Capítulo 12

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Paró la moto en frente de la puerta del instituto. El tubo de escape aún permanecía soltando contaminación, pero el intimidante sonido ya no me causaba ningún tipo de sobresalto.

La chaqueta que me había dado Harry permanecía entallada en mi cuerpo.

Bajé de la moto y me situé delante de él. Le sonreí mientras él también se bajaba de la moto, apagándola y poniendo el soporte para que no se desplazase.

-Paso a buscarte a la salida. – Informó.

-Vale.

-Esta noche iré a El Foco. Me acompañarás, ¿no?

Fruncí el ceño mientras sus rizos eran arrastrados hacia atras.

-¿Sel? – Insistía.

-Hace mucho que no vas. – Musité.

-Por eso debo ir hoy.

Encogí mis hombros viendo su rostro tan perseverante. Mi sonrisa se dibujó cuando sus ojos mostraron la obviedad de que mi respuesta sería afirmativa.

-Está bien. – Contesté.

El chico sonrió y apresuró mi cuerpo hacia el suyo, haciéndolos chocar.

-Tengo que irme, Harry.

-Luego nos vemos.

-Por supuesto.

-Ten. – El chico me ofreció un chicle.

-¿Para qué?

-Así nadie se percatará del olor a tabaco.

Sonreí. Harry me protegía mucho. Me cuidaba, cosa que nadie estaba haciendo.

Sus grandes manos se posaron en mis mofletes arrastrando mi cara hasta la suya, envolviéndonos en un dulce beso de despedida.

Su sabor a tabaco me encantaba, era lo que le caracterizaba.

Colgué mi bandolera sobre un hombro y eché a correr lanzándole un beso a distancia.

El chico sonrió y fingió cogerle y guardárselo en el bolsillo de su pantalón ceñido.

Mi sonrisa inmediata cuando vi a ese chico hacerlo.

Giré mi cuerpo y subí apresurada las escaleras ya deshabitadas. Llegaba tarde, pero no importaba. Ya nada me importaba. Sólo quería estar con él.

Atravesé el pasillo corriendo.

Me situé delante de la puerta de mi clase y, después de aclarar mi garganta, di dos golpecitos en la puerta, sofocada.

Las voces del profesor apresurándose a la puerta me avisaron de que estaría a punto de tirar de esta.

Estaba colocando mi pelo cuando él tiró del pomo. Su cara fue algo diferente a la de siempre.

-Selena. – Musitó sorprendido.

Giré la cabeza en forma de insinuación y arqueé las cejas.

-¿Puedo? – Pregunté mascando fuertemente el chicle que minutos antes me había dado Harry.

-Llegas tarde… - Balbuceó sorprendido.

-Eso ya lo sé. Ahora, ¿Puedo pasar?

El hombre pasó su mano por su tupé y se retiró para que pudiese pasar a clase.

-Selena. – Exclamó mi nombre cuando emprendí mi camino. – Al final de la clase quiero hablar con usted.

Encogí mis hombros y asentí a su propuesta.

El pasado nunca se rinde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora