Ese autobús continuaba su camino. Me había cambiado de sitio para poder apoyarme en la ventana y observar la carretera mientras pensaba en todo eso que acababa de pasar con Grace.
No entendía con certeza su comportamiento. ¿Qué estaba haciendo de malo? Harry no parecía ser tan mal chico como le estaban pintando. ¿Acaso no podía pasarlo bien?
Su comportamiento era un tanto protector. Parecía que ella temía que me convirtiese en un Adam por haber ido tres veces a El Foco.
Mi teléfono comenzó a vibrar en el interior de mi bolso. Fruncí el ceño mientras lo sacaba y miré la pantalla.
-¿Sí? - Contesté.
-Hola, Selena.
-¿Harry?
-¿Aún no tienes mi móvil guardado?
-La verdad es que no...
El chico soltó una carcajada por la otra línea del teléfono.
-¿A qué esperas para hacerlo? - Apresuró.
-¿Por qué debería guardarlo?
-Debes guardarlo.
-¿Qué quieres?
-¿Tienes algo que hacer esta noche?
-Harry, no pienso ir de nuevo allí...
-No, no. Tranquila. Sólo quería cumplir esa apuesta de anoche.
-Creo que ya la cumplí.
-Dije cuando yo quisiese, nena.
-Harry... Creo que tú y yo no debemos estar juntos.
-¿Por qué? ¿Acaso te he hecho algo malo?
-Ayer bebí demasiado. Jamás lo había hecho.
-¿Insinúas que soy una mala influencia para ti?
-Mmm...
-¿Enserio? - Replicó el chico algo sorprendido.
-Puede.
El chico soltó una sonrisa sarcástica detrás del teléfono.
-Alguien mal influente no salva a una chica de un coma etílico.
El chico colgó bruscamente el teléfono. Mi mano separó el mío lentamente de mi oído y miró la pantalla para asegurarse de que Harry no seguía en la otra línea.
Un suspiro de indecisión se apoderó de mí. Harry me gustaba. Por muy diferente que fuese a mí, por muy peligroso que fuese estar con él; Me gustaba. Pero los comentarios y el insistente comportamiento de Grace pesaban más que un simple chico, o mejor dicho, que un simple capricho.
Miré por la ventana de ese autobús de nuevo. Mi cuerpo se levantó automáticamente cuando vio la manzana de mi casa aparecer por ella.
Pulsé rápidamente el botón que minutos antes había pulsado Grace y me dirigí hacia las escaleras de salida.
El vehículo frenó y abrió sus puertas para que pudiese ser abandonado. Mis piernas bajaron rápidamente esas escaleras y comenzaron a andar sobre el asfalto de mi zona.
"El autobús para cerca de esa rotonda de al lado de tu casa, donde paramos el otro día."
Esa frase tan protectora de Louis resonaba en mi cabeza. Confusión. Solo eso. ¿Qué tenía ese chico de diferente para que mi atención solo pudiese centrarse en él? Apenas habíamos cruzado unas cuantas palabras y ya había estado en su casa, haciendo quién sabe qué.