Conversaciones

410 46 31
                                    

Caminamos tomados de la mano de regreso a casa. Freddie no pronunciaba ninguna palabra. Tampoco yo. Fue un silencio simbólico. Únicamente escuchábamos el sonar de las pequeñas olas producidas por el lago Leman.

En el fondo de mí lo perdonaba. Sabía que si había tomado la decisión de alejarse era para tratar de arreglar los problemas que tenía en su cabeza. Nada había resultado como esperaba. Fue algo que superó sus expectativas. ¿Cómo te enfrentas a ello?

Por si fuera poco, atravesaba la dichosa pregunta de quién diablos somos y cuál era nuestro maldito propósito en la vida. A decir verdad, no eran temas de mi agrado. No creo que estemos destinados a convertirnos en una cosa. Pienso que interpretamos tantos papeles en la vida que sería difícil elegir un sendero. Como escribió Oscar Wilde, quien por cierto también fue homosexual, "definirse es limitarse".

Era claro que Freddie tenía muchas facetas. Decidir quién era en realidad debió ser complicado para él. Yo lo aceptaba tal cual era. Lo único con lo que no estaba contenta era su ausencia. Me he sentido sola aun estando en compañía, pero estar sin él era un estado demencial. Tanto que bebí en su honor.

Al recordar esto una luz se encendió en mi cabeza. ¿Acaso él vio todo lo que hice? No podía quedarme sin respuestas.

- Freddie. -tomé aire. -Estando en el más allá, ¿viste todo lo que ocurrió aquí?

Me miró algo confundido pero no dejó de caminar. Lo imité. Después de un par de segundos comprendió el sentido de mis palabras.

- ¿Hablas de tu bella actuación o de tu intento suicida? -rió con una amplia sonrisa.

¡Rayos! ¡Nada se le escapaba!

- No era eso a lo que me refería. -mentí. -Era...

- Sé que te referías a ello, niña lista. -me interrumpió. -No soy un tonto. Era imposible dejar de cuidar de ustedes. Claro que quería estar enterado de todo.

- No fuiste el único que se enteró. -le di un golpe con el codo.

- ¿Jim? -carcajeó. -¡Él fue un regalo! Apareció cuando me sentí sumamente solo. Me hizo reflexionar. -suspiró. -Admito que siento algo... indescriptible por él.

- ¿La palabra con "A"? -pregunté en complicidad.

- Sí. -sonrió. -La infame palabra con "A".

En nuestra plática fuimos acercándonos a la modesta casa. Entramos lentamente mientras veíamos a Peter y Jim hablar sobre temas que suponía eran interesantes. Había pasado tanto tiempo desde su partida. Freddie seguía sosteniendo mi mano, lo cual captó la atención de los presentes.

- ¿Por fin lo perdonaste? -exclamó Peter. -Vaya, ¡ya era hora!

- Sí, ya lo hice. -guiñe un ojo. -Pero aún no hemos terminado la conversación Freddie. -lo observé. -¿Cómo fue que te encontraste con Jim? -me crucé de brazos.

Su Majestad decidió sentarse en un sofá. Examinaba el rostro de ambos esperando una contestación.

- Jim apareció de la misma manera en que Delilah lo hizo. -le dedicó un beso. -Pensé en él y surgió de la nada. Es la primera vez que lo veo desde mi muerte. -Jim solo se sonrojaba. -Nos abrazamos y besamos por un largo tiempo. Recuperamos a nuestra manera el tiempo perdido.

- Desde mi "luna de miel" -Jim hizo comillas con los dedos. -observé que corrías peligro, Katherine. Freddie no quiso intervenir porque se sentía culpable. Fue en ese momento en el que tomé la decisión de salvarte.

Reflexioné sobre ello unos minutos. Después de todo, sin Freddie tal vez Jim no me habría conocido. Y sin ello yo no estaría aquí.

- Gracias a ambos. -mencione. -Ahora resulta que fui la damisela en peligro y que un príncipe me salvó.

Living On My DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora