Capítulo 37

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Hanna reaccionó y lo tomó por el cuello, aferrando sus labios completamente con los de él. Olvidó el dolor y lo besó lentamente.

Sus labios eran suaves, carnosos, no quería separarse a pesar del ardor bajo su labio.

La besó, la besó, y la besó... Cada vez más rápido, y mordió su labios salvajemente, pero se arrepintió inmediatamente al ver como ella se separaba tocándose la herida.

¡Idiota!, se dijo a si mismo.

-Lo siento muchísimo -le dijo avergonzado- De verdad yo no quise -lo interrumpió.

-No importa -le sonrió- No duele -mintió.

-Seguiré curándote -agarró otro algodón y repitió el procedimiento anterior, pero ahora en las heridas de la mejilla, en el rasguño de los brazos y arriba de su ceja.

Una vez todo desinfectado le echó la crema, tratando de no desconcentrarse y volver a recaer en aquel hechizo.

-Muchas gracias, Marco -lo abrazó nuevamente.

-Ya nada de gracias, ahora recuéstate un momento y descansa -le sonrió y se paró de la cama, debía alejarse de ella.

-¡Espera! -lo detuvo- Quédate aquí -le sonrió hermosamente- Descansa conmigo por favor -miró sus ojos grises suplicantes y no tuvo más remedio que aceptar.

Se acostó a su lado lentamente y Hanna hizo lo mismo, pero arriba de su pecho.

-Abrázame -la sintió susurrar- No seas tonto.

Llevó su mano hacia su estrecha cintura y la abrazó fuertemente, hundiéndose en un largo silencio.

Paso largo tiempo, no supo cuanto, pero algo intuía al ver como se oscurecía a través de la ventana.

Apoyó sus labios en la cabeza de Hanna y besó su sien aspirando el olor de su cabello.

-Perdí mi clase de fútbol hoy -rió levemente- Me tendrás que enseñar a jugar.

-Pero si ya lo estás haciendo -le contestó mientras seguían abrazados y acurrucados- Gracias nuevamente.

-De nada nuevamente -los dos rieron- Pero ahora quisiera preguntarte.. ¿Por qué estabas peleando con Marina? -al oír mencionar el nombre de la castaña, Hanna se sentó sobre la cama y lo miró fijamente.

-Diablos -susurró- Marco, si quieres ir a verla, anda. Yo no te detengo, en serio, anda.

-No, no y no -la abrazó por la cintura y la hizo recostarse nuevamente junto a él- Yo me quedó aquí contigo, sólo era una pregunta ¿podrías responderla?

-Ella y yo siempre peleamos -suspiró- No es nada de otro mundo.

-Siempre pelean, pero no a golpes y menos como lo hicieron ahora -dijo él.

-Ella me provoca, lo siento Marco, muy novia tuya puede ser pero, la odio, la detesto, la muy puta -calló al notar que quizás se estaba desubicando- La muy tonta -agregó- Siempre me molesta y bueno -hizo una pausa- Siempre han habido problemas entre ella y yo, esta pelea no es nada del otro mundo.

-¿Por qué la odias? -preguntó esta vez.

-Por temas personales, por problemas entre ella y yo -gruñó- Problemas que no conoces.

-¿Debería conocerlos? -le preguntó, y ella no respondió en varios segundos, ¿debía conocer el secreto de Marina?

-No -respondió- No por ahora.

-Bueno, algún día sabré, así como también sabré lo que me esconde -comenzó a acariciar su brazo tratando de calmar lo fuertes latidos que el corazón hacía por la cercanía con la chica.

-¿Hace cuanto son novios? -cambió de tema ella, y Marco no lo notó.

-Más o menos un año -Hanna bufó al escuchar esto- ¿Por qué? -preguntó.

-¿Estás enamorado? -ignoró aquella pregunta y lo miró fijamente.

-Yo... -titubeó- Yo creo -con su otra mano rascó su cuello, nervioso ante la pregunta.

-Uno está enamorado o no lo está, simplemente -siguió mirándolo- ¿Estás enamorado u obsesionado?

-¿Cuál es la diferencia? -se encongió de hombros.

-Tienen mucha diferencia, la obsesión es dañina, el enamoramiento es verdadero -respondió- Dicen que las personas se enamoran de verdad una sola vez en la vida -sonrió, aunque Marco no la viera.

-Yo creo que estaba enamorado -dijo.

-¿Estabas? -se extrañó ella ante la palabra- ¿No lo estás ahora?

Entonces una voz que no tomó en cuenta le dijo:

Te estás enamorando.

-No -dijo él- Han pasado muchas cosas entre Marina y yo, he descubierto ciertas cosas que no me han agradado nada -suspiró- La relación no da para más, por eso te digo que creí estar enamorado, pero simplemente ya no sé que es enamorarse.

Otro silencio inundó la habitación y Marco deseó que ni Isco ni Deb entraran en la habitación.

Le gustaba estar abrazado a ella, le gustaba mantenerla en sus brazos, protegiéndola de cualquier mal, acariciándola y consolándola.

-¿Por qué llorabas? -preguntó él de repente.

-Porque sí -la sintió tensarse- Porque a veces hay días que la gente explota, y la mejor manera de hacerlo es llorando.

-¿Estás triste? -preguntó esta vez.

-Estoy melancólica -ahora el que se tensó fue él al sentir las leves caricias de Hanna sobre su abdomen- A veces el pasado hace un viaje corto hacia el presente, y sientes que el pasado ya no es tan pasado, sino que siempre ha sido parte del presente, del ahora, ¿entiendes?

-Creo entenderlo, pero deberías construir una puerta o una barrera para que el pasado no se escape al presente, así no te pones melancólica, y así no lloras -cerró sus ojos ante las relajantes caricias- Te ves fea llorando -mintió.

-¡Hey! -le pegó en su abdomen y Marco abrió los ojos- No te pases.

-Ya ya, sin golpes -rió- No te ves fea, estoy mintiendo -la tomó por las manos para impedirle que volviera a pegarle- Porque en realidad te ves horrible -rió nuevamente y Hanna se abalanzó sobre él, pegándole levemente.

Jugaron unos momentos, haciéndose cosquillas, pegándose, divirtiéndose. Marco quería hacerla reír, quería todo menos verla llorar nuevamente.

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora