Capítulo 13

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La situación era grave o se iba a poner grave, mejor dicho. Isco seguía hablándole y hablándole pero él seguía observando lo que sucedía metros más alla. Caminó un poco más rápido para oír mejor y su amigo tuvo que seguirlo sin entender muy bien lo que le sucedía.

Hanna caminaba con paso firme hacia Marina, ¿algún objetivo?

Ninguno, tan sólo advertirle algo. Además de dejarle en claro algunas cosas.

¿Razón?

Le caía mal la señorita perfección.

Hanna Graham no entendía como podía existir una chica, tan pero tan...

Ni siquiera podía decirlo bien, para ella Marina Muntaner era una impostora, falsa, chillona, simplona con carita de ángel, mosca muerta y podía seguir toda una tarde describiendo sus cualidades.

Odiaba que se pasease por el campus con aire de perfecta, odiaba que la mirase de aquella forma, odiaba a Marina y eso no iba a cambiar. La morena no solía tener muchos amigos, solo Débora en aquel maldito instituto -como solía llamarle ella- Y fuera tenía sus dos mejores amigos, hombres por supuesto. Conocía tan bien a las chicas por culpa de aquel encierro que no confiaba mucho en ellas. La pelirroja era la excepción claramente, pero sólo ella. William y Phillip, o como ella solía llamarlos, Will y Phill. Eran hermanos gemelos, por lo tanto eran iguales. Ellos eran los únicos que la entendían, la cuidaban, eran confidentes, compañeros de fiestas.. Solían acompañarla y tratar de aconsejarla que llevara su vida mejor, pero no lograban nada... Hanna seguiría igual.

-Marina -le habló en cuanto estuvo frente a ella- ¿Cómo estás querida? -dijo irónica.

-Hanna... -susurró mirando hacia un lado- Bien, demasiado bien. Tú estas mal ¿no?, digo, te echaron de clases la primera hora -acomodó su cabello hacia un lado <maldita puta> pensó- ¿No querrás hacer sentir mal a tu madre de nuevo, no? -sonrió de aquella manera que la hacía enfadar.

-¡Que te interesa zorra! -se acercó peligrosamente a ella- Espero que este año no te metas mucho conmigo. No querrás que te moleste todo el año -miró al lado de ella y encontró a su mejor amiga- ¿O no querrás que se repita lo mismo con Camille no? -sonrió acordándose de todo.

-¡No te vuelvas a meter con Camille! -exclamó defendiendo a su amiga.

-Entonces... ¡No te metas conmigo!, te lo advierto, no quiero repetir lo del año pasado -la tomó por lo hombros mientras Marina hacía una muestra de desagrado- Y no seas tan... puta -susurró la última palabra haciendo un poco de fuerza. Empujó a Marina, ésta cayó sentada sobre el césped, la miró sonriendo- Adiós Muntaner.

Se alejó con su contoneo de caderas mientras Marina la maldecía.

Al irse Hanna, un grupo de chicas que se encontraba admirando la escena como se admira a una obra de arte se alejó rápidamente como si fueran hormigas que estuvieran a punto de aplastarlas.

Isco se quedó embobadamente mirando el trasero de Hanna, que caminaba hasta quien sabe donde. El castaño aún vestido de chica nunca cambiaría definitivamente, mientras Marco miraba aún la escena algo shockeado. Sí que se odiaban esas dos chicas, pensó.

Quiso darse vuelta e irse a su habitación, pero su instinto de hombre y gesto de caballerosidad le falló esta vez.

Rápidamente caminó hasta donde estaba su novia y la ayudó a pararse.

-¿Estás bien? -preguntó con su voz aguda- ¿Te raspaste algo? -Marina levantó su mirada al ver que dos manos que se la hacían bastantes conocidas la ayudaban.

-Yo.. -lo miró fijamente y nuevamente Marco sintió el miedo de que lo reconociera- Sí, gracias -suspiró y limpió su uniforme.

-¿Te hizo algo esa chica? -él había presenciado todo por lo que esa pregunta era bastante tonta en esa circunstancias, pero solamente quería quedarse con ella un momento más.

-No -gruñó- Nada, esa tipa se cree con el derecho de... -suspiró- No vale la pena -le sonrió- Gracias..

-De nada, si necesitas algo -se acomodó su cabello de la forma que había aprendido a hacerlo- Me llamas

-Eh.. Sí -lo miró algo raro.

Sintió un brazo tironeándolo y para cuando se fue a dar cuenta, ya estaba lejos de Marina, e Isco lo llevaba caminando a no sabía donde.

-Parecías tonto -le dijo Isco- Cómo es eso de si necesitas algo, me llamas -lo imitó- Se parece a la técnica de seducción que usábamos a los dieciséis años hombre.

-Es mi novia -murmuró- ¿Querías que la dejara botada ahí?

-Se iba a parar sola -siguieron caminando hasta que llegaron al edificio en donde estaba su habitación- A todo esto -le habló como si se acabase de acordar de algo- La morena es de armas tomar, eh.. -empezaron a subir las agotadoras escaleras- No se deja caer.

-No le digas morena -una leve agitación comenzó a aparecer en su pecho por el cansancio de las escaleras- Se llama Hanna Graham y es nuestra compañera de habitación -Isco paró en un escalón e hizo que él también se detuviera.

-¿Qué has dicho?

-Que esa morena como le dices, es nuestra compañera de habitación junto a Deb.

-¡Sí! -exclamó como si fuera un niño que hubiera recibido lo que esperaba para navidad- ¡Dios! -suspiró- La mejor noticia que he recibido después de que supe que estabas loco.

Marco decidió no escucharlo y siguió subiendo escaleras hasta llegar a su nueva habitación. Entró y se encontró con Débora, acostada en su cama.

-Hola -saludó amablemente.

-Hey -dijo ella simplemente.

Negó con la cabeza disimuladamente. Esa habitación era la habitación de los locos, porque sí lo admitía, los cuatro estaban locos.

Minutos después llegó Hanna. No los tomó en cuenta y sólo habló con Deb.

Isco se trataba de pintar las uñas mientras miraba a Hanna con cara de pervertido, quizás que cosas pasaban por su cabeza, pensó él.

Ya por la noche, los dos esperaron a que las chicas se durmieran para que ellos se pusieran ese pijama -de abuelita, había dicho Isco- así no levantar sospechas. Estuvieron tentados a sacarse las molestosas pelucas, pero.. ¿Qué pasaría si alguna de las dos se despertaba antes que ellos y los veía sin las pelucas?

Prefirieron prevenir, ya se les ocurriría algún plan para poder dormir sin ese montón de pelos en la cabeza.

Se despertó en la madrugada algo sobresaltado por una pesadilla que había tenido. No le tomó mucha importancia por lo que quiso volver a dormirse, pero no obtuvo resultados.

Ya cansado se levantó de la cama y fue hacia la ventana. El cielo estrellado de Murcia se hacía presente, la luna brillaba en su intensidad, una noche perfecta.

-El primer día de muchos más -susurró.

Fijó su vista en sus compañeras con el miedo de haberlas despertado, pero no. Debora yacía tapada hasta la cabeza con la frazada, en cambio la morena Hanna, no estaba para nada tapada.

Con su instinto de hombre miró el cuerpo de aquella chica... O mejor dicho, mujer.

Era hermosa...

¿Cómo una chica podía dormir con un simple tanga negro y una playera sin mangas?

No pudo evitar mirarla de arriba a abajo. La playera aunque fuera gris, hacía notar que estaba sin brassier. Bajó la vista encontrándose con su estómago, un piercing en el ombligo adornaba su hermoso vientre, bastante sensual. Y el tanga negro no dejaba nada a la imaginación.

Sus piernas largas y bronceadas -supuso por el verano obviamente- estaban estiradas en una pose bastante.... ¡Dios! Entendía a Isco cuando le daban ganas de follársela, porque en ese momento muchas sensaciones ocurrían en su cuerpo. Pero no se las haría saber a su amigo castaño, claro que no.

Sacudió su cabeza y se dirigió a su cama, se sentó en ella y sintió una molestia en su pantalón, mejor dicho... En su entrepierna.

¿Tendría que darse una ducha con agua helada?

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora