Obra de arte

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Desperté en un salón amplio y oscuro. Había un piano de cola al fondo del cuarto, casi no lograba distinguir bien pero parecía ser de color negro. Me encontraba al otro extremo de la habitación tendida en el suelo y mirando a mi alrededor.

El salón contaba con poca iluminación, sólo había unas cuantas luces amarillas por encima del piano que estaba fuera de mi alcance. El suelo era de madera, parecía nuevo. Mire mi cuerpo, llevaba puesto un pantalón de mezclilla y un suéter negro. Sabía que era mi color favorito, pero no esperaba estar vestida así.

Otro detalle que note fueron las uñas negras de mi mano izquierda. Solía pintarmelas así desde hace tiempo, por obvias razones. No pensé que eso también estuviera presente en este momento.

Me incorporé lentamente y logré percatarme de que el suéter casi llegaba hasta mis rodillas. Dirigí mi atención al piano, era mi instrumento favorito pero nunca llegue a tener uno así. Era obvio que era un sueño, tal vez mi mente sólo estaba reflejando parte de mis preferencias o deseos más profundos, cosas que por muy insignificantes que fueran, con frecuencia nadie las tomaba en cuenta.

Decidí aproximarme al piano, sería la primera vez que tocaría uno así en mi vida, aunque fuera en sueños. Ponía especial atención en cada detalle, caminaba en círculos y deseaba que fuera real. Observé cada tecla negra y blanca que aparecía frente a mí. Cerca se encontraba un taburete que combinaba a la perfección con la escena. Todo era único y encantador.

Pensaba en interpretar alguna canción, tenía dudas sobre si debía hacerlo o no, pero no podía darme el lujo de desperdiciar esta oportunidad, tal vez sería la única.

Me senté en el taburete y respire hondo. Sin darme cuenta empecé a tocar una melodía muy peculiar: Bohemian Rhapsody. Me sabía cada parte de memoria, por lo que no necesitaba ver las partituras para interpretarla.

Cuando era pequeña tomé clases de piano, aprendí lo básico y otras cosas más. Al principio mis padres me llevaban pero luego dejo de importarles y seguía asistiendo por mi cuenta. No dure mucho, casi no tenía dinero aunque tomé los conocimientos suficientes para lograr sacar adelante Bohemian Rhapsody. Era muy hábil y tenía buena memoria.

Sentía una enorme emoción al pasar cada uno de mis dedos por las teclas musicales. No había nada que pudiera detenerme. En mi mente pensaba en el vídeo de Bohemian Rhapsody, en los rostros y la voz principal sonando en mi cabeza, no me sentía capaz de cantarla en voz alta aunque estuviera sola.

Terminé la canción, un pequeño concierto para mí espíritu. Sin embargo, escuché desde el otro extremo del salón sonidos que parecían ser aplausos a un ritmo lento. Provenían desde donde yo había aparecido, por lo visto no era la única que había disfrutado del espectáculo.

Los aplausos se aproximaron hasta donde yo estaba, seguían siendo lentos acompañados de una débil risa. Desde las sombras apareció un hombre alto. Usaba zapatos de plataforma y vestia de blanco, la tela era lisa y brillosa. En las mangas y pantorrillas del traje había lo que simulaban ser alas de ángel, además de pulseras y anillos. Yo continuaba sentada en mi lugar, casi inmovilizada y sin creer lo que veía.

Mire el rostro de aquel hombre, era joven y lleno de vida, como si de un ángel se tratara. Llevaba maquillaje sobre sus ojos, no se veía nada mal. Su cabello era largo, color café oscuro, aunque parecía negro por la poca iluminación. Sus ojos, también cafés, se dirigieron hacia mí con un gesto de aprobación. Tenía al compositor de lo que había interpretado en el piano frente a mí, la mente maestra detrás de Bohemian Rhapsody, al mismísimo Freddie Mercury.

Living On My DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora