Capítulo 38

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Mantenerla a su lado le hacía sentir una gran felicidad, tenerla ahí junto a él, aliento con aliento, cuerpo a cuerpo, le provocaban sensaciones desconocidas, sensaciones que tenía miedo de sentirlas, sensaciones que Marina no le provocaba.

Despertó desorientado, ¿en qué momento se había quedado dormido?

Se fijó en Hanna, también estaba dormida sobre su pecho y ambos estaban tapados con una manta. Algo asustado miró alrededor de la habitación, Isco dormía en su cama al igual que Deb, y se preguntó si aquella pelirroja lo habría visto sin peluca.

Rogó porque la respuesta fuera negativa, por el bien de Hanna.

Eran más de las tres de la madrugada, el tiempo había pasado tan rápido que ni si quiera se dio cuenta.

Se separó de ella, lentamente la acomodó mejor en su cama y besó su frente en un gesto tierno. Se colocó su peluca y se acostó en su cama totalmente confundido.

Le había gustado conocer y compartir con esa Hanna.

Una Hanna amable, agradecida, tierna y risueña, no la morena rebelde, grosera, salvaje y mala. Era como si fueran dos personas totalmente distintas, dos mujeres en un cuerpo, era como si tuviera doble personalidad.

Pero nada de aquello podía suceder, porque ante la bipolaridad de la morena, había un secreto. El secreto de su pasado, pasado el cual quería conocer pero respetaba las respuestas y la discreción de ella.

Mañana de sábado y la mayoría de las chicas se iban a sus hogares a pasar tiempo con sus familias.

Él hubiera hecho lo mismo, pero suponía que debía hacer de niñero de Hanna, por lo que visitaría a su madre el domingo o quizás la llamaría.

Despertó y se fijó en que su amigo estaba despierto y Deb también, ambos conversaban animadamente.

-Buenos días -los saludó desde su cama- ¿Cómo amanecieron? -miró a Isco y lo molestó haciendo una mueca graciosa.

-Bien -habló la pelirroja- ¿Y tú?

-Bien, gracias -se paró de la cama y se dirigió a Isco -¿Vas a salir hoy? -preguntó.

-Tengo cosas que hacer -murmuró- Pero cualquier cosa me llamas, tú sabes si las cosas salen mal -¿A qué mierda se refería?, bueno ya sabría.

Un poco más tarde ambos salían de la habitación y se preguntó como iría aquella 'relación'.

Después tendría que preguntarle a su amigo.

Se dirigió a la cama de Hanna, comenzó a moverla para despertarla. Se veía preciosa aún despeinada y sin maquillaje, la crema había hecho algo de efecto y había cicatrizado muy bien, pero aún así tenía un marca fea en su labio.

-Hanna -susurró- Despierta -no se despertó y en vez de eso sólo se tapó más y le dio la espalda.

Se le ocurrió una idea loca e impulsiva.

Acercándose lentamente, rozó sus labios con los de ella y depositó un suave beso sobre estos. Hanna despertó de inmediato apartándolo de un manotazo.

-¡Hey! -exclamó- ¿Qué te sucede idiota? -dijo con voz enojada y Marco se confundió más. ¿Por qué estaba molesta? Ayer la había besado varias veces y ella no se había enojado para nada.

-Quería despertarte -susurró.

-Pero grítame, tírame agua, pero no me beses -la miró extrañada y como diciendo '¿me estás hablando en serio?'

-¿Eres bipolar? -se atrevió a preguntar.

-No -arrugó sus cejas confundida y buscó ropa en su armario- Haz un bolso con un pantalón y chaqueta y vístete de Kate, saldremos.

La otra Hanna había vuelto.

Parte de la mañana había tenido que llevarla a casa de sus amigos y había tenido que esperar en el auto, como perrito faldero. Aquel hecho le había molestado y no sabía muy bien si era por haberse quedado esperando afuera, o por el hecho de ver a Hanna abrazada a dos chicos que reconoció como sus mejores amigos.

Más tarde habían almorzado unas hamburguesas y habían disfrutado un helado.

Marco estacionó su auto frente a la casa de la morena y supo que ahora tendría que mentir, o cubrir a Hanna.

-¿Qué hacemos aquí? -preguntó antes de bajarse del auto.

-Ya verás -le guiñó un ojo y se acercó peligrosamente a él- Haz caso en todo, pórtate bien y quizás tengas tu premio -le guiñó un ojo y lo besó cortamente, haciendo que él deseará más.

Esperaban a la madre de Hanna en la sala. Se preguntó que mentira tendría que decir ahora y también cuanto duraría todo esto.

Se iba a cumplir un mes que estaba en el instituto, había descubierto cosas de su novia que no esperaba, había vivido todo lo que vivía una chica, y ya quería salir de ahí, pero Marina escondía tan bien aquel secreto....

El secreto del por qué quería terminar con él.

-Hola Kate -saludó la profesora Kristinne- Hola hija -le sonrió a la morena.

-Hola -saludó él.

-¿Vienen a comer algo?, estaba revisando exámenes, pero puedo prepararles algo y -Hanna la interrumpió.

-No mamá -rió levemente- Ya comimos, pero bueno te vengo a decir que hoy no pasaré la noche aquí, ni en el instituto -Marco abrió los ojos sorprendido.

-¿Por qué? -dijo Kristinne confundida- ¿Dónde estarás?

-Bueno, tengo que hacer un trabajo con Kate -lo miró como la vez pasada y supo que era hora de improvisar- Lo haremos en su casa y me quedaré a dormir ahí, ¿cierto Kate?

-Sí, es verdad Kristinne -la miró de una manera convincente- Tenemos que hacer un trabajo y me ofrecí a que ella se quedara en mi casa, y bueno, vinimos a decírselo para que no se preocupara.

-Está bien -sonrió la profesora- Gracias por avisar hija -se dirigió a la morena- Me alegra que estés cambiando y que te comportes mejor -le sonrió y tocó su mejilla al notar el leve moretón que le había quedado bajo el labio, se extrañó- ¿Qué te sucedió ahí? -apuntó su labio inferior.

-Yo me pegué en el escritorio de Deb, estaba agachada y pues me levanté, calcule mal y me pase a llevar con la punta y me quedó así -se encogió de hombros.

-Ten cuidado hija -le sonrió para luego pararse del sofá- Debo seguir corrigiendo, así que pues las dejo -desapareció por la cocina y Hanna le sonrió a Marco.

-Eres el mejor -susurró sonriendo.

Hanna lo llevó hasta su habitación.

Muy impersonal, pensó. Una cama con colchas negras estaba al centro, unos cuadros colgaban de dos paredes, un escritorio sin nada y en la tercera pared, un armario.

Nada de fotos, nada de pósters, nada que le dijera como podría ser Hanna en su casa. Eso le hizo pensar que Hanna pronto se iría de aquella casa, pronto sería independiente y aunque él igual quisiera hacer lo mismo, no podía.

No quería dejar a su madre sola por nada en el mundo.

-¿Dónde estarás esta noche? -le preguntó sentado en su cama mientras ella buscaba ropa en su armario- Dijiste que no pasarás la noche aquí.

-La pregunta sería dónde estaremos esta noche -uso el tono plural- Y respondiendo a lo otro, no sé donde pasaremos la noche -lo miró por un segundo y siguió buscando ropa.

-Entonces, ¿dónde estaremos esta noche? -preguntó confundido.

-Iremos a una fiesta -Marco se sorprendió- Y no me digas que no irás, vamos a ir sí o sí a esa fiesta, va estar buenísima.

-Pero yo no quiero salir hoy -gruñó.

-Marco -se dio vuelta y lo miró con sus ojos penetrantes- Es una fiesta, sé que te encantan las fiestas, la pasaras bien. Además si no vas, yo puedo decirle a -la interrumpió al saber lo que venía después.

-Está bien -murmuró molesto- Iré a la dichosa fiesta.

Chantaje, chantaje, vil chantaje -pensó.

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora