Capítulo 55

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Tomé el pomo con miedo y sentí como toda la sangre se concentraba en la palma de la mano.

Bruce seguía dando vueltas sobre sí y sobre mis piernas. Le miré frunciendo el ceño y me agaché a cogerlo.

Ahora, giré el pomo y tiré de la puerta para abrirla.

-Hola. – Susurró.

Su mirada iba hacia el felpudo y mi sorpresa había crecido dentro de mí. Ahora las preguntas se multiplicaban.  Vestía de colores oscuros y, entre sus brazos, apoyada en su cadera, una caja de cartón.

Bruce comenzó a ladrar e intenté tranquilizarle. No pude.

Aún no tenía las palabras que pudieran describir mi sorpresa y angustia.

Dejé al perro en el suelo del interior de la casa y, rápidamente, salí al exterior, entornando la puerta y mirando al chico.

-¿Qué haces aquí? – Pregunté, seca y cortante.

-Supongo que no querrás perdonar mi error.

Fruncí los ojos y le miré con desprecio. No quería alborotarme, pues mis pocas fuerzas incluso me lo impedían.

-Ante todo quiero que sepas que soy un caballero, y aun que quizás mis actos no lo hayan demostrado, en mi interior yo sé que lo soy.

Crucé mis brazos prestando atención a lo que Josh decía. Pero me era indiferente. Los sentimientos que tenía hacia él era una mezcla ente asco y pena.

-Y bueno, simplemente quise hacerte el favor de traer tus cosas, porque supongo que… bueno. – Tragó saliva. – Todo esto acaba aquí.

Apreté los labios mojándolos con mi saliva y, le seguía prestando atención, con rabia recorriendo cada vena y arteria de mi cuerpo y con Bruce ladrando aún a la puerta entornada, casi cerrada.

-Y ten, esto es como recompensa.

Josh se abrió la chaqueta negra y sacó del interior del bolsillo un cheque. Lo tendió y yo no hice ningún gesto, solo miré con desprecio el papel que me tendía.

-¿Qué es eso? - Pregunté.

-Quiero compensarte.

-No quiero tu asqueroso dinero, Josh.

-Es la única manera que tengo para pedirte perdón.

-No, no quiero tus disculpas. 

Separé mis brazos y rodeé la caja con mis pertenencias. El chico se retiró.

-Déjame llevarla a mí. - Pidió.

-No. - Me negué automáticamente. - Dame.

El chico arrugó el entrecejo y soltó la caja, que cayó en mis brazos, demostrando que pesaba más de lo que yo pensaba.

-¿Está todo? - Pregunté.

-Eso creo. 

-Bien.

El chico se retiró y dejó ver una gran maleta detrás de él. 

-Aquí está tu ropa. - Informó. - Compré la maleta más grande que había para que cogiese todo.

-Genial.

Mi gesto seguía siendo serio, y mi manera de ser seca y cortante parecía no pillar de sorpresa a Josh, que se mostraba arrepentido.

-¿Algo más? - Le dije, con cierto tono de rencor.

-Lo siento.

-No vas a solucionar nada con eso, Josh.

El pasado nunca se rinde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora