49. Prenupcial.

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-¿Quehacen aquí tan temprano?-preguntó papá, inclinandose a la mesa decentro, dejando sus lentes de lectura y su libro de ¨Apuestas enCasinos para Tontos.¨ Yo se lo regalé. Si hubiera sabido que deverdad lo usaría...

-Medijeron que tienes algo que hablar conmigo.-hablé, sentandome en unsofá frente a él, al otro lado de la mesa de centro. Quentin sesentó a mi lado en el sofá, Liam en un sillón a mi izquierda yNolan en uno a mi derecha.

-Preferiríaque estuvieran los cinco aquí, Lucas...

-Yalo tengo cubierto.-hablé, un segundo antes de que la puerta seabriera, dejando entrar a Mateo, sudoroso, que se sacudió el cabelloy lanzó las llaves de su auto y las de la casa en la mesa junto a lapuerta.

-Losiento, estaba en práctica.-se disculpó, quitandose la camiseta ysecandose el sudor con ella.-¿Que pasa? ¿Que es lo tan urgente,Lucas?-nos miró a los cuatro, extrañados.-¿Por qué estan todosjuntos? Papá, ¿te pasa algo?

Papárodó los ojos.-La hierba mala nunca muere, hijo, deberías saberloya.-rodó los ojos y se sentó en el apoyabrazos del sillón deNolan.-Es sobre la empresa.

-¿Miempresa?

-Nuestraempresa, Lucas.-me miró mal y asentí.-Ahora que estas casado conKenya y no tuviste la astucia de firmar un prenupcial-¡Carajo, elprenupcial! ¡Sabía que algo se me estaba olvidando!-Tomé unadecisión por el bien de la empresa.

Fruncíel ceño.-Soy el presidente, ¿no deberías consultar conmigo?

-Sigosiendo el accionista mayoritario, y no es algo que vaya a afectar elfuncionamiento de la empresa.-fruncí el ceño y asentí en señal deque continuara.-decidí disminuir tu porcentaje de acciones en alempresa.-abrí los ojos como platos.-igualé el tuyo, el de Quentin yNolan al quince por ciento.-mis hermanos me miraron confundido.

-¡Peropapá, yo tenía el veintinueve por ciento!-bramé.-¿Por qué mehaces esto?

-Unapalabra: Kenya.-habló tranquilamente.

Fruncíel ceño.-¿Que tiene que ver Kenya aquí?

-Nofirmaste un prenupcial, Lucas, lo que significa que esa loca tienetanto derecho como tu sobre la empresa, y en caso de divorcio, lecorrespondería algo así como un catorce por ciento de nuestraempresa, que la dejaría siendo una accionista mayoritaria de todasformas.

-P-pero-

-Enel momento de su inminente divorcio, ella quedará con un siete porciento al igual que tú, siendo los únicos con menor poder queustedes los mellizos.

Mateolevantó el índice.-¿Los mellizos tienen acciones en la empresa?

-Entrelos dos tienen el ocho por ciento que correspondería a Jack, quesolía tener el veintinueve por ciento. Lucas pasó a tener elporcentaje de su hermano y los mellizos se quedaron con el de Lucas,teniendo cuatro por ciento cada uno.

Mateoalzó las cejas, sorprendido.

-Papá.-supliqué.

-No.No dejaré que por una decisión irresponsable de tu parte esa locade manicomio tenga poder sobre mi empresa. Agradece que te dejo elquince por ciento y no te elimino.-espetó, poniéndose de pie y yendoa la escalera.

-¡Malditasea!-bramé, dando una patada en el suelo y tomándome la cabeza conambas manos.

-Hermano,te juro que nosotros no sabíamos.-murmuró Quentin, poniendo unamano en mi hombro. Alcé la vista y Nolan tenía su mano en mi otrohombro.

Crucémis brazos sobre mi pecho y dí palmadas en las manos de cada uno.-Nose preocupen.-me puse de pie y me pasé las manos por la cara.-Aunquelo hubiesen sabido, no es su culpa.-murmuré, caminando a la puerta ytomando mi chaqueta.

-¿Tevas?-preguntó Liam, poniendose de pie de inmediato.

-Sí,yo... necesito estar solo. Buenas noches.-me despedí con la mano.

-Hijo,tu padre-

-Mamá,esta bien.-la abracé.-Tiene sus motivos, y aunque no me agrada,supongo que tiene razón. Si es que lo piensa, dile que no estoymolesto con el, ¿sí?-asintió y besé su frente.-Te amo. Buenasnoches.

-Adiós,cariño.

El Diario de Emily DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora