-Ella es Selena. – Musitó de nuevo Dina.
Harry asintió.
Nos mirábamos. Harry y yo nos mirábamos. ¿Cómo podía estar él ahí? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿No se llevaba mal con su familia?
Mi corazón ya no sabía qué hacer. Quizás el pararse sería la opción correcta.
Harry parecía estar igual de perplejo que yo. Ambos nos mirábamos perdidos. Mis manos temblaban, yo temblaba.
Por un momento fruncí el ceño.
Harry parecía tan diferente a la última vez que le vi. Vestía con una camiseta de manga corta gris y con unos pantalones blancos. No había rastro de su chaqueta de cuero, ni siquiera de su flequillo cayendo por su frente. Ahora tenía un gran tupé en el que su pelo, en el que su flequillo participaba, perfectamente peinado hacia atrás.
No parecía él. Pero sus ojos y su sonrisa pícara no me dejaban que hubiese la menor duda de que sí. Era Harry Styles.
-¿Selena? – Replicó la chica.
-Hola, Harry. – Contesté yo.
El chico fingió una sonrisa. Una sonrisa de incredulidad. Una sonrisa de querer que la tierra se abriese y nos tragase a los dos.
¿Por qué tuvo que aparecer ahí? No podía creerlo.
-¿Qué tal si vamos al salón a llevar todo esto? – Propuso Dina. – Yo sola no puedo.
-Yo… yo necesito beber agua. – Balbuceé.
-Coge lo que puedas, Dina. Lo demás, lo llevamos Selena y yo. – Dijo Harry.
Mis ojos se agrandaron cuando me percaté que la idea del chico era quedarse a solas conmigo.
Quizás hubieran pasado ya algunos minutos desde que Harry y yo respirábamos el mismo aire, pero aún no era consciente de que de nuevo le tenía ahí.
Tanto tiempo sin verle me había afectado. Pero, ¿Por qué aún tenía el nudo en el estómago? Ese nudo que se me creó la primera vez que le vi.
-Está bien. – Aceptó Dina.
La chica se aproximó a la encimera de nuevo y cogió un par de vasos. Seguramente para Ben y Josh.
Mientras, yo, miraba alrededor de la cocina buscando el mueble de donde antes había sacado Dina los vasos.
La chica abandonó la cocina y estaba sola con Harry. ¡Dios mío! Tantísimo tiempo sin verle y ahora me lo tuve que encontrar de la manera más inesperada.
Pero, ¡¿Cómo me iba a imaginar que iba a ser el hermano de la cuñada de mi novio?! Es que ni si quiera podía venírseme a la cabeza una idea semejante.
Después de más de un año estaba compartiendo mirada con Harry, de nuevo.
Mi mano se dirigió al mueble donde supuse que estaban los vasos.
-Cuanto tiempo… - Musitó Harry.
Cogí aire mientras cerraba el mueble. Ahí no estaban los vasos.
El chico me estaba mirando, mientras yo, intentaba evitarle.
-Y cuánto has cambiado… - Añadió.
Solté todo el oxígeno que mi boca me permitió.
-Sí… - Me digné a decir por fin.
Harry se dio media vuelta y acudió a otro de los muebles de la cocina. Lo abrió y tomó un vaso.
-¿Qué tal todo? – Preguntó, acercándose a mí y tendiendo su brazo para ofrecerme el vaso.
Mis dedos chocaron con los suyos al intentar coger el vidrio. Mi cuerpo se estremeció.