Capítulo 28

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-Q-qué pasa. – Balbuceé.

Grace continuaba boquiabierta. Agarré el respaldo de la silla con miedo. Mi cuerpo iba a girarse, aun que quizás no debería hacerlo.

Mi cuerpo se quedó perplejo mirando los ojos de aquel hombre. ¿Qué hacía él aquí? ¿Cómo se dignaba a mencionarme?

Mi ceño se frunció y la rabia se apoderaba de mí. Me levanté de mala gana de la silla y me puse delante de él.

-Hija… - Musitó.

Tragué saliva ante la frialdad que pretendía mostrarle. Mi padre.

-Qué haces aquí. – Le dije, fríamente.

-¿Qué tal te va todo? – Preguntó.

-Mucho mejor de lo que debería. – Contesté.

-¿Qué pasa? – Preguntó.

Su voz parecía desganada. Algo más ronca que la última vez que la escuché. Había engordado bastante y estaba demasiado mal cuidado.

Mi ceño continuaba fruncido y mis puños se apretaban fuertemente contra ellos, intentando controlarme.

-¿Qué qué pasa? – Exclamé.

Grace se levantó a mi lado y agarró mi brazo para controlarme.

-Tranquila, Selly. – Me susurró.

-Eres un desgraciado. – Grité.

Josh se alertó cuando escuchó el grito retumbar por todas las paredes del local. Colgó rápidamente el teléfono y apresuró hacia la escena.

-¿Qué pasa? – Preguntó a Robert preocupado.

-No lo sé. - Contestó el otro chico. - Ese hombre a aparecido de repente y...

-¿Cómo coño te dignas a nombrarme? ¿Cómo coño te dignas a acercarte a mí? Eres un fracasado, un inútil que no sirve para nada. Me abandonaste y abandonaste a la mujer más importante de mi vida. ¿Dónde coño está tu empresa? ¿Dónde coño está tu trabajo?

-Selena, me tuve que ir por trabajo.

-¡Deja de mentirme ya! – Grité.

Sentí como la mano de Grace apretaba más fuerte mi brazo intentando controlarme.

-Sé toda la verdad. Sé perfectamente que no te fuiste por trabajo. Si lo hubieses hecho al menos habrías llamado y ni siquiera te preocupaste por mí. Ha pasado más de un año desde que te fuiste y ni siquiera una puta llamada. ¿De verdad crees que puedo creerte?

-¿Quién te ha dicho que yo abandoné a tu madre?

-Tú mismo te delataste. – Le contesté. – Tú mismo escribiste esa carta. ¿Qué te pensabas? ¿Qué nunca me iba a dar cuenta? ¿Qué nunca iba a saber que te fuiste porque con mamá las cosas no iban bien? Pero preferiste huir, claro. Es todo tan fácil huyendo.

-No, no…

-¡Vete! – Grité más fuerte. –No quiero saber nada más de ti ni de tu absurda vida. Para mí estás muerto.

Josh cogió al hombre por los hombros comprendiendo quien era y le acompañó hasta la salida del local.

-Será mejor que la haga caso, señor. Debe irse. - Musitó Josh.

El hombre asintió perdido y se dejó guiar por las indicaciones de Josh.

Robert comenzó a recoger antes de que nos sirviesen la comida. Toda la gente nos miraba, yo, lloraba desconsoladamente. Minutos después y nerviosamente, abandonamos el local.

Mis lágrimas corrían por mi cara mientras Josh acudía a mí. El chico simplemente me abrazó y besaba mi cabeza intentando consolarme.

Ese hombre me jodió la vida. Él fue el culpable de todo mi pasado. Él tenía toda la culpa.

-Tranquilízate, ¿Quieres? – Insistía Josh en la puerta del local.

-Lo mejor es que os vayáis a casa. – Propuso Grace.

-Sí. – Apoyó Josh.

Grace vino un momento hacia mí mientras Josh se retiraba.

-¿Estás bien? - Preguntó la chica.

-No, Grace.

-Creo que ahora necesitas tranquilidad. Mejor vete con Josh y luego te llamo.

-Sí....

-Nos vemos luego.

-Gracias. - Le agradecí.

-Te quiero. - Contestó ella.

*****

Josh me ofrecía una taza de té mientras yo continuaba llorando encima del sofá. Impotencia era lo único que sentía. Ese hombre me había jodido el día. Estaba siendo perfecto, pero tuvo que aparecer él.

-¿Estás mejor? – Preguntó Josh preocupado.

-Sí. – Asentí yo dando pequeños sorbos a la taza.

-Me alegro. – Contestó.

Cogí aire y miré hacia el techo intentando retener las lágrimas

-Parecía afectado. – Comentó él.

-Me da igual. – Contesté.

-Lo entiendo. Pero, ¿No crees que tuvo sus motivos para…?

-¡No! – Le interrumpí. – Josh, jamás se tienen suficientes motivos para abandonar a una hija y una mujer. ¿Acaso pretendía que jamás me enterase de que él no se fue por trabajo? Ni siquiera se atrevió a llamarme…

-Entiendo, entiendo. Tranquilízate. Quizás no te haga bien hablar del tema. – Contestó el chico.

Respiré profundamente haciéndole caso. Ahora mismo necesitaba nicotina. Echaba de menos el tabaco.

Necesita fumar.

-Hablando de llamadas, tengo algo que contarte.  – Dijo.

-¿El qué?

-Me llamó mi hermano. – Informó.

-¿Y?

-Quiere presentarnos a su novia. – Dijo.

Reí. La primera sonrisa desde aquella escena en el restaurante. ¿Acaso tenía algo de curioso que ese chico nos quisiese presentar a su novia?

-¿Y qué me quieres decir con eso? – Repliqué.

-Nos ha invitado a cenar a su casa. – Informó.

-Genial. ¿Qué tal si vamos?

-Sí. Bueno. Yo…

-Josh, es genial. Así me distraigo y olvido a… ya sabes.

El chico se quedó mirando por unos segundos el suelo. No parecía querer ir a cenar con su hermano y mucho menos conocer a su nueva novia.

-Está bien. Iremos. - Aceptó.

Sonreí y de nuevo me abalancé sobre sus brazos para darle un abrazo.

Y ahí. Ahí justamente empezaba el principio de mi nueva perdición. Ahí, una vez más, me demostró que el destino es caprichoso, y que todo me iba demasiado bien como para ser verdad.

Los segundos, minutos y horas estaban haciendo una cuenta atrás para que el pasado volviese.

El pasado nunca se rinde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora