que sigan estas instrucciones. – Dijo Dina señalando a un hombre. – Gracias a todos por venir.
Los aplausos invadieron la sala. Yo entre esas personas que aplaudía satisfecha. Toda la gente se apresuró a hacer la cola donde el hombre trajeado les ordenaba, mientras yo reconfortaba mi americana mientras estaba junto a Josh.
-¿Qué te ha parecido? – Preguntó.
-Creo que será un buen libro. Ya sé que haré estas dos noches de playa. – Comenté sonriendo.
Josh sonrió a mi comentario y pasó su brazo por mi cuello arrimándome a su torso, mientras me besaba el pelo.
Mi sonrisa se reflejaba en mi rostro, pero duró poco; Hasta que vi bajar a Harry de las escaleras de enfrente nuestra para abrir la cortina y meterse en la sala de hacia unos minutos.
El chico me miró desilusionado. De verdad parecía afectarle que yo estuviese con Josh. Parecía molestarle mucho.
-¡Josh! ¡Josh! – Ben de nuevo llamaba a su hermano al lado de la cortina. -¡Pasa, por favor!
El chico soltó mi cuello para agarrar mi mano. Ambos emprendimos camino hacia donde segundos antes se había metido Harry.
-Entrad. – Mandó Ben.
De nuevo estábamos en esa sala. Al lado de una esquina, una silla donde estaba Harry jugueteando con su móvil.
-¿Qué os ha parecido? – Preguntó Ben.
-Me ha encantado. Dina parece toda una profesional. – Comentó Josh.
-Lo es. – Apoyó Ben.
Sonreía a la conversación mientras no paraba de mirar de reojo al ausente Harry.
-Josh, ¿Puedes acompañarme un segundo adentro? Tengo algo que darte. – Preguntó Ben.
-Mmm, bueno, nos tenemos que ir, ya sabes que iré a donde mamá este fin de semana y tenemos que coger el vuelo…
-Tranquilo, solo será un segundo.
Josh me miró buscando complicidad.
-Claro, ve. – Le animé. – Te espero aquí.
El chico asintió con la cabeza y me besó sutilmente los labios. Seguro que la mirada de Harry hacia Josh fue demasiado violenta después de ese gesto cariñoso que había tenido conmigo.
Ben abrió la puerta por donde salió el hombre que nos adquirió los sitios y ambos abandonaron esa pequeña sala.
Harry continuaba jugando a su móvil en la silla, con su tobillo puesto en su rodilla, yo, paseaba por la sala, haciendo sonar mis zapatos de tacón sin apartar la mirada de Harry.
El chico subió por un momento los ojos del móvil.
-¿Qué te pasa? – Me digné a preguntar.
-Estoy cansado. – Dijo.
Me acerqué a él sigilosamente y me puse de cuclillas mientras que él posaba los dos pies en el suelo. Mis manos se apoyaron en sus piernas para mantener el equilibrio.
-¿A qué juegas? – Pregunté.
-A nada. – Contestó bloqueando el aparato y guardándoselo en el bolsillo interior de la americana.
Arqueé mis cejas y me impulsé con sus rodillas para de nuevo ponerme de pie.
Sus contestaciones frías y secas me habían hecho entender que Harry no quería mantener ninguna conversación conmigo.