Mis ojos miraban desesperados las listas. Mi dedo índice arrastrándose por el papel en busca de mi beca.
La palabra que entró directamente por mis ojos fue “Concedida”
Cogí una gran cantidad de aire y lo solté en forma de grito. El entusiasmo salía por mi voz. Era increíble.
Bajé corriendo las escaleras de aquel porche. Al fin había conseguido lo que llevaba intentando conseguir tanto tiempo.
-¡Josh! – Exclamaba. - ¡Josh!
El chico se dio la vuelta interrumpiendo la conversación que mantenía con Robert y Grace. Mis pasos eran casi entrelazados, pero aún así no perdí ni un segundo y comencé a andar hacia él.
Abrió sus brazos cuando me vio llegar y me recibió con ese gran abrazo que tanto deseaba.
-¡Me la han concedido! ¡Me la han concedido! – Exclamaba.
-¡¿Enserio?! – Replicó Grace.
-Sí. Sí. Esto es increíble.
-¡Felicidades, cariño! – Exclamó Josh.
Mis brazos rodearon el cuello del chico mientras daba saltitos y le miraba entusiasmada a los ojos.
-¡Podré estudiar en la universidad que quiero! ¡No me lo creo! – Continuaba exclamando.
-Felicidades, Sel. – Musitó Robert.
-Gracias, de verdad.
De nuevo devolví la mirada a Josh y miré como sus ojos mostraban ilusión. Estaba realmente feliz, y ahora más que nunca.
El chico que tenía posadas las manos en mi cintura, me arrimó a él y me dio un dulce beso en forma de felicitación. Josh era increíble.
-¿Y a mí no me abrazas? – Se quejó Grace.
Todos sonreímos y me alejé de Josh, yendo decididamente a los brazos de mi mejor amiga.
Ambas sonreímos mientras nos envolvimos en ese gran achuchón.
-¿Qué tal si vamos a celebrarlo? – Propuso Robert.
-¡Fantástico! – Apoyé yo.
-Conduzco yo. - Dijo Grace.
Todos la miramos sonriente. Acababa de sacarse el carnet de conducir hacía apenas un mes y siempre que le tocaba conducir a alguien, ella se ofrecía.
Estaba feliz. ¿Cómo no iba a estarlo?
Mi vida había cambiado totalmente; Yo había cambiado totalmente, cosa que me satisfacía.
El apoyo que me habían ofrecido Josh y mi madre fueron los protagonistas de que mi vida por fin diese el cambio que yo quería. Más tarde, se sumó el apoyo incondicional que me ofreció Grace, el cual me costó algo más conseguir.
Había pasado aproximadamente un año desde aquel día que regresé al instituto, ambas habíamos tenido contacto, pero cuando de verdad nos unimos más, fue cuando Adam se esfumó de su casa.
Sentí que Grace me necesitaba y yo estuve ahí, como bien tenía que hacer.
Ambas encontramos de nuevo el apoyo incondicional que desde años atrás nos habíamos ofrecido, y que, por ese pequeño bache, habíamos perdido. Sin embargo, ambas supimos cuando fue el momento justo para recuperar la estrecha relación que teníamos.
Grace estaba feliz. Había encontrado a Robert, un estudiante de arquitectura bastante maduro y centrado, quien le aportaba la estabilidad y felicidad que Grace necesitaba desde que Adam se fue. Ni su madre ni ella estaban informadas de lo que hacía, ya que él solo llamaba los miércoles y les decía que estaba bien.