Capítulo 48

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Había quedado intrigado y más confundido las siguientes horas. El hecho de que la morena se enojara con él no tenía nada que ver con su comportamiento.

No tenía porque escaparse, ni mucho menos volver a las andanzas de antes.

Le hubiera gustado decirle todo aquello, y además volver a hablarle y volver a pedirle disculpas, aunque ella le hubiera dejado en claro que no quería que le hablara. Pero Hanna lo había esquivado toda la tarde restante. La había visto sentada con Isco y Deb, se había acercado animosamente y la morena había huido de ahí diciendo una escusa terriblemente mala. Luego la había visto otro par de veces más por las instalaciones del instituto, pero como si ella tuviera un radar, a penas él comenzaba a acercarse ella se escapaba. ¡Así nunca iban a poder hablar!

Entonces cuando la vio en la habitación horas más tarde pensó que sería un buen momento para hablar, pero estaba muy equivocado. ¡Ella seguía evitándolo!

-¡Me podrías tomar atención! -exclamó en un tono no tan alto para que ella no pensara que estaba gritándole- Llevo hablándote como idiota más de veinte minutos -y ella seguía ordenando su ropa, cepillando su cabello, mirando la ventana, todo menos hablándole- ¡Te estás comportando como una niña, eh! -exclamó nuevamente mirándola desde su cama.

-Primero que todo -habló ella después de los segundos del monólogo de Marco- Si tú hablas como idiota no es mi problema, y segundo te dije que no quería que me hablaras, y otra cosa. ¡No soy una niña! -exclamó en el mismo tono que él- Deja de hablarme y molestarme, sólo haz como si no existo ¿está bien? -se dio media vuelta y siguió ignorándolo.

Él quiso responderle que eso nunca sería posible, pero ya no valía la pena.

Mañana es la boda, amor, supongo que no me dejarás abandonada, ¿cierto?

Te quiero

Marina.

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Ahora era un te quiero, antes era te amo...

La maldita boda era mañana y ni lo recordaba, ¿quién se casaba?

Ah, si, su prima, que ni si quiera conocía pero obviamente como él era el perrito faldero de la castaña, tenía que ir.

A la mañana siguiente se rindió totalmente y dejó de insistir en arreglar las cosas con Hanna. Por lo que se levantó callado, ni si quiera la miró y comenzó a arreglarse.

Lo mejor de que las chicas -La morena y Deb- supieran que ellos no eran verdaderamente Kate Benson y Marie Johnson, era que podían andar sin esas molestosas pelucas, podían vestirse como chicos y se sentían libres.

-Tú y yo debemos hablar -le dijo Isco.

-¿Te debo dinero? -bromeó algo gracioso, siendo consciente que las dos chicas lo escuchaban.

-Aparte -rodó los ojos y ambos rieron- Pero debemos hablar de esto -levantó la peluca rubia- Tengo que contarte cosas, como tú a mi, ¿puedes venir a mi casa hoy? -¡Claro que quería! pero lastimosamente no podía.

-No puedo -murmuró demostrando todo el agrado que no sentía- Estaré ocupado.

-Siempre estás ocupado los fines de semana -habló Isco molestándolo.

-Quizás esté con su novia -bromeó Deb mientras entraba al baño.

-No creo que sea Marina -le contestó Isco, y Marco inconscientemente miró a la morena y se dio cuenta que ella también lo estaba mirando.

Unos segundos mirándose para luego volver a lo que estaban haciendo...

-Bueno, el tema es que hoy voy a casa de ella -suspiró- Creo.

-¿Reconciliación? -Isco lo miró pícaro, notando el ambiente entre su amigo y la morena.

-Boda -bufó mientras miraba la hora- No sé ni quien se casa, pero debo ir.

-¿Tienes un traje de esos de pingüino? -preguntó el castaño.

-No, debo ir al banco a ver si aún me queda dinero y luego compraré un traje -se encogió de hombros.

-Está bien -Isco lo miró- ¿Me prestas tu auto en la noche? -cambió de tema.

-¿Y el tuyo?

-A mi padre se le averió el auto, me pidió el mío y quedé sin transporte, quise pedirle la moto a James, pero viajó a ver a su novia, ¿me lo prestas?

-Claro -le sonrió y nuevamente miró a la morena que estaba en la ventana observando el día nublado. ¡Que día tan perfecto para celebrar una boda!- Anda a buscarlo a mi casa por la noche supongo, y ahí hablamos.

-Está bien -Marco asintió también con la cabeza, se puso el gorro de su poleron y se dispuso a abrir la puerta- ¡Hey Marco! -este lo miró- ¡Sácate una foto con el traje de pingüino! ¡Debo ver eso! te veías tan gracioso en nuestra graduación. ¡Necesito reírme un poco!

-¡Jódete! -Marco rió un poco y le levantó el dedo del medio antes de desaparecer tras las puerta y sin la peluca.

Salir había sido fácil, extrañamente el guardia no estaba por lo que se subió a su auto y salió simplemente.

-¿Te he dicho que eres maravillosa? -abrazó a su madre fuertemente- Siempre piensas en todo.

-¿Te he dicho que te conozco como si fueras mi hijo? -Marco la miró mal, mientras se separa de golpe.

-Se supone que soy tu hijo, creí que habíamos dejado el tema de la adopción atrás, recuerda -dramatizó, haciendo reír a su madre.

-Oh claro, que tonta -siguió riendo ella- Entonces te conozco, eres mi hijo Marco.

-Lo sé -presumió- Pero ahora te devolveré el dinero del traje de pingüino, espérame un momento -sacó su billetera, pero su madre lo detuvo.

-¿Debo recordarte que sigo siendo tu madre jovencito?, tengo el derecho de comprarte lo que sea -hizo que guardara su billetera- No me debes nada, tontito, ahora anda a bañarte y arreglarte a ver si comes algo antes de irte -Marco asintió- Debes ir a la casa de Marina a las 3, ahí te estarán esperando.

Su madre siempre pensaba en todo, y lo conocía tan bien.

Le había comprado un traje y conociéndola le iba a quedar perfecto. ¡Maria era la mejor!

Dos horas más tarde había comido y se estaba arreglando la molesta y pequeña corbata negra.

Al terminar se arregló el cabello con sus manos, chequeó sus zapatos y se puso sus lentes.

-¿Cómo estoy? -preguntó a su madre al bajar las escaleras.

-Muy guapo, si yo tuviera dieciocho años menos saldría contigo -ambos rieron.

-Yo diría que más, eh -la molestó- Bien, debo irme, te quiero Maria.

-Yo igual hijo, cuídate.

Tomó un taxi hacia el norte de la ciudad mientras trataba de ordenar sus pensamientos.

Hanna y su enojo, Marina y sus mentiras, su mejor amigo, el instituto, su vida, su 'trabajo', sus estudios y su padre.

Diablos, debía organizarse bien.

Mientras más se acercaba al barrio en donde vivía Marina, más nervioso estaba y no tenía ni idea de porqué. Que él recordara, sus padres no eran tan horribles, ¿o si?

Los recordaba bastante amigables, pero tenían cierto problema de ego. Y bueno, teniendo esa gran casa, esos grandes lujos, era imposible no ser ególatra y creerse de la gran sociedad.

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora