Miraba aún con ganas de saber qué pasaba en esas calles oscuras, las que guardaban lo que acababa de pasar.
Bob estaba totalmente aturdido, mientras que Adam salía ya vestido de calle y sin ese estúpido uniforme.
Ahora recordaba entre esas turbias miradas, esa frase que me mencionaba Harry en la carta.
“El destino es caprichoso”
Y lo era.
Harry de nuevo se tumbó en el asfalto, dejando las rodillas parcialmente dobladas y poniéndose la mano en el abdomen en forma de queja.
Bob se puso de pie y se colocó en la cabeza de Harry, cogiéndole de la nuca con las manos. Incorporó su cuerpo y Harry no hizo mucha fuerza para impedirlo. Debía de estar exhausto y agotado.
Abrió de nuevo los ojos y abandonó ese gesto de dolor e impotencia que estaba reinando en él desde que le encontré ofreciéndole esa brutal paliza al hombre.
Parecía que la mirada de complicidad que tan presente estaba en nosotros, no existía.
-Vamos al hospital, jovencito. – Dijo Bob.
El hombre cogió de la muñeca la mano derecha de Harry y rodeó con ella su cuello.
Sin soltarle del brazo, colocó la otra mano que le sobraba en la cintura de Harry y el chico apoyó todo su peso en el hombre, gruñendo.
Bob me miró.
-En cuanto me asegure de que Harry está bien, pienso hablar contigo. – Me dijo. – Quiero saber todo sobre lo que acaba de pasar y quien es el responsable, ¿Está claro?
Las palabras de Bob parecían ser una exigencia totalmente.
-Esas personas no van a quedar libres mientras yo pueda evitarlo. – Añadió.
Fruncí el ceño y vi como comenzaron a caminar. Harry no me volvió a mirar desde que estaba tendido en el suelo, y la soledad en mi interior parecía estar en pleno resplandor.
Vi como los dos se alejaban, Bob haciendo fuerza para que Harry no se desplomase.
-¿Qué narices ha pasado? – Preguntó desconcertado Adam.
Le miré y, por un momento, decidí tomarme toda esta absurda información a risa.
Solté una carcajada incoherente. No cuadraba para nada en esta situación.
Miré a Adam que fruncía el ceño y me miraba expectante, diría asustado.
Hacía tantísimo que no nos veíamos. En ese momento me pregunté si Grace sabía que su hermano tenía un trabajo, y que parecía haber asentado algo la cabeza.
¡Mierda! Se me olvidó decírselo cuando hablamos.
Cogí aire y la carcajada disminuyó cuando comencé a pensar en el pasado, cosa que no debía hacer en un momento como este.
Adam se acercó a mí y posó sus finos dedos en mi barbilla, haciendo que mi cara girase.
Fruncí el ceño y recordé esa mirada fría y violenta de Harry, pidiéndome que me fuese. No pude contenerme y mis ojos comenzaron a cristalizarse, mientras observaba el rostro de Adam asustado por el fuerte golpe de mi mentón.
-¡¿Qué diablos os ha pasado, Selena?! – Me preguntó. – Tiene muy mala pinta.
-Solo es un golpe. – Dije, sollozando.
Los ojos del chico viajaron hasta los míos. Miré rápidamente la final de la calle para evitar su mirada, y vi como Bob forcejeaba en su coche para meter a Harry dentro. El chico con cuidado se adentró, y Bob rodeó corriendo el vehículo metiéndose en él.