Ambos atravesamos de nuevo el laberinto tan pequeño que había detrás de ese edificio del hospital, y emprendimos nuestro mismo camino de antes, pero al revés.
Sonreía como una idiota. Esa era la reacción que tenía yo al estar junto a Harry . Estaba atontada, anonadada... Era yo.
-¿Entonces vendrás a verme? – Me preguntó Harry antes de girar la esquina.
Le miré y observé como una sonrisa amplia se reflejaba en su rostro.
-¿Y qué ganaría? – Pregunté juguetona.
-Te dedicaré un gol. – Contestó seguro.
-¿Y si no metes?
-Lo haré.
-¿Cómo estás tan seguro?
-Porque siempre lo hago. ¿Por qué crees que Bob aún no me ha echado?
Sonreí tiernamente y le miré de nuevo.
-¿Crees que podré? – Pregunté algo más descontenta.
-Espero que tengas tiempo para un idiota como yo. – Contestó con una media sonrisa.
-¿Por qué te llamas idiota?
-Bueno, quizás la palabra que mejor me describa sea cabezota.
-¿Y por qué?
El chico removió sus manos dentro de la chaqueta vaquera y, mirando al suelo, sonrió tímidamente. Le miraba contemplando sus perfectas facciones y sus agitados pasos que llevábamos ambos al compás.
-Es igual. – Dijo.
Cogí aire y regresé la mirada hacia el frente, casi a la entrada.
Mi gesto se sorprendió cuando vi a escasos pasos de mí a Josh, mirando en todas direcciones, quizás buscándome.
Sus ojos dieron con los míos y, automáticamente, miró a Harry revisándole de arriba abajo, incrédulo, sin terminar de cuadrar del todo bien la escena.
¿Y qué pasaría ahora? Miré de reojo a Harry quien también se había dado cuenta de que Josh estaba a escasos cinco metros de nosotros y vi como giraba su gesto en forma de decepción.
-Lo mejor será que me vaya. – Susurró, sin quitar la mirada de Josh. – Espero tu visita en el partido. – Me miró y me guiñó un ojo.
-Eso intentaré. – Contesté, seria y seca a su mismo tono.
El chico me agarró del hombro para darme dos tiernos besos en las mejillas. De nuevo su aroma me rodeaba y cerraba los ojos para disfrutar de él. Sin embargo, debería de cerrar los ojos por lo que me esperaba ahora con Josh…
-Hasta mañana. – Se despidió.
-Adiós, Harry. Gracias.
Sonrió y, metiéndose de nuevo las manos en los bolsillos de la chaqueta, comenzó a andar quizás hasta su coche.
Le miré por unos segundos y, después, devolví la mirada al gesto fruncido de Josh.
En ese mismo instante quise desaparecer del mapa. Quise que la tierra me tragase.
Me acerqué y me puse frente a él, mirándole a los ojos desde una altura inferior.
-Hola… - Dije, casi en susurro.
El chico tragó saliva y me miró desde arriba.
-¿Qué hacía él aquí?
-Vino a ver a mi madre. – Contesté nerviosa.