-Hola.-saludé, parado en el umbral de la puerta de su apartamento. Rascó su cabello, en un rodete.
-Buenas noches.-saludó, con los ojos cerrándosele. Entornó los ojos levemente y acomodó sus gafas
-¿Te desperté?
-¿Que crees tú?
-Lo siento.-me froté el brazo izquierdo.-¿Puedo pasar?-hice ademán de entrar y me interrumpió el paso.
-No.-alcé las cejas.-¿Que quieres?
-Quería saber si tu renuncia sigue en pie, es todo.
Me miró mal.-¿Vienes a mi casa a preguntarme si renuncio o no a las dos de la mañana, cuando estoy semi inconsciente?-asentí y suspiró.-No, Preston. Iré a trabajar, no te preocupes.
-Genial, en ese caso.-miré mi reloj.-paso por ti en siete horas más para ir por mi traje.
-¡N-No pero-
-¡Buenas noches!
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-¿Me puedes explicar en qué mundo las secretarias acompañan a su jefe a comprar su ropa de bodas?
-La secretaria de mi padre acompañó a Jack a elegir su traje de matrimonio.-alzó los hombros.
-Agh.-bufé y recosté la cabeza en la ventana.
-Emilia...
-No te atrevas.-gruñí. Sigo sin ánimos de tocar el tema de que jugó conmigo... metafóricamente hablando.
Aparcó afuera de una sastrería llamada ¨Laferte¨. Suspiré y me alisé la falda.
-Buen día.-saludé. Cinco años de estudio en Oxford y un magister, pero estoy de secretaria, esto es humillante.-Venimos a la cita a nombre de Lucas Preston.
-Síganme, por favor.-contestó amablemente el hombre regordete tras el mesón. Lucas asintió aprobatoriamente en mi dirección y caminó tras de mí.
-Buen día, señor Preston.-saludó un hombre de cabello canoso cuando nos dejaron en una pequeña habitación.-¿Señorita...?
-Emily Darcy.-extendí mi mano hacia el.
-Es un placer.-sonrió y estrechó mi mano.-Jerry Laferte.-alcé las cejas.-¿Comenzamos?-Lucas asintió, quitándose la chaqueta.-¿Que tela desea usar?-preguntó, situando a Lucas frente a un espejo que tenía dos más a los lados, formando una media luna.
Desconecté mi atención y fijé la vista en la nueva tablet, en la que tenía que poner todas las configuraciones como solía estar la mía, tablet que tuve que ir a comprar ayer por mi ataque de rabia hacia el anciano.
Jodido viejo...
-¿Emilia?
-¿Sí?
-¿Podrías pensar en un color con el que luzco bi-
-Negro.-solté. Alzó las cejas, divertido, y me abofeteé mentalmente.
-Quiero un negro azulado, por favor. Camisa blanca y... ¿Corbata o corbatín?-inquirió, mirándome con el ceño fruncido.
-No lo sé... ¿señor?-dirigí mi vista al sastre, que jugueteaba con el alfiletero y la cinta de medir.
-Diría que... un segundo.-caminó a un armario junto a los tres espejos y sacó ambos, una corbata y un corbatín.-Decídalo usted.-ordenó, haciendo una seña con la mano para que me acercara. Bufé, dejé la tablet sobre el sillón y caminé hacia Lucas, recibiendo ambas cosas de parte de Jerry.
-A ver...-murmuré, poniendo primero la corbata y ajustándola a su cuello. Me quedó viendo mientras la ajustaba, pero lo ignoré hasta terminar, cuando miré a sus ojos, viendo como me miraba con ternura. Me aclaré la garganta y me separé de él, situándome a su lado, viendo nuestro reflejo en el espejo. Asentí con la cabeza.-Bien, veamos el corbatín ahora.-hablé, quitándole la corbata de la cabeza y poniendo el corbatín.-Eso es...-murmuré cuando lo acomodaba, mientras el volvía a mirarme con ternura.-Ya está, veamos.-vi nuestro reflejo en el espejo una vez más. Vi al sastre sonriendo de lado. Lucas me tomó los hombros.
-Hacen una muy linda pareja.-murmuró.-¿Es el traje de su boda?
Tragué saliva. Golpe bajo, Jerry, golpe bajo.
Sacudí la cabeza y me quité las manos de Lucas de los hombros.-No somos pareja. El corbatín queda bien.-reuní las cosas en mi bolso Prada color tabaco.-Esperaré afuera.-bramé, antes de salir disparada fuera de la habitación.
-Es mi amiga.-escuché a Lucas.
Oh, genial, empleada-zone/ secretaria-zone/ friendzone. Excelente.
Apenas llegué a casa, cerré de un portazo y lancé el bolso sobre el sofá, suspirando, apoyada en la puerta.
Si quieren llegar a su casa a las doce de la noche, duérmanse sobre un libro de Stephen King en el trabajo, les aseguro que nadie se tomará la molestia de despertarlos.
-Emilia.-llamó Lucas a la puerta.
¿Cuánto tiempo de tranquilidad tuve? ¿Quince segundos?
-¿Como sabías que acabo de llegar?-gruñí, abriendo la puerta.
Estuve todo el jodido día trabajando en su empresa, en el mismo jodido piso que él, ¿y me viene a joder a mi apartamento?
-No lo sabía, solo baje.-alzó los hombros. Oh, genial, ahora presiente mi presencia.
Me tomé el tabique.-¿Qué quieres?
-Preguntarte con qué irás a la boda.
-¿Por qué te interesa eso?
-Porque podríamos ir a ese amable sastre a que te haga un vestido. Le agradaste bastante.-rodé los ojos e intenté cerrar la puerta.-¡Espera, espera!-la abrí, desganada.-Quiero saber si irás con alguien...-murmuró.
-¿Por qué quieres saber eso?
-Porque tenemos que saber cuantos invitados hay.-alzó los hombros.-sólo por eso.
-Oh, bueno, no tienes que abrumar tu pequeña cabecita, porque-
-¡Azulejo!-oí mi apodo de niña provenir de mi izquierda, por el pasillo. Lucas frunció el ceño.
-¿Luke?
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El Diario de Emily Darcy
ChickLitDistante. Calculador. Comprometido. La fruta ABSOLUTAMENTE prohibida, en mil y un sentidos para ella. Torpe. Astuta. Una Darcy. LA Darcy. Cualidades que la hacen absolutamente enloquecedora para él, en mil y un sentidos. Hija de un prestigioso abog...