Capítulo 41

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Suspiró y encendió nuevamente el motor de su auto.

Avanzó por las calles con el agua escurriéndole sobre su sien. Sonrió divertido al acordarse de Hanna.

La primera impresión que había tenido de ella era la de la chica ruda, rebelde e insensible, pero ahora... Ahora todo era diferente. Había descubierto que la morena no era tan mala y tan malcriada, como alguna vez llegó a pensar. Simplemente ella tenía carácter y tenía un pasado que no pensaba revelar a nadie. ¿Podría alguna vez contarle a él lo que le había sucedido?

Porque claramente no era necesario ser un experto para saber que algo le había ocurrido a ella para que tomara aquella actitud tan a la defensiva.

¿Cuándo habían cambiado las cosas?

¿Cuándo había aparecido el deseo de estar con ella siempre y disfrutar de aquellos suaves labios?

No lo sabía.

Estacionó el auto frente a su casa. Se bajó y observó el jardín frente a él. Las tantas flores que su madre tenía ahí estaban florecidas y hermosas. El jardín estaba arreglado como siempre. Sonrió para si mismo, imaginando a su madre pasando tardes enteras arreglándolo, igual que el jardín trasero. Maria era fanática de las flores, le encantaban y él siempre la había apoyado y más a la hora de abrir su propia florería en el centro.

El negocio había empezado desde abajo, con una simple caseta donde Maria vendía sus flores, él era pequeño pero siempre la acompañaba en su negocio, mirándola y observando la manera tan peculiar de tratar a sus clientes.

Luego de un tiempo le había ido tan bien que había podido arrendar un espacio en el bulevar de tiendas del centro. ¡Él había estado tan contento al ver la felicidad de ella!

Años después la florería había vuelto a crecer, abriendo dos sucursales, Maria ahora era la jefa y tenía a dependientes que la ayudaban, así podía estar tiempo en su casa cuidando del no tan pequeño Marco.

Siempre había admirado a su madre, ella había salido adelante sola después de la separación con su padre. ¡La admiraba!

-¿Mamá? -preguntó al entrar a la casa. Todo estaba en silencio y entonces recordó que los domingos ella solía trabajar hasta medio día, por lo tanto no debería encontrarse ahí a esas horas.

Subió las escaleras y entró a su habitación. Dejó su chaqueta sobre la ropa sucia y entonces la miró.

¿Que hacía Marina acostada en su cama?

¡Marina!

Se acercó lentamente a ella, estaba sobre la cama, llevaba puesta una polera de él y abrazaba fuertemente el oso que alguna vez le regaló ella.

Su pelo largo caía sobre su almohada y su camiseta le llegaba más arriba de la rodilla, dejando al descubierto sus piernas. Pero esto no le llamó la atención como hubiera pasado en el caso de que la chica que estuviera ahí acostada fuera Hanna.

¿Por qué deseaba tocar a Hanna pero a Marina no?

¡Diablos!

La miró nuevamente y se sentó a un lado de ella y acercó su mano lentamente para acariciarle la mejilla pero paró a mitad de camino, al recordar las situaciones en que estaba su noviazgo.

-Ella no sabe como terminar con su novio.

-Miéntele a Marco, dile que irás a ver a tus abuelos.

-Lo siento Marco, no puedo verte.

¡Ella era una mentirosa!

Se paró furioso de la cama y se dirigió al baño para tomar una breve ducha. Así calmaría su humor y de provecho despertaría a Marina.

Enamórate || Marco Asensio ~ AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora