7. La bruja malvada

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-Phoebe... Phoebe... ¡Apresúrate!

-¡Voy, voy, ya voy!-gritó, saliendo trenzando su largo cabello, con una sudadera Nike de México, pantalones ajustados y sus zapatillas blancas, con Willbur bajo el brazo. Creo que va a reventar al pobre Bull dog.-Estoy lista, vamos.-amarró la trenza, tomó a Willbur de una manera decente y salió corriendo del apartamento.

Willbur afuera, llaves del apartamento en la mano y llaves del auto.

Listo, creo que no falta nada.

¡Cierto, mi billetera!

La comida de ricos nunca ha sido lo mío, cuando papá y mamá me llevaban a las reuniones de los abuelos papá iba a la cocina escondido y cocinaba tortillas francesas para mí y Elliot.

Así que, como las tortillas del señor Darcy no son una opción, la pizza servirá.

-¡Jefe!-grité al manos libres.

-¡Darcy! ¿Dónde carajo estás? ¡Te necesito aquí ahora! Los mellizos ya están al asecho.

-Claro, sólo... ¿podrías darme la dirección? Digo, si no es mucha molestia.

-Seguro, Darcy, anota, es en-

-¡Espera, dásela a tu pupila! Ten, Phoebe.-le puse manos libres en la oreja y ella desbloqueó su teléfono.

-¡Hola, Lucas! Sí, anoto... Bien, allá nos vemos.-apretó un par de veces la pantalla de su teléfono y lo puso en el soporte en el vidrio.-Ahí está, el GPS te va a guiar.

-Bien.

-Phoebe, ¿Dónde mierda estamos?

-¡Carajo, escribí mal el número!-gruñó, quitando el teléfono del aparador.-Mierda, mierda, mierda, eran solo tres jodidos dígitos...-tecleó un poco y volvió a colocar el teléfono en su lugar.-Vamos, son sólo veinticinco minutos.

-¿Veinticinco? Oh, no.-pisé el acelerador.-¿cuantos kilómetros son? ¿Veinticinco? -asintió.-Perfecto...-aceleré.-llegaremos en doce.-el marcador llegó a 120 y salimos disparadas en dirección a la casa

-Hola.-jadeé.-más te vale que cuando sea la hora de ir a casa un mecánico haya arreglado el acelerador y el motor de mi auto, creo que algo se fundió, está sacando humo.-jadeé, abriéndome paso en la casa.

-Hola, Lucas.-Phoebe le palmeó el hombro y entró a la casa como si fuera la suya propia.

-Hasta que llegas.-bramó, empujándome por el hombro.-llamaré a un mecánico para que arregle tu auto, los mellizos están en la habitación de arriba, no quiero nada en específico, solo que procures que no maten a Kenya.

-Bien, está bien, ¿Qué habitación?

-Cuarto piso, están en el ático, su sala de juegos.-Phoebe estaba hablando animadamente con todas las señoras de servicio.-y vigílala a ella también. Es susceptible. La veo capaz de ayudar a los mellizos en el asesinato de Kenya.

Asentí.-¡Phoebe! Vamos.

Subí rápidamente las escaleras, sin detenerme a mirar. Si veo alguna de las habitaciones de esta lujosa casa, me detendré a mirar y no le pondré la más mínima atención a la mantención de la vida de la prometida de mi jefe.

Me siento como Liam Neeson cuando escoltaba a esa estrella en ¨Búsqueda Implacable¨.

Solo que yo estoy cuidando a la novia millonaria de mi jefe millonario, en su millonaria propuesta de matrimonio.

¡Maldición, son cuarenta de mis sueldos! ¡Cuarenta meses de trabajo en el dedo de una chica!

Una habitación enorme, de más de dos metros de altura, con paredes amarillas, llena de juguetes, con dos columpios, una casa de muñecas para que entraran y una casa de muñecas pequeña.

El Diario de Emily DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora