Capítulo 13

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-Me das asco. – La musité a apenas dos centímetros de su cara.

-Bien. – Contestó ella.

Mi respiración se aceleró. Tenía ganas de abofetearla delante de toda esa gente que estaba haciendo el círculo entre nosotras. Tenía ganas de desahogar mi rabia en alguien.

Toda esa gente que animaba la pelea me recordó cuando hacía un tiempo la pelea de Adam con el otro chico creó la misma expectación.

-¿Me vas a pegar o qué? – Insistió la chica sin achantarse.

-Si quisiera pegarte ya lo hubiera hecho. – Contesté.

-Mírate, tía. Das pena. – Musitó.

Sonreí sarcásticamente mientras mi cara reflejaba sorpresa al escuchar pronunciar eso a mi amiga.

Mi puño se levantó e iba a ir directamente a su cara. Ahora ya ni siquiera me frenaba el remordimiento del cual vendría acompañado ese puñetazo, o todos los que saliesen de mí.

Mi puño en el aire yendo directamente a aterrizar en la cara de Grace.

-¡Eh! – Exclamó alguien tirando de mi cuerpo para atrás. -¿Qué pretendes?

-Déjame. Suéltame.

Mi cuerpo pataleaba y forcejeaba con el del chico intentando salir de él. Mi voz gritaba con rabia. Mi garganta rasposa intentando convencer al chico que quería destrozarla sin ningún tipo de remordimiento.

Las manos que me rodeaban me soltaron con cautela en el suelo cuando me tranquilicé. Inmediatamente me giró hacia él cogiéndome las mejillas.

-Mírame. – Me exigía. – Vamos, mírame.

Mi respiración agitada mientras que la gente cuchicheaba por detrás.

-Tranquilízate. Ella dice que das pena, pero tú sabes que no es así. Yo confío en ti y sé que sabes controlarte.

Un chico rubio de ojos azules estaba posando sus manos en mis mejillas, pegando su frente con la mía y  susurrándome eso a apenas centímetros de mí. Su respiración podía notarla.

-Es repugnante. – Comenté.

-Tranquilízate, ¿Quieres? – Insistía aquel chico totalmente desconocido para mí.

Cogí una gran cantidad de aire y intenté tranquilizarme mientras la demás gente se metía para las clases, conscientes de que la supuesta pelea había acabado.

El chico alejó su cara de la mía, aún sin soltarme la cara.

-Soy Josh. – Musitó.

Sus manos por fin soltaron mi cara y dejaron humedad en ella. Mis ojos pestañearon un par de veces intentando cuadrar toda la situación.

-Y creo que tu profesor debió de darte algo que tenía que ver conmigo… - Añadió pasando sus manos por su pantalón vaquero.

Ese chico era algo más alto que yo. Su pelo era rubio y sus ojos azules penetraban. No tenían nada que ver con los de Harry, los suyos eran únicos. Sólo él era capaz de hacerme sentir única con una mirada.

De su hombro colgaba una bandolera de cuero marrón.

Cuando por fin le revisé capté lo que ese chico me lanzó.

-Sí. – Contesté. – Decía que me podías ayudar. Já. – Reí sarcástica.

-Claro. – Apoyó él. – Estudio psicología.

Fruncí el ceño revisándolo por segunda vez. ¿Un chico tan joven psicólogo?

-¿Cuántos años tienes? – Pregunté confundida.

El pasado nunca se rinde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora