Di un par de pasos dentro de ella y la gente pareció callarse. Mis ojos se abrían cada segundo más y sentí miedo cuando las miradas de la gente se apoderaban de la mía.
Empezaban los cuchicheos.
Decidí agarrar fuerte mi bandolera y pasar lo más rápido posible entre los pasillos creados por las mesas hasta llegar a la última. No quería llamar la atención, quería pasar desapercibida.
Atravesaba todas esas mesas cuando vi a Grace sentada en una de ellas, jugueteando con su móvil mientras escuchaba música.
Su mirada se levantó y dio con la mía. Sus ojos casi se salen de las órbitas cuando me vio allí, al igual que mostraban aún odio.
Me senté en la silla y coloqué la bandolera encima de la mesa. Todos mis compañeros continuaban mirando.
-¿Qué tal con Hazza, Selena? – Preguntó atrevidamente un chico desde la esquina de mi clase.
Bajé mi mirada hacia el suelo e ignoré la pregunta.
-¿Te puso ya los cuernos por ser demasiado buena? – Apoyó su amigo.
Ambos rieron y chocaron la mano. Mi mirada subió para mandarles desprecio.
-No, chicos. – Añadió ahora una de mis compañeras, Jessy. – Harry tenía aquí a una completa malota, ¿no la visteis como vestía? Además, ¡Casi pega a Grace!
Ahora los chicos rieron más fuerte, cómplices del comentario de Jessy.
Mis ojos parecían estar inundándose. Me di cuenta de que quizás no era el momento de venir al instituto.
-¿Sois gilipollas o qué os pasa? – Exclamó Grace. - ¿No os dais cuenta de que las bromas de ese tipo no tienen gracia?
La chica bajó de la mesa dando un salto.
-¿Enserio la vas a defender? – Preguntó Jessy.
Grace pasó delante de la chica y la miró con desprecio. Después se acercó a mi mesa. Su mano se abrió tendiéndola hacia mí.
La miré la palma tan blanquecina que tenía y después coincidí mi mirada con sus ojos. Señaló su mano con las cejas cuando vio que yo no la agarraba.
Me levanté del asiento agarrando la mano de Grace y cogiendo mi bandolera. Ella agarró fuertemente mi mano y abandonó la clase conmigo.
Sus pasos eran rápidos y su destino era el baño. Abrió la puerta de este y dejó entrar nuestros cuerpos antes de cerrarla de nuevo.
Yo, continuaba en un shock. ¿A qué se debía tal comportamiento de esa chica? ¿No me dijo que no me necesitaba?
-Esos idiotas no saben callarse. – Musitó enfadada.
Mi boca estaba medio abierta. Miraba a Grace como parecía estar demasiado enfadada.
Andaba de un lado para otro del baño mientras yo estaba apoyada en la pared, casi a punto de escurrirme para llegar al suelo.
-Grace… ¿Por qué has hecho esto? – Pregunté.
La chica se paró un momento y me miró a los ojos.
-No preguntes por qué lo hice. – Musitó. – Ni siquiera yo lo sé.
Volteé mis ojos hacia el suelo y me senté en él mientras pasaba mis manos por las rodillas, encogiéndolas hacia mi torso.
-Quizás porque te vi tan indefensa y tan pequeña que necesitaba ayudarte. – Añadió.
Levanté mi mirada y vi como se lavaba sus manos en el lavabo.