Todo había resultado bien al parecer, su madre no le hizo más preguntas, es más, lo consintió en todo lo que pudo, como si él fuese el más inoscente de todos. Ahora se encontraba conduciendo a quien sabe donde mientras Gage iba a su lado en silencio. Paró en una heladería, ambos salieron del auto y se sentaron en una mesita al aire libre, era hora de hablar.
-¿Entonces me explicas por el principio?
-Te voy a contar la historia más graciosa que puedes haber oído en tu vida -murmuró mientras tragaba un poco de helado- La aventura más loca que podré recordar.
Comenzó con contarle los hechos ocurridos antes de ingresar al instituto, luego su estadía ahí y todo lo que había conllevado eso. La relación que había mantenido al principio con Hanna y como se había estrechado a medida que pasaba el tiempo. Cuando habían intimado por primera vez y como no habían parado de hacerlo.
Luego llegó la parte en donde se enteraba de la verdad de Marina y como había quedado de impactado. Luego le contó sobre la mayor estupidez que había hecho y como esto involucraba a Hanna y como a su vez también se relacionaba con lo que había sucedido la noche anterior.
-Joder, estás para escribir un libro -Gage se estiró en la silla- Déjame decirte que eres un idiota -le sonrió amable, aunque las palabras que le había dicho no ameritasen aquello.
-Ya lo sabía -suspiró- Creo que no hace falta que lo digas.
-Te lo recordaré a menudo amigo -rió- ¿Qué piensas hacer ahora? -preguntó.
-Hablar con ella y arreglar las cosas -lo miró- Espero que me perdone.
-¿Y sabes qué le dirás?
-Improvisaré supongo -se encogió de hombros- Todo sale en el momento Gage.
-No Marco -su amigo negó con la cabeza- Si vas a disculparte por la tontería que hiciste déjame decirte que necesitas un discurso, o algo preparado -Marco frunció el ceño, ¿a qué se refería él?- A las mujeres les gustan las palabras bonitas, miradas tiernas, promesas de amor, algo que mantenga viva la esperanza de que no te irás y no harás lo mismo otra vez -concluyó.
-Y eso lo sabes tú.. ¿por? -preguntó.
-Mi ex novia -dijo simplemente- Si supieras lo que tuve que hacer para que aceptara estar conmigo -rió- Pero eso no viene al caso, debes pensar en algo bro.
-Está bien -suspiró y su mirada se perdió en las flores del macetero que había a un lado suyo- ¿Debería ir ahora?
-Yo creo que sí, mientras más esperes será peor.
-Bien vamos, ¿me darás apoyo moral desde el auto? -preguntó.
-Si te demoras más de lo debido, aceptaré el hecho de que se reconciliaron de la manera más antigua del mundo, y tomaré tu precioso y costoso auto y me marcharé ¿entendido?
-Está bien -Marco se puso a pensar en lo que le había dicho, palabras bonitas, miradas con ternura, y promesas ¿podría hacerlo? Debía ser sincero con ella y con él mismo, y también debía tratar de hacer lo que le había dicho Gage, quizás le resultara. A fin de cuentas quería intentar de todo para lograr que Hanna no estuviera enojada con él y lo perdonara y creyera que de verdad estaba arrepentido.
-Aquí es -sentenció una vez que estacionó el auto frente a la casa de la morena- Voy a ir hacia esa puerta, buscaré a Hanna y hablaré con ella.
-Bien -dijo Gage a su lado.
-Bien -repitió Marco en su asiento sin moverse.
-¡Anda! -exclamó.
-Estoy nervioso -respiró- Además no tengo ni buen aspecto, parezco una berenjena, todo morado e hinchado.
-Anda Marco -lo miró serio.
El castaño agarró la seguridad suficiente y salió del auto, caminó por el sendero hacía la entrada de la puerta y apretó la flor que llevaba en su mano. Era muy hermosa y había pensando en ella al verla, quizás fuera una sola flor, pero era un gesto que venía desde su corazón, podría haberle dado miles de objetos valiosos y costosos a Marina, pero un regalo con una verdadera intención valía mucho más que todo aquello. Suspiró y se tranquilizó, mantuvo la calma al llegar a la puerta y tocó el timbre. Esperó un momento y sintió movimiento dentro pero nadie le abría la puerta. Frunció el ceño un momento y se fijó que a un lado de la casa estaban los autos de los padres de Hanna, ella debía estar ahí. Oyó unos murmuros acercarse y segundos después la puerta se abrió dejando ver a un hombre alto, mucho más que él. Llevaba el cabello corto, el semblante serio y sus ojos grises no demostraban nada. Por lógica dedujo que era el padre de Hanna y para su extrañeza se sintió demasiado atemorizado.
-Buenas tardes -dijo con la voz neutra.
-Buenas tardes -respondió el hombre serio. ¡Dios! le estaban dando escalofríos, el padre de Hanna demostraba fuerza (claramente bruta) seriedad, sensatez y formalidad- ¿Qué se te ofrece muchacho?
-Yo.. -titubeó un poco y se dio una reprimenda mental- Busco a Hanna -hizo una leve sonrisa amable- ¿Se encuentra ella? necesito hablarle -el hombre lo miró directamente a los ojos una vez más, como si quisiera...
-Ella no está -miró por el rabillo de su ojo y volvió a mantener la atención en Marco- Y déjeme decirle que no es hora de andar haciendo visitas, es un domingo familiar y no queremos interrupciones y ahora debo irme, mucho gusto. Adiós.
-¡No! pero... -fue demasiado tarde, la puerta se le plantó frente a sus narices e hizo una mueca de dolor- ¡Auch! -escuchó una carcajada al otro lado de la puerta- Me alegra divertirlo -murmuró finalmente para caminar otra vez por el sendero.
-¿Qué pasó? -preguntó Gage al verlo con las manos en su cara- Me ha plantado la puerta en las narices y me ha dicho que no está -quitó las manos- Aunque creo que lo último es mentira, no creo que ella.. -Gage miró un punto en la casa de Hanna y Marco se extrañó- ¿Qué sucede?
-Ella está en la habitación -con la barbilla apuntó una ventana en el segundo piso, las cortinas se movían lento, como si acabasen de ser corridas- ¿Quieres de verdad hablar con ella? -el castaño asintió- Bien, tendrás que llegar a allá.
Los dos dieron vuelta a la casa y se toparon con un muro que separaba la casa de las otras y de la calle.
-Ven -murmuró Gage y se arrodilló en el suelo juntando sus manos para hacerle una buena base a Marco para que pisara- Sube -el castaño le hizo caso y teniendo mucho cuidado pasó el muro y saltó al suelo- Ya, ahora trepa por esa especie de escalera que hay tras la ventanilla de ahí -apuntó a un punto- Y sube a la ventana.
-¿No vienes? -preguntó.
-Ve tú, yo me encargo de cuidarnos las espaldas. Marco suspiró y se fijó en la especie de escalera que formaban unos peldaños en la pared, quizás anteriormente había sido una enredadera, pensó. Se puso la flor en la boca y comenzó a subir con mucho cuidado, ignorando el dolor que nuevamente se hacía presente en sus costillas. Logró llegar hasta la ventana de Hanna con un vértigo increíble. Era en estos momentos cuando se acordaba de su miedo a las alturas. Podía estar en un segundo piso, pero aún así a veces se mareaba. Se aseguró de no mirar hacia abajo y tocó la ventana de Hanna que estaba cerrada. Lanzó un grito de frustración al mismo tiempo que intentaba abrir la ventana, pero era imposible, estaba cerrada con seguro desde adentro. Trató de captar movimiento dentro, pero las malditas cortinas se lo impedían. Dio tres toques a la ventana y esperó ahí unos segundos. Estaba casi por descender cuando la ventana fue abierta y Hanna lo miraba extrañada con una mezcla de asombro.
ESTÁS LEYENDO
Enamórate || Marco Asensio ~ Adaptación
أدب الهواة¿Crees estar enamorado? ¿Estas seguro Marco? La obsesión de este chico por su novia, lo hace cometer locuras muy grandes. Inseguro de sí mismo, cree que su novia no le corresponde en sentimientos, por lo que comienza a pensar que ésta lo engaña. Lle...