Capítulo 45

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-¿Quieres un bocadillo? – Pregunté a Bob.

El hombre se acercó a mí y me los arrebató de los brazos.

-Ve. – Me ordenó. -  Vamos.

Posó los bocadillos en una mesa y después me dio un leve empujón para que acercarme a la puerta de la habitación

-Bob, ¿Estás loco? – Le susurré mientras me empujaba.

El hombre no me contestó y abrió la puerta para darme el último empujón y, dando traspiés, quedé en el pasillo del hospital, donde no a más de diez pasos de mí, se encontraba Harry.

-¡Bob! – Le regañé, quizás demasiado alto.

El hombre me guiñó un ojo y cerró la puerta. ¿Acaso no se daba cuenta de que yo y Harry solo éramos amigos? ¿Qué solo podíamos ser eso?

El chico pareció darse cuenta de mi grito y se giró hacia a mí. De nuevo contemplé en la lejanía sus increíbles ojos verdes y su pelo perfectamente peinado.

Vestía una chaqueta vaquera y una camiseta blanca con un jersey blanco de lana. Unos pantalones negros remangados por los bajos y unas Vans negras. 

Mostré media sonrisa mientras que sentía que los rubores me crecían. Mis manos se habían entrelazado y estaban posadas a la altura de mi cintura. Los pies estaban haciendo un leve giro en el suelo y mi cara estaba algo inclinada. Parecía una quinceañera viendo en los pasillos del instituto al chico de sus sueños.

Ambos nos mirábamos intentando pedirnos mutuamente que nos acercásemos.

Sentí un golpe en la espalda mientras seguía en la situación y me sobresalté. Miré detrás de mí asustada y vi que era una doctora que llevaba el carrito de medicinas.

-¡Disculpe! – Exclamé.

-No pasa nada, no te preocupes. – Me contestó.

La sonreí abiertamente en forma de agradecimiento y volví a mirar recto. Harry había desaparecido.

Mi gesto entristeció cuando se me pasó por la cabeza la idea de que quizás él no quisiera verme, o como bien decía en su carta, no fuese lo mejor…

-Discúlpela, es algo patosa. – Comentó alguien a mi espalda, junto a la doctora.

Me giré hacia la voz. La chica sonreía intimidada. Quizás su sentido del humor la hiciese ruborizarse.

-No ha pasado nada, afortunadamente. – Contestó la chica, sin quitar la sonrisa nerviosa de su rostro.

-Estás en perfecto estado. – Dijo Harry mirándola de arriba abajo.

Un cumulo de celos se apoderaron de mi cuerpo y miré a Harry frunciendo el ceño, agarrándole del brazo y tirando de él hacia mí.

-¿Nos disculpas? – Pedí permiso a la doctora con una sonrisa, no muy verdadera.

La chica asintió sonriente y comencé a andar agarrada del brazo de Harry.

-¿Qué pasa? – Preguntó él, preocupado, cuando ya llevábamos unos pasos dados a través del pasillo.

-¿Me acompañas a tomar el aire? – Pregunté.

-¿Por eso has interrumpido mi entretenida conversación con la doctora Basset?

Le miré con algo de recelo y regresé la mirada al suelo, soltando lentamente su brazo. ¿Acaso era esa la respuesta que esperaba a mi enfado sin motivo? Ni siquiera pretendía que me insinuase que quería ligar con esa doctora.

El pasado nunca se rinde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora