iré a trabajar, no te preocupes.

-Genial, en ese caso.-miré mi reloj.-paso por ti en siete horas más para ir por mi traje.

-¡N-No pero-

-¡Buenas noches!

---

-¿Me puedes explicar en qué mundo las secretarias acompañan a su jefe a comprar su ropa de bodas?

-La secretaria de mi padre acompañó a Jack a elegir su traje de matrimonio.-alzó los hombros.

-Agh.-bufé y recosté la cabeza en la ventana.

-Emilia...

-No te atrevas.-gruñí. Sigo sin ánimos de tocar el tema de que jugó conmigo... metafóricamente hablando.

Aparcó afuera de una sastrería llamada ¨Laferte¨. Suspiré y me alisé la falda.

-Buen día.-saludé. Cinco años de estudio en Oxford y un magister, pero estoy de secretaria, esto es humillante.-Venimos a la cita a nombre de Lucas Preston.

-Síganme, por favor.-contestó amablemente el hombre regordete tras el mesón. Lucas asintió aprobatoriamente en mi dirección y caminó tras de mí.

-Buen día, señor Preston.-saludó un hombre de cabello canoso cuando nos dejaron en una pequeña habitación.-¿Señorita...?

-Emily Darcy.-extendí mi mano hacia el.

-Es un placer.-sonrió y estrechó mi mano.-Jerry Laferte.-alcé las cejas.-¿Comenzamos?-Lucas asintió, quitándose la chaqueta.-¿Que tela desea usar?-preguntó, situando a Lucas frente a un espejo que tenía dos más a los lados, formando una media luna.

Desconecté mi atención y fijé la vista en la nueva tablet, en la que tenía que poner todas las configuraciones como solía estar la mía, tablet que tuve que ir a comprar ayer por mi ataque de rabia hacia el anciano.

Jodido viejo...

-¿Emilia?

-¿Sí?

-¿Podrías pensar en un color con el que luzco bi-

-Negro.-solté. Alzó las cejas, divertido, y me abofeteé mentalmente.

-Quiero un negro azulado, por favor. Camisa blanca y... ¿Corbata o corbatín?-inquirió, mirándome con el ceño fruncido.

-No lo sé... ¿señor?-dirigí mi vista al sastre, que jugueteaba con el alfiletero y la cinta de medir.

-Diría que... un segundo.-caminó a un armario junto a los tres espejos y sacó ambos, una corbata y un corbatín.-Decídalo usted.-ordenó, haciendo una seña con la mano para que me acercara. Bufé, dejé la tablet sobre el sillón y caminé hacia Lucas, recibiendo ambas cosas de parte de Jerry.

-A ver...-murmuré, poniendo primero la corbata y ajustándola a su cuello. Me quedó viendo mientras la ajustaba, pero lo ignoré hasta terminar, cuando miré a sus ojos, viendo como me miraba con ternura. Me aclaré la garganta y me separé de él, situándome a su lado, viendo nuestro reflejo en el espejo. Asentí con la cabeza.-Bien, veamos el corbatín ahora.-hablé, quitándole la corbata de la cabeza y poniendo el corbatín.-Eso es...-murmuré cuando lo acomodaba, mientras el volvía a mirarme con ternura.-Ya está, veamos.-vi nuestro reflejo en el espejo una vez más. Vi al sastre sonriendo de lado. Lucas me tomó los hombros.

-Hacen una muy linda pareja.-murmuró.-¿Es el traje de su boda?

Tragué saliva. Golpe bajo, Jerry, golpe bajo.

Sacudí la cabeza y me quité las manos de Lucas de los hombros.-No somos pareja. El corbatín queda bien.-reuní las cosas en mi bolso Prada color tabaco.-Esperaré afuera.-bramé, antes de salir disparada fuera de la habitación.

-Es mi amiga.-escuché a Lucas.

Oh, genial, empleada-zone/ secretaria-zone/ friendzone. Excelente.

Apenas llegué a casa, cerré de un portazo y lancé el bolso sobre el sofá, suspirando, apoyada en la puerta.

Si quieren llegar a su casa a las doce de la noche, duérmanse sobre un libro de Stephen King en el trabajo, les aseguro que nadie se tomará la molestia de despertarlos.

-Emilia.-llamó Lucas a la puerta.

¿Cuánto tiempo de tranquilidad tuve? ¿Quince segundos?

-¿Como sabías que acabo de llegar?-gruñí, abriendo la puerta.

Estuve todo el jodido día trabajando en su empresa, en el mismo jodido piso que él, ¿y me viene a joder a mi apartamento?

-No lo sabía, solo baje.-alzó los hombros. Oh, genial, ahora presiente mi presencia.

Me tomé el tabique.-¿Qué quieres?

-Preguntarte con qué irás a la boda.

-¿Por qué te interesa eso?

-Porque podríamos ir a ese amable sastre a que te haga un vestido. Le agradaste bastante.-rodé los ojos e intenté cerrar la puerta.-¡Espera, espera!-la abrí, desganada.-Quiero saber si irás con alguien...-murmuró.

-¿Por qué quieres saber eso?

-Porque tenemos que saber cuantos invitados hay.-alzó los hombros.-sólo por eso.

-Oh, bueno, no tienes que abrumar tu pequeña cabecita, porque-

-¡Azulejo!-oí mi apodo de niña provenir de mi izquierda, por el pasillo. Lucas frunció el ceño.

-¿Luke?

El Diario de Emily DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora