Capítulo 86 Final

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Las locuras más grandes de los jóvenes son causadas por las ideas que logran salir de sus mentes, lo que provoca que guiados por aquellas ideas, cometan errores o aciertos que repercutirán en sus vidas para siempre.

Si la vida le hubiese dado un último deseo, hubiera pedido tener dos más. Uno lo ocuparía para que su padre no lo obligara a irse y el otro para que la morena tampoco se mudara. El destino parecía estar dándole un castigo o algo parecido por todo lo que había hecho y todas las malas noticias habían llegado juntas. Ella se iba a ir y él también, o al menos eso debía hacer. Su padre había sido específico, o iba a Londres o le quitaba todo el apoyo que durante años le había brindado.

Había estado debatiéndose toda la semana en qué hacer, ¿ir o no ir? era ahí la pregunta. No había querido contarle lo sucedido a su madre los primeros días, pero después de estar tan abatido y ofuscado pensando en que hacer, había tenido que contarle todo a Maria y pedirle un consejo.

-Tú conoces a tu padre -le había dicho ella- No puedo creer que haga esto, pero es tu decisión hijo, eres mayor de edad y tienes que formar tu vida, siempre voy a estar aquí para ti, si quieres irte, ve, si quieres quedarte, quédate, que yo mi amor jamás te dejaré sólo -le había sonreído para reconfortarlo, pero él sólo había quedado aún más confundido.

No había sido capaz de decirle a la morena cuanto la amaba, y como un buen cobarde el tiempo le jugó una mala pasada porque hace tan sólo una semana ella había anunciado que se iba, que lo dejaría, que ya no estarían cerca y eso le había dado tanto pavor.. Si ya la extrañaba durante toda la semana mientras trabajaba. ¡Como la iba a extrañar cuando se fuera!

Pero había entendido que ella ya no quería a estar ahí, había entendido el mensaje, era como si una voz exterior le dijera:

"Ella ya no te quiere, por eso se va."

Y si ella ya no lo quería, ¿por qué tendría que quedarse? ¿Qué lo ataba a ese lugar? Nada....

Cerró la maleta con el ánimo por los suelos, se fijó en su habitación casi vacía, había guardado toda su ropa y cosas personales, ahora sólo quedaba despedirse y volar hacia Londres. No le dijo nada a Isco, sabía que le daría una tunda por ser idiota -otra vez- y además no quería ver la cara de él implorándole que se quedara. Sabía que iba a querer matarlo cuando se enterase que él se había ido, pero ya no podría hacer nada porque ya estaría a cientos de kilómetros.

Bajó una maleta y luego la otra. Suspiró mirando toda su casa y sonrió débilmente nostálgico. ¿Valdría la pena dejar su hogar, sus sueños y su amor por el apoyo de su padre?

No lo sabía, pero sólo estaba como un robot, funcionando como máquina y como un tonto. Su madre se había despedido como si él fuera a un viaje de playa cerca, normal y con mucho cariño. Marco se había esperado lágrimas por unas horas y lamentos, pero no había sucedido y en cierta parte se sintió triste.

-¿Dónde lo llevo? -le preguntó el taxista.

-Al aeropuerto -se acomodó en el asiento y suspiró.

Dejar a sus amistades, su familia y ciudad sería terriblemente difícil, pero dejar a Hanna era mucho más que eso, era imposible.

-Yo.. Lo siento mucho -Marco se acercó lentamente hacia ella, a medida que hablaba.

-Y lo sientes, y lo buscas, y lo tienes -hizo una pausa- Mientras yo no lo siento, no lo busco y lo tengo.

-No te entiendo -murmuró Marco.

-Y yo siento esto, con el miedo a que tú no sientas lo mismo -también se acercó a el, levantó una mano y acarició muy lentamente su mejilla- Con el miedo a sufrir lo mismo, con el miedo a parecer tonta y no saber qué hacer.

-Siento lo mismo -cerró los ojos y suspiró- Yo lo siento, lo busco y lo tengo pero también soy un tonto que no sabe que hacer...

-Estamos tú y yo, y esta increíble playa que será testigo de algo mágico -Hanna sonrió enternecida ante las palabras del castaño- De algo espectacular, de algo deseado -desabrochó su brasier y lo tiró a un lado- Eres preciosa -susurró.

-Mi preciosa -abrió los ojos- Mi nena -susurró.

-Eres un brujo -habló ella de repente a su lado- Y me has tirado un hechizo -hizo un puchero gracioso y el rió levemente- Me gustas -dijo después.

-Aquí la bruja es otra -el sonrió conmocionado al oírla- Con esos ojos de loba, vas por la noche acechando a chicos indefensos como yo -se hizo el indignado- Y yo soy un pobre inocente.

-Pequeña bruja -volvió a susurrar.

-¿No que me esperarías fuera? -preguntó ella y se giró quedando frente a él.

-Sí te iba a esperar, hasta que me di cuenta que el agua estaba muy escasa, y quizás con una ducha juntos, ayudaríamos al mundo -ella rió- Es una buena idea, eh -se acercó a ella y comenzó a dar pequeños besos sobre su cuello.

-Diablos -murmuró.

-Joven, ¿sucede algo malo? -Marco miró hacia delante, el conductor lo miraba inquietante por el espejo.

-No se preocupe -miró la hora en su celular y no lo dudó- ¡Pare! -exclamó- Lléveme a esta dirección -sonrió- ¡Rápido!

Si tenía algo de suerte, Hanna aún estaría en su casa, podría decirle toda la verdad. Era su última oportunidad. ¿Por qué dejar de lado ese sentimiento tan hermoso que había en su corazón? ¿Por qué abandonar aquellos recuerdos tan hermosos? ¿Por qué irse sin decirle nada?

Tal vez si él le decía todo lo que sentía, tal vez ella pudiera, pudiera comprenderle y avivarle la leve esperanza de que aún provocaba cosas en ella, de que se quedaría. ¡Joder! no quería irse, y no quería que ella se fuera.Tal vez había una última esperanza.

-¿No hay otra calle que pudiera tomar? -preguntó al ver que se había formado un gran tráfico en la autopista- Tengo prisa.

-No hay una salida hasta como doscientos metros mas allá, lo siento mucho -pero él lo sentía más.

Una idea loca cruzó su mente y sonrió.

-No importa señor, tome -le entregó unos billetes- Yo me iré corriendo -salió del auto y cerró la puerta tras de él

-¡Joven sus maletas! -exclamó el conductor, pero él ya no le escuchó ya que corría velozmente.

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora