Capítulo 11

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¿Y ahora qué le decía?

Se maldijo en su interior, es que todo esto iba de mal en peor.

Miró a su novia detenidamente mientras contenia el aliento, se veía hermosa, llevaba su pelo castaño amarrado en una coleta. Algunos mechones lograban escaparse, tapando su frente. Sus ojos color café lo miraban extrañada, una expresión sombría y de casi reconocimiento aparecía en su rostro. Rogó al cielo que no lo reconociera, aunque sería bastante fácil hacerlo, ¿no?

Un novio reconoce a su novia, aunque estuviera camuflada para el ejército, o estuviera llena de barro, o vestida de hombre.

¿Marina lo reconocería?

-Yo.. -titubeó un poco, trató de hacer la voz bien femenina y acomodar su cabello de tal forma que parte de su cara estuviera tapada- Soy nueva y camille me ayudó a encontrar mi habitación, mencionó tu nombre y algo del centro de alumnas, ¿no? -rió nervioso, mientras más chicas pasaban a su lado, de seguro a clases, pensó.

-Ah claro, sí, las chicas nuevas -acomodó los mechones en su oreja, gesto que le pareció adorable a Marco-Algo me dijo Camille -cierto brillo apareció en sus ojos al mencionarla- No pude ayudarlas en la mañana, llegué algo tarde, pero bienvenida. ¿Necesitas ayuda? -¿su chica podría ser más perfecta?

Se dio cuenta de algo.

¡Había pasado desapercibido!

Su novia no lo había reconocido y eso era bueno en cierta parte. Ya que le sería más fácil acercarse a ella, pero en el fondo de todo, algo le amargaba.

-Sí -acomodó el libro que llevaba bajo el brazo- No sé dónde están los salones y mi amiga se me ha perdido -sonrió nerviosamente.

-Oh claro, ¿qué clase te toca? -le quitó su horario y se fijó en el- Tenemos la misma clase ahora, vamos que se hará tarde -la siguió mientras también intentaba copiarle el movimiento de sus caderas. ¡Por que era tan complicado!

Le encantaba las caderas de las chicas, y más las de su chica. Pero ese movimiento era raro, muy diferente y difícil para él.

Durante el trayecto hacia los salones, Marina le explicaba como eran las clases. Había un receso de una hora para almorzar, y luego seguían las clases, dependiendo de cada horario. Después de las cuatro de la tarde nadie tenía clases, porque comenzaban los talleres o actividades, que podrían ser, natación, atletismo, música, baile y fútbol.

Esto último le llamó bastante la atención, fútbol, jugar, las canchas le llamaban mucho la atención. Durante su periodo escolar nunca demostró atracción por ello, aunque por dentro estuviera mordiéndose la lengua a la hora de querer jugar en los partidos escolares que preparaba el club de fútbol.

Siempre sintió aquel miedo desenfrenado a que se burlasen de él por querer ser futbolista, por eso nunca se mostró muy atento a la idea.

Se hizo una promesa al salir de la preparatoria, cumpliría todos sus sueños, por lo que se metería en la academia de fútbol además de estudiar en la universidad.

Él sabía que un día llegaría a jugar en grandes ligas, algun día sería tan codiciado.. Aparecería en alfombras rojas y tendría fans... Algún día.

Sólo su madre e Isco sabían aquel secreto, ni pensar en contarle a su padre. Gilberto era el típico hombre que deseaba que su único hijo varón fuera una gran médico, o un arquitecto, no un simplón jugador.

-Tú, hijo. Serás el mejor en la universidad, ¿qué quieres estudiar? ¿medicina tal vez o derecho? -le había dicho el año pasado, en su visita a Inglaterra, lugar en donde residía actualmente Gilberto Asensio.

Marco sólo le había sonreído, sin querer responderle nada.

Ser chica en aquel instituto, además de querer vigilar a Marina, le sería un buen desafío, es decir.. 'Actuar como chica' algo totalmente nuevo y si superaba ese desafio, sería capaz de superar todos e interpretar cualquier papel que le pusieran.

-Este es el salón, creo que atrás quedan asientos. Buena suerte y cualquier duda me preguntas -le sonrió tan hermosamente que le dieron unas ganas tremendas de estrecharla en sus brazos y no soltarla nunca.

Miró alrededor y era un salón normal, aunque un poco más femenino. Buscó con la mirada a su ahora 'rubia amiga' lo encontró sentado solo, en el penultimo asiento. Atrás de él estaba Deb, su compañera de cuarto. Menos mal los puestos eran de a dos, así podría sentarse con Marie.

-Hey -lo saludó y se sentó a un lado de Isco- Gracias por dejarme sólo -susurró bajo.

-Tú me dijiste que bajara -bufó molesto- Están todas mirándonos -Marco levantó la cabeza y era cierto , varias chicas los miraban como bichos raros. Marco quería creer que era porque eran nuevas.

-Qué importa -les sonrió a todas- Ahora cállate que llegó la profesora.

Isco negó con la cabeza mientras una señora de casi cuarenta años, o incluso menos, entraba al salón. Tenía el pelo negro y llevaba unas gafas muy modernas acordes a su rostro.

-Buen día alumnas -saludó- Soy Kristinne Graham, y soy su profesora de literatura. Algunas ya me conocen, esto va para las nuevas.

Luego de una presentación que la profesora les hizo hacer frente a todas las chicas y de un discurso de lo que debían y no debían hacer este ultimo año, comenzaría la clase.

Exepto por una interrupción.

-Tarde señorita Hanna -le habló la profesora y Marco pudo darse cuenta del parecido entre las dos mujeres.

-Lo siento profesora -caminó hacia su puesto que coincidentemente estaba atrás de él, junto a Deb, la pelirroja- No encontraba mi uniforme -le sonrió irónicamente.

-Sólo por ser el primer día de clases Hanna -la profesora negó con la cabeza. ¿Sería su madre?

La clase no le era tan aburrida, le agradaba literatura y bueno, le ayudaba mucho en lo que quería estudiar aunque ya supiera mucho de lo que la profesora le estaba enseñando.

Estaba tan concentrado, hasta que algo interrumpió su tan preciada concentración.

Una bolita de papel estaba enredada en su peluca castaña. Intentó quitarla, hasta que otra bolita le cayó y muchas más llegaron de pronto.

Miró hacia atrás y ahí estaba aquella morena que hace unos momentos lo había hechado de la habitación.

-Para -susurró para no interrumpir la clase.

Pero no, aquella chica estaba empecinada en molestarlo.

-¡Podrías parar! -exclamó en tono fuerte, tan fuerte que toda las chicas y hasta la profesora se dieron vuelta a mirarlos.

-Señorita Benson y Graham, si no quieren participar en la clase será mejor que salgan -apuntó a la puerta.

-Si usted lo dice -sonrió Hanna y se paró hasta llegar a la puerta. A Marco no le quedó otra más que seguirla y salir del salón.

Vaya primer día de clases -bufó.

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora