Capítulo 80

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-Marco -susurró- ¿Qué haces aquí? Creí que... -el castaño la interrumpió quitándose la flor de la boca y contestándole.

-Esto es más fácil en las telenovelas y en las películas ¿sabes? -sonrió débilmente- ¿Podría pasar? sé que dijiste que no te buscara, pero me es inevitable hacerlo y por favor, déjame entrar que me muero aquí afuera de verdad -Hanna reprimió una risa al verlo tan acomplejado y lo dejó entrar- Recordaba tu habitación de otro modo -dijo una vez que entró y se aseguró de pisar suelo firme.

-Ha cambiado un poco -se sentó en un sofá que tenía ahí y lo miró- ¿Qué haces aquí Marco? creo que fui muy clara anoche en decirte que no -el castaño la interrumpió.

-Sé lo que dijiste -caminó un poco hasta su lado y se arrodilló ante ella- Quizás no sé como te sentiste, pero sé que fui un tonto y que por mierda perdí lo lindo que teníamos -susurró.

-¿Lo lindo que teníamos? -preguntó ella entrecerrando los ojos- No teníamos nada Marco.

-Había algo, tú lo sabes, yo lo sé, sólo nosotros -tomó su mano- Yo me alejé de ti, cometí un grave error -suspiró fuerte- Pude los siguientes días buscarte y pedirte que volviésemos a divertirnos juntos, pero no lo hice, ni tampoco lo hice los meses siguientes -la miró a los ojos directamente- Me zambullí en un mundo donde quizás pedí estar y anhelaba estar, pero no era lo sano y correcto para mí. Quería ser libre y disfrutar de mi soltería tras perder la confianza en ser un chico, o mejor dicho, un hombre que pudiese conquistar a una mujer. Me sentía mal, y no estaba dispuesto a admitir que te quería cerca Hanna, muy cerca -murmuró con voz ronca- Pero en cambio, me comporté como un idiota y te hice daño, lo vi en tus ojos cuando botaste esa lágrima antes de salir del auto -la morena se tensó- ¿Recuerdas cuando dormimos juntos la primera vez en la playa? -ella asintió- ¿Recuerdas cuando me descubriste en el instituto saliendo del baño y se me cayó la toalla? -rió un poco y ella asintió nuevamente- ¿Recuerdas la primera vez que hicimos el amor? -se acercó a ella mientras depositaba la flor en su mano- ¿Lo recuerdas?

-Nunca lo hicimos, era sólo sexo -sentenció finalmente y se alejó un poco de él.

-Otra equivocación mierda de parte mía, el sexo es sólo con las personas que no se conocen y es más carnal y erótico -dijo sin importancia- Lo que nosotros teníamos era pasión pura de dos cuerpos deseándose -se volvió a acercar a ella y tomó su mejilla- Queriendo estar el uno con el otro -se acercó más y ella de verdad quiso alejarse, pero había un poder extraño sobre ella que ni si quiera la dejaba moverse- ¿No lo extrañas? -preguntó susurrando sobre sus labios. Ella no respondió y él aprovechó para unir sus labios y besarla hasta más no poder. La besó despacio como a ella le gustaba, con calma y tranquilidad, disfrutando del lento movimiento de sus labios sobre los de ella. Movió su mano y acarició su nuca para acercarla más. Todo iba perfecto, un perfecto beso, una perfecta caricia, un perfecto gruñido hasta que ella se separó de él agitada.

-¿Quién te ha ayudado a preparar el discurso? -lo miró seria- ¿Palabras bonitas, lindas y tiernas miradas? -preguntó sarcástica- ¿No pudiste hacer algo mejor?

-Hanna -murmuró- No he hecho un discurso, yo... ¡Diablos! lo intenté -se paró del suelo- Vine durante el camino pensando en algo, pero te juro que no tenía nada que ver con lo que te he dicho ahora -suspiro- Todo ha sido improvisado con todo el sentimiento desde lo que es correcto para mi mente y mi corazón, créeme.

-¿Qué te propones? -ella también se levantó para quedar a su altura- ¿Qué te perdone? ¿Qué volvamos a ser como éramos antes y hacer como si nada ha pasado? ¿Hacer cómo que no te has acostado con muchas mujeres? ¿Hacer cómo que no eres el idiota que realmente eres? ¿Hacer cómo...? -Marco la interrumpió.

-Hanna, Hanna -suspiró- Sólo quiero que no estés enojada conmigo, que no me lances esas verdades a la cara tan desprevenido, que no me rechaces, y que por favor volvamos a divertirnos como lo hacíamos antes, ¿puedes hacerlo? -preguntó finalmente. Ella lo miró a los ojos por un largo minuto, su cara demostraba inquietud y confusión- ¿Puedes?

-Está bien, Marco -una alegría recorrió el cuerpo del castaño- Pero empezaremos desde cero, seremos -suspiró y nombró la palabra que en esas circunstancias jamás quiso oír, pero aún así la dijo- Amigos.

-¿Amigos? -preguntó.

-Sí, amigos -extendió sus brazos- Esa clase de amigos que se cuentan todo, que se divierten, bromean y salen juntos, esos amigos -Marco sonrió satisfecho al oírla- Pero los amigos no se acuestan juntos -negó con la cabeza- Ni se besan.

-¿No podré besarte? -ella negó- ¿Ni tocarte? -ella volvió a negar- Diablos -susurró.

-Eso es ser amigos -ella le sonrió- Tómalo o déjalo, eres mi amigo o no eres nada.

La miró una vez más, llevaba su cabello largo en una coleta alta, sin una gota de maquillaje excesivo, con los ojos brillantes, con unos vaqueros ajustados y una simple polera. ¿Estar con ella o no estarlo? o mejor ¿estar con ella sin estarlo?

-Está bien, acepto -puso su mano al frente de ella en signo de cerrar un 'trato' pero ella no hizo lo mismo, se le quedó un rato más viéndolo con una mueca de frustración- ¿Y bien?

-Claro -susurró después de salir del trance y estrechó su mano mientras una corriente eléctrica la agolpaba terriblemente.

-¿Puedo besarte por última vez? -dijo una vez que separaron sus manos. Ella asintió con la esperanza de guardar en su memoria el dulce sabor de los labios de Marco, sabía que no la besaría en un buen tiempo, y es que ¿él era tonto? ¿cómo no había podido entender el mensaje oculto tras sus palabras? él debía haber dicho "No, no seré ni lo uno ni lo otro, porque yo quiero ser más que tu amigo" y luego vendría el discurso de que estaba locamente enamorado de ella, pero aquello no había sucedido y ahora estaba besando a su "amigo".

-Hanna has visto el... -una voz y una puerta abriéndose interrumpieron el perfecto momento. Marco se alejó de Hanna rápidamente al ver al padre de ella y a juzgar por la mirada, estaba en serios problemas- ¿Qué haces tú aquí? creí haberte dicho que -la morena lo interrumpió.

-Papá, no, yo bueno..

-Tú nada -sentenció su padre- Ahora contaré hasta tres y te quiero fuera de mi casa, ¿has oído? -él asintió temeroso- ¡Uno! -gritó.

-Hanna -susurró nervioso antes de partir- Te llamaré -ella asintió- No te pierdas -ahora ella negó con la cabeza

-¡Dos! -gritó Andrew en el umbral de la puerta.

-¿Debería correr cierto? -ella murmuró un sí en tono bajo al mismo tiempo que Andrew exclamaba.

-¡Tres! -y al oír esto echó a correr escaleras abajo con toda la agitación que sentía al ser perseguido por aquel hombre tan alto. Buscó la salida con la mirada y se dirigió a ella, abrió la puerta justo antes de que el rubio pisara el último escalón de la escalera. Logró salir con la respiración muy agitada, aquel hombre gritando como condenado lo había asustado, entonces recordó que el padre de Hanna era militar. ¡Menudo problema!

Al normalizar su respiración, caminó nuevamente por el sendero de la casa y suspiró fuerte.

¿Amigos? ¿nada más que eso? No esperaba algo sumamente serio, pero tampoco tan liberal.

Ser amigo complicaba todo, pensó. Si no quería perderla tendría que resignarse a eso simplemente, aunque ahora deseaba realmente ser algo más...

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora