Llegábamos a la casa de Harry. Los dos estábamos algo bebidos, pero ambos coordinábamos bien.
Sin embargo, mi cabeza seguía aturdida por lo que había pasado algunas horas antes.
¿Por qué Harry me hizo eso? ¿Acaso desconfiaba de mí?
-¿Estás bien? – Preguntó el chico colgando su chaqueta en el perchero.
-Sí. – Contesté.
-Pareces ausente.
-No. Estoy bien.
Mis manos pasaron por mi chaqueta arrastrándola hacia atrás y colocándola en el perchero
-¿Qué has hablado con tu madre? – Preguntó curioso.
-Nada. La dije que no me llamase más. – Contesté.
El chico bajó la mirada y dio la vuelta a su labio inferior encogiéndose de hombros.
-Me voy a dormir. – Musité.
-¿Ya? ¿No vas a ver la tele un rato conmigo?
-Estoy cansada.
Emprendí mi camino hacia la habitación donde estaban todas mis cosas. Estas últimas noches había estado durmiendo en la amplia cama de Harry, pero lo que había pasado horas antes necesitaba ser procesado por mi cabeza antes de volver a compartir cama con ese chico.
Crucé el arco de la puerta y Harry acudió rápidamente a mí.
-¿Dónde vas? – Preguntó.
-A la cama, ya te lo he dicho. – Contesté.
El chico cogió mi cintura y me arrimó hacia él.
-Lo siento por lo de antes… No quería hacerte daño… - Susurraba. – La idea de perderte me produce tanto miedo, Sel. Eres diferente. Diferente a todas con las que he estado. Quiero estar contigo para siempre.
Mi ceño fruncido escuchando las palabras que ese chico me decía. Parecía tan afectado por lo que me había hecho… Habría sido sin querer, no podía haberlo hecho aposta.
-Ha sido el alcohol, no he sido yo…
Cogí aire cerrando los ojos. Ese chico hizo que esbozase una leve sonrisa cuando sus labios tocaron mi cuello.
-Yo también te quiero, Harry. – Dije.
-Lo sé.
Le di un fuerte abrazo de consolación. Había sido muy dura con él. Sabía que Harry jamás podría hacerme daño, ¿Cómo iba a hacerlo?
-Venga, vamos a la cama. Es tarde.
Harry cogió mi brazo justo por donde mi brazo estaba irritado.
-Au. – Me quejé.
-¿Qué pasa? – Se sobresaltó él.
Resbalé la manga de la camiseta que aún llevaba y observé mi brazo. Un pequeño moratón se notaba donde había apretado tanto Harry. Lo miré asustada y lo cubrí rápidamente.
-Oh, Dios mío. No quería hacerte daño, cielo… Yo…
El chico parecía estar algo asustado. Estaba segura de que él jamás pretendía hacerme daño.
-No te preocupes, Harry. Estoy bien.
El chico sonrió y bajó su mano hasta la mía, arrastrando mi cuerpo hasta su habitación. Ese chico me había convencido de nuevo para que durmiese con él. Era tan… diferente.
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Unos días más tarde.
-¡Despierta!