Capítulo 31

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Sin saber porqué sus manos empezaron a sudar y a temblar..

¡No sabía que hacer, ni que decir!

Esperaron unos segundos frente a la puerta hasta que se abrió y dejó ver a su profesora de literatura, vestida ligeramente informal.

-¿Hanna? -la miró extrañada- ¿Qué haces aquí?

-Pues.. -pensó- Estoy en casa madre -sonrió.

-Qué te dije ayer -suspiró ella mirándola- ¡No deberías haber salido del instituto! ¡Estás castigada! -se sintió incómodo al oír la discusión de madre e hija y se acordó de sus días de adolescente rebelde, cuando nunca le hacía caso a su madre y las discusiones como estas eran muy comunes.

-No grites -dijo ella- Tenemos visita -miró a Marco- Sé amable Kristinne -sonrió con sarcasmo en sus ojos.

La madre de Hanna lo miró sorprendida, al parecer recién se daba cuenta de su presencia.

-Kate -sonrió ella con incomodidad- Disculpa el grito, es que Hanna, ella bueno -al ver como no le salían las palabras, intervino.

-No se preocupe profesora -le sonrió para hacerla sentir bien- Todo está bien.

-Qué linda -murmuró con ironía Hanna- Bien mamá, ahora que haz dejado de gritar y todo ¿podemos pasar?

-Claro que sí -dijo amable mirando a Marco- Y Kate, mientras estemos fuera del instituto dime Kristinne -sonrió- Pero solo fuera, eh -rió- Que dentro del instituto sigo siendo tu profesora -él asintió para luego dirigirse a lo que sería la sala.

Se acomodó en el confortable sofá, Hanna y su madre habían ido a saber donde y él había quedado solo en la sala.

Miró a su alrededor y pudo fijarse que en las paredes de la sala habían un sin fin de fotos acomodadas de forma armoniosa.

Un niña, una mujer y un hombre, los pudo reconocer fácilmente. Hanna y sus padres.

Inconscientemente se acercó hasta la pared y miró las fotos muy detalladamente. La foto irradiaba felicidad, un parque y una niña en brazos de su padre mientras Kristinne aparecía de lado sonriendo, Hanna podía ser muy parecida a su madre, pero tenía aquellos ojos azules heredados de aquel hombre de pelo castaño.

Se preguntó donde estaría ese hombre, ya que nunca había oído mencionar a Hanna sobre él. Observó más fotos de ella cuando pequeña y pre adolescente y se preguntó como una niña podía cambiar tanto, en las fotos se veía tan feliz, amable, y ahora era tan agresiva y rebelde.

Oyó unos pasos acercarse y se dirigió nuevamente al sofá como si no se hubiese quedado pegado viendo las hermosas fotos

-Bien -entró Hanna- Llegó la hora de actuar -rió y acto seguido entró Kristinne detrás de ella.

-Ahora Hanna, explícame bien como es que estás aquí, siendo que te dije que no podías salir del instituto, no tienes moto y estás castigada -Hanna se sentó a su lado.

-Bueno, como sabes querida madre, Kate.. -lo miró- Es mi compañera de cuarto y pues estaba en el instituto cuando me fuiste a dejar. Le comenté el tema de la moto -mintió- y pues se ofreció a ayudarme. Su tío tiene un taller donde puedo llevarla, además ayer hablé con ella y me hizo entender que lo que había hecho estaba mal -¿De qué estaba hablando Hanna?, no entendía nada, pero estaba obligado a mantener la tonta sonrisa amable- No debí haber salido ni haberte mentido, ni haber chocado la moto -trató de esconder lo sorprendido que se encontraba- Y bueno, pensando y reflexionando con Kate -volvió a mirarlo dándole la señal de que debía seguirle la corriente- Me di cuenta de que voy a cambiar -sonrió y por primera vez la notó falsa- Te haré caso, no saldré a fiestas y trabajaré duro para arreglar mi moto, y Kate me ayudará, ¿cierto Kate? -Kristinne sorprendida por las palabras de su hija lo miró y se puso nervioso- ¿No es así Kate? -volvió a decir.

-Sí Hanna -trató de sonreír- Señora Kristinne -se dirigió a la madre- Por lo que he conocido a su hija, me he dado cuenta de que está un poco.... descarrilada -esa fue la única palabra apropiada que encontró, miró a Hanna y ésta le fulminaba con la mirada- Pero sé que en el fondo sigue siendo esa niña dulce y tierna que irradiaba felicidad como en las fotos -apuntó la pared- Y yo me encargaré de ayudarla -no tenía ni idea de lo que hablaba, las palabras le salían por si solas- Sé que Hanna cambiará y usted no volverá a pasar más rabias -sonrió y se dio cuenta de que Kristinne lo miraba con los ojos llorosos y bastante emocionada.

-Ves mamá, todo estará bien -rió la morena y Marco se sintió fatal al mentirle a su profesora.

-Sí -dijo Kristinne- Si me lo hubieras dicho tú sola no te hubiera creído, pero sé como es Kate y si ella lo dice, pues le creeré -sonrió y se giró para ver a Marco- Kate, gracias por hacer esto, ojalá hagas razonar a esta mujer, es una terca -rió.

-No se preocupe -le habló él- Todo estará bien -aseguró.

-Si tu lo dices -dijo ella.

-Mamá, ya debemos irnos -dijo la morena- Kate siempre estará conmigo, no me dejará sola para que no haga tonterías, así que no tienes porqué preocuparte -se paró del sofá- Te veo mañana, adiós.. -sin nada más que decir se dirigió a la puerta y la abrió. Marco que aún estaba algo sorprendido se despidió afectuosamente de su profesora y siguió a la morena.

¿En qué diablos se había metido?

No tenía ni la menor idea, sólo sabía que estaba haciendo algo malo.

Se estaba comportando como un niño, estaba mintiendo sin medir las consecuencias y eso no correspondía a un hombre como él.

Salió de la casa y la morena se le lanzó encima abrazándolo por el cuello.

-¡Gracias! -exclamó ella eufórica unos segundos hasta que se dio cuenta de la situación, bastante extraña para él- Qué estoy diciendo por dios -murmuró y lo soltó bruscamente- No debo decirte gracias, esto lo estás haciendo por tu decisión ¿no? -rió y se dirigió a la calle, él deseó que volviera aquella Hanna eufórica antes que esa morena desagradable y detestable, ¿sufriría de bipolaridad?

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora