Capítulo 82

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-Lo siento -lo miró sincero y decidió decir todo de una vez- Siento haberte defraudado, siento haber cambiado, siento no seguir siendo el mismo, siento haberte gritado y siento tanto que ya no me hables -el castaño frunció el ceño- Durante este tiempo me he dado cuenta de que lo que tu decías era cierto, cambié y para mal, pero no lo quise aceptar hasta hace una semana, ya que cierta persona me hizo darme cuenta de lo idiota que he sido -miró a la morena que conversaba sonriente con Débora- Y luego de chocar tan fuerte con la realidad, me di cuenta que seguías enojado conmigo, y lo siento mucho y te pido disculpas nuevamente, eres mi hermano Isco, el cerebro de nuestra pequeña pandilla, eres mi amigo -le hizo una media sonrisa.

-¿Te lo dije, sabes? -levantó la mirada hacia él- Sabía, yo sabía que ibas a venir aquí como el perro arrepentido que eres -sentenció.

-Con el rabo entre las piernas -susurró el castaño.

-Y con el hocico partido -carcajeó.

-¿Por qué con el hocico partido? -preguntó extrañado.

-Por los golpes que te iba a dar si no entrabas en razón idiota -rió y Marco se relajó- Te juro que te mataba si seguías así, hombre.

-Lo sé, si ya me estaba preocupando de que no me lanzaras un buen golpe -rió él- ¿Somos amigos? -Isco asintió- ¿Me das un abrazo?

-¿Qué te ha hecho Gage? -ambos rieron.

Los cuatro compartieron una tarde increíble, comiendo comida rápida y yendo a una feria. Sin darse cuenta el castaño había extrañado aquellos momentos de diversión de los cuatro, aunque había momentos en que Isco y Deb se separaban de ellos para darse sus besos y cariños y él tan sólo se quedaba mirando a la morena. ¿Había notado antes aquel lunar en el cuello? Era tan coqueto e insinuaba bastante. ¿Por qué ella era tan hermosa? ¿Por qué su sonrisa parecía brillar más que todas? ¿Por qué simplemente era tan perfecta ante sus ojos? El día había acabado, y ahora tenía que llevar a Hanna hacia su casa. La despedida fue normal, la morena se despidió y le dio un beso en la mejilla y luego salió del auto; Marco sintió la necesidad de bajarse del auto y besarla como debía y quería, pero sólo aterrizó en la realidad, negó con la cabeza y encendió el auto. Debía entender que sólo eran amigos.

Enamórate.

Enamórate de verdad.

Marco suspiró feliz, volteó el letrero 'cerrado' e introdujo la llave en la cerradura. Se dio media vuelta alegre, otra semana de éxito en la tienda y su madre realmente estaría orgullosa de él y además le subiría el sueldo, ¿no? Acomodó las rosas azules que tenía sobre su brazo y caminó hacia donde estaba estacionado su auto. Dejó las flores con cuidado en el asiento del copiloto y sonrió. Había estado toda la tarde formando un lindo ramo de rosas azules para Hanna. Le pidió ayuda a varias chicas de ahí y luego de horas decidió que las rosas azules eran muy adecuadas para ella. Era viernes y según había hablado con Isco, iría con las chicas a una gran fogata en la playa. La vería ahí y le daría esas flores. ¡Cómo la había extrañado! Estacionó el auto y luego se bajó de él. Divisó un punto en la arena donde había una gran fogata, chicos y chicas estaban alrededor y conversaban animadamente, otros estaban en los alrededores o en tiendas de campaña, en fin, se acercó a paso lento mirando hacia todos lados, tratando de buscar a su amigo o a la morena. Llevaba las flores escondidas con cuidado en su chaqueta de cuero y su mirada variaba a cada momento hasta que divisó la pelirroja cabellera de Deb, a su lado estaba Isco y reían juntos. Se acercó a ellos y lo saludaron.

-Pensé que no vendrías -murmuró Isco y le pasó una cerveza- Como terminas cansado con tu trabajo.

-Vendría igual -se encogió de hombros- ¿Qué celebramos?

-Que las chicas ya se les va a acabar el semestre -sonrió.

-Genial -tomó un sorbo- ¿Y Hanna? -preguntó.

-Ahí -Débora apuntó hacia un lado. Marco se dio vuelta sonriente, afirmó las rosas sobre su chaqueta y miró hacia el punto mencionado por la pelirroja.

Frunció el ceño y relajó la mandíbula haciendo desaparecer la sonrisa. Miró detalladamente la escena. Hanna apoyada sobre ese tipo... Con el que se peleó. Ambos sonreían y bebían también cerveza, el tipo le susurraba cosas al oído y ella sonreía coqueta. Sintió que algo se quebraba en su pecho y quiso saber que era, dejó caer la cerveza sobre la arena sin importarle cuan vacía estuviera. Ella le sonreía como lo hacía cuando estaba con él. ¡Lo sabía! Lo había notado.. Ella lo miraba de igual manera que lo hacía con él. ¡Lo sabía! No podía dejar de mirarla en los brazos de otro y quiso volver a golpearlo, romperle la cara hasta que dejara de sonreirle como Barbie el marica. La observó otra vez mientras los segundos parecían ir más lentos, pero su corazón iba más rápido, su pulso aumentaba y sentía algo en su estómago. Sintió un miedo terrible, el miedo a volver a perderla, el miedo a no tenerla más. Entonces supo que la quería para siempre con él. La quería con él sin importarle nada, la quería con él a cada momento, la quería con él para besarla y acariciarla sin cansarse, la quería...

¡Joder la quería! Es más, la amaba y sabía que ya no debía ocultarlo. La amaba más que a su vida y no había podido dejar de pensar en ella a cada momento. ¡Al diablo con la desconfianza! ¡Al diablo con las inseguridades! Por no admitir aquel sentimiento del que tanto huía despavorido había perdido varias cosas y ahora no estaba dispuesto a aquello. Amaba a su morena, la amaba con todo su corazón. Sabía que esto era real.... Ahora se daba cuenta que lo que sentía por Marina no tenía comparación con lo que ahora estaba experimentado. Sabía que estaba enamorado y también sabía que estaba enamorado de verdad.

-Marco -sintió una mano en su hombro que reconoció como Isco- ¿Estás bien?

-Sí.. -susurró y se dio media vuelta- ¿Está ocupada, no? -carcajeó con amargura.

-Está ahí con Nick -volvió a susurrar- ¿Quieres que la llame?

Quiso responderle que sí, que la llamase para que dejara de estar con el tal Nick, así él tendría oportunidad de entregarle las flores y declararle su loco amor.

Sin embargo la respuesta fue negativa, ella no merecía que él le dijera todo así de simple, ella merecía más que las estrellas y la luna, ella merecía todo.

-No la llames -trató de sonreirle- No quisiera interrumpirle, pero sí quiero que le entregues esto -sacó el ramo de rosas azules y se lo entregó- Pero espera un momento -sacó un pequeño papel de su bolsillo y un bolígrafo que llevaba en su chaqueta, y escribió:

"Rosas para la mujer más hermosa de mi vida.

No quería interrumpirte por lo que te mando esto como regalo.

Espero que te gusten, porque yo pienso que son las flores más hermosas que existen, así como tú...

Te quiere, Marco.

PD: Te ves adorable con esa capucha."

Colocó la nota sobre las flores, se despidió de su amigo y con las manos en sus bolsillos volvió a su auto. La tristeza lo invadió segundos después al darse cuenta de el tiempo perdido sin ella. El tiempo que había malgastado con las otras chicas en vez de estar con su morena. No quería perderla, pero... ¿Qué pasaba si ella se quedaba con ese tal Nick? ¿Qué sucedería si ella se olvidaba de él? ¿Qué pasaría si ella se hiciese novia de Nick?

A él simplemente se le partiría el corazón, ella era su todo, por eso ahora debía pensar muy bien en qué hacer para demostrarle que lo que sentía era real y verdadero.

Entró a la habitación de su madre, estaba a oscuras y eso era obvio, era muy tarde. Se arrodilló a un lado de su madre y encendió la lámpara que estaba sobre la mesa de noche. Maria se despertó algo desorientada pero sonrió al verlo a él. Se sentó en la cama y le preguntó.

-¿Sucede algo malo hijo?

-¿Puedo dormir contigo? -Maria asintió algo extrañada, le hizo un espacio a su hijo y lo abrazo- Mamá... -ella lo miró- ¿Puedo hacerte una pregunta?

-Claro que sí cariño -le sonrió.

-¿Cómo te sentiste la primera vez que te enamoraste?

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora