Un rayo de sol se metió de lleno en mi retina. Mis ojos entrecerrados buscando mirar a otro sitio donde la luz no pudiese alcanzarlos.
Mi cabeza dando vueltas y destacando un dolor insoportable en ella.
Miré hacia abajo y estaba arropada por una manta color granate. Me incorporé encima de esa cama y miré a mí alrededor. ¿Dónde estaba?
Mi gesto comenzó a asustarse cuando no reconocía ese sitio. La cabeza me dolía demasiado como para pensar qué hice anoche después de esa carrera.
No recordaba nada. Sólo canales de flashes venían a mi mente. Recordaba algo con Harry, pero no estaba segura.
Me puse de pie apartando la manta de mi cuerpo. Miré por la ventana y vi un callejón que parecía estar cerca de El Foco.
Una camiseta ancha y larga, de color gris, decoraba mi cuerpo. Miré por la habitación y no había rastro de mi ropa, sólo de mis sandalias, aparcadas en un rincón de la habitación.
Mi aturdida cabeza parecía que iba a estallar. Me dirigí sigilosamente hacia la puerta del cuarto mientras calmaba con mis manos la sien.
Tomé el pomo y tiré de él, saliendo a un pasillo y mirando hacia ambos lados.
Un olor a café mañanero me hizo confundirme más aún. ¿Dónde estaba? ¿Qué hora sería?
Tenía que salir de ese extraño sitio cuanto antes.
Miré hacia todos los lados dejando deslizarse el pelo detrás de mí.
-Buenos días.
Miré de nuevo hacia la izquierda cuando escuché una voz masculina retumbar por ese pasillo.
Era un torso tatuado, sin ropa en la parte superior y con unos pantalones grises de chándal en la parte inferior. Sus pies descalzos y sus manos pasando una toalla por su castaño pelo. Un ojo giñado para que el agua no le entrase en él. Una sonrisa permanente cuando me vio.
-Creía que no te despertarías nunca. – Añadió tirando la toalla hacia una habitación.
El chico se apresuró a mí mientras yo me retiraba de él.
-¿Qué hago aquí? – Pregunté perdida.
-Cosas. – Musitó él risueño.
-No, Harry. No estoy bromeando. Mis padres me van a matar.
-Tranquila, ya me encargué yo de eso.
-¿De qué?
El chico cogió un paquete de tabaco del mueble de mi lado. Sacó un cigarro y lo colocó en la boca.
-¿Quieres? – Propuso.
-No. – Negué.
-Ayer fumaste demasiado. Y también bebiste.
-¿Cómo he llegado aquí?
-¿Qué más da? Estás conmigo.
-No me consuela saber eso. ¿Has hecho algo conmigo? ¿Y mi ropa?
-Tranquila. Te desnudé y te besé cada rincón de tu cuerpo…- Comentaba mientras daba caladas a su cigarro.
Mi mano fue a parar a su mejilla, poniéndola algo colorada cuando escuchó decir eso a Harry. El cigarro se desplazó hasta caer a la moqueta de ese suelo. El chico se apresuró a cogerlo y a apagarlo contra el cenicero del mueble.
-¡Serás pervertido! Estaba borracha, te aprovechaste de mí.
Harry se reía mientras posaba su mano en su mejilla.